Cuéntame un cuento...

...o una historia, o una anécdota... Simplemente algo que me haga reir, pensar, soñar o todo a la vez, si cabe ..Si quereis mandarme alguna de estas, hacedlo a pues80@hotmail.com..

viernes, marzo 30

Deporte bajo cero

(Un texto de S. Vivas en la revista Mujer de Hoy del 3 de diciembre de 2016)

¿Qué me pongo? Si el verano evitas correr en las horas de más calor, en invierno deberías hacer lo mismo en las de más frío. No entrenes antes de las ocho de la mañana y convierte a tu gorro en tu compañero, ya que el 30 por ciento del calor corporal se pierde por la cabeza. Y en cuanto a la ropa, con una camiseta térmica, otra de algodón y un cortavientos, es suficiente.

Peligro, lesiones. Camina incrementando el ritmo durante cinco minutos antes de empezar a correr. "El líquido sinobial de las articulaciones es como aceite, que cuando hace frío, está espeso y no realiza su función de libricar", recuerda el profesor Alberto García Bataller del INEF de Madrid.

Mira el calendario

Si hace frío y tienes la regla, hay más probabilidades de que te lesiones (aunque no te caigas ni te tuerzas el tobillo). "Esto se debe a la combinación de baja temperatura con el hecho de que, durante el período, los ligamentos tienen menos tensión por una hormona llamada relaxina", explica el experto. La solución: calienta bien antes de correr.

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jueves, marzo 29

Rompe con los hábitos que destrozan tu piel

(Un texto de C.U. en la revista Mujer de Hoy del 15 de octubre de 2016)

Aunque no lo creas, tienes peores costumbres de lo que imaginas. Y muchas perjudican tu piel sin que seas consciente. Estas son las cinco más dañinas.

Te pasas con el azúcar:

La ingestión de golosinas, bebidas alcohólicas (que se transforman en glucosa en el organismo) o bollería producen un fenómeno sobre las células de la piel: la glicación, que causa un severo envejecimiento prematuro.

¡Ponle freno!
Suma el total de hidratos de carbono que consumes al día para reducir su ingesta al mínimo y añade a tu rutina de belleza activos que prevengan la formación de esos productos finales de la glicación avanzada.

Vives encerrada en la oficina:

Aparte de lo mal que le va a tu vida social ser una workaholic, el problema es que te pasas horas y horas bajo la luz artificial. Y eso le pasa factura a tu rostro. Aunque crees que por estar a cubierto te libras de los daños del sol, resulta que las bombillas de LED emiten moderados niveles de rayos UV.
Y está demostrado que la luz visible que emiten las lámparas fluorescentes típicas de los edificios de oficinas puede desencadenar melasma, un problema de hiperpigmentación de la piel que se manifiesta con al aparición de manchas.

¡Ponle freno!
Tómate un descanso de flexo cada cierto tiempo y baja el nivel de brillo de la pantalla del ordenador y de tus dispositivos móviles (sí, también te expones a los daños de la luz visible desde el teléfono). Y aplica y reaplica tu protector solar con SPF 30 e ingredientes antimanchas (y mejor aún si contiene filtros físicos), incluso cuando estás en el interior.

Tienes una obsesión digital que te suma años encima:

Lo de revisar el smartphone a todas horas es peor de lo que crees. Un estudio de la Universidad de Nottingham Trent (Reino Unido) asegura que lo hacemos más de 85 veces al día y que dedicamos al móvil una media de cinco horas de atención.

Eso es demasiado tiempo doblando el cuello hacia abajo, lo que acaba provocando falta de elasticidad y arrugas prematuras en el cuello. Y ya es tan común verlo en la consultas de los dermatólgos que los anglosajones tienen un término para estos cuellos envejecidos de forma prematura: tech neck.

¡Ponle freno!
Lo de acabar con el tech neck es tan sencillo como colocar el dispositivo a la altura de los ojos cuando lo usas para cualquier cosa que no sea hablar por teléfono. Además, lleva hasta el escote las cremas que te aplicas o compra una específica para el cuello y dátela con masajes desde arriba hacia abajo.

Bostezas demasiado... y necesitas dormir más:

Seis horas de sueño como media (que es lo que sueles contabilizar entre semana) está muy por debajo de lo que necesita tu piel. Si no duermes las ocho horas de rigor, el cuerpo concentra el flujo de sangre en los órganos internos y no le da tiempo a llegar a la piel, con lo que esta no se oxigena y tampoco llega a drenar todas las toxinas acumuladas.

Además, si duermes poco, bostezas mucho. Y cada vez que lo haces, tus ojos lagrimean y todo ese fluido provoca bolsas e hinchazón.

¡Ponle freno!
Busca fórmulas que le den a la piel de esa zona todo lo que pierde en las horas de desvelo más un plus de drenaje y de corrección a largo y a corto plazo.

No puedes renunciar al chicle:

La insolencia adolescente hace tiempo que quedó atrás y lo mismo debería haber pasado con ese mascado constante de chicle. Además de cuidar la articulación de tu mandíbula, también hay razones beauty: el masticado constante puede producir grietas en la comisura de los labios, además de una contracción excesiva de la musculatura de la zona y un estiramiento excesivo de la piel que las rodea.
Así estás provocando falta de firmeza en un área conflictiva y que da lugar a que tus labios inviertan su posición hacia abajo, como un payaso triste.

¡Ponle freno!
Reduce tu pasión por el chicle a un par de veces a la semana como mucho y no permanezcas masticando nunca más de 10 minutos. Protege la piel alrededor de los labios con activos que refuercen sus defensas, protejan su elasticidad y corrijan la flacidez.

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miércoles, marzo 28

Alimenta tu piel

(Un texto de S. Vivas en la revista Mujer de Hoy del 15 de octubre de 2016)

Lo que pones en tu plato influye también en la salud de tu cutis. Descubre qué nutrientes te ayudan a resolver tus problemas cutáneos.

Omega 3

Si sufres dermatitis atópica, tu mejor aliado tiene forma de pescado azul. El secreto está en el omega 3. Pero hay más: ingerir 4 g diarios de este tipo de grasa protege la piel contra el cáncer, según apunta un estudio realizado en la Universidad de Manchester (Reino Unido).

Vitamina B2

"La riboflavina actúa contra la seborrea. Se encuentra en la leche y sus derivados, huevos, legumbres y frutos secos", enumera la dra. Paloma Cornejo, de la Academia Española de Dermatología y Venereología.

Selenio

Las personas con psoriasis suelen tener bajos los niveles de este mineral. Para remediarlo necesitan comer verduras, pavo, nueces del Brasil y marisco.

Los prohibidos

"El té, el café y la comida picante son responsables de precipitar los episodios de enrojecimiento facial cuando se padece rosácea. Del mismo modo, la psoriasis empeora si se toma alcohol y con una excesiva ingesta calórica", asegura la experta. Y no, el chocolate no causa acné, pero sí pertenece a la lista de alimentos prohibidos si sufrimos urticaria.

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martes, marzo 27

Viena, la elegancia de un clásico

(Un texto de María León en la revista Mujer de Hoy del 15 de octubre de 2016)

La antigua capital del Imperio austro-húngaro es una auténtica amalgama de tradición y modernidad. Las celebraciones por el centenario de la muerte del emperador Francisco José la convierten, además, en un epicentro cultural europeo.

Hablar de Viena es hablar de una de las capitales europeas con más tradición e historia. Hacía dos años que no la visitaba y lo cierto es que he notado un gran cambio, tanto desde el punto de vista artístico como en el diseño y la gastronomía. ¡Qué mejor excusa para escaparse un par de días a la capital austriaca!

La primera visita imprescindible, tras la catedral de San Esteban es el palacio de Schönbrunn, la residencia de verano de los Habsburgo. Allí podréis ver las exposiciones Hombre y soberano y Representación y humildad, dos de las muchas muestras que conmemoran el centenario de la muerte del emperador Francisco José, que se cumple precisamente el día 21 de noviembre. En ellas, podréis descubrir multitud de detalles sobre la vida del káiser junto a la princesa Sissi... todo un icono en el país y de la que siempre he sido una auténtica fan.

En la ampliación de otro palacio, el de Hofburg (la residencia de invierno) se encuentra mi museo preferido de la capital austríaca: el Museo Albertina, que se llama así porque en ese palacio vivían el príncipe Alberto de Sajonia y su esposa María Cristina de Habsburgo, grandes coleccionitas de arte, que reunieron la mayor y mejor colección de grabados y dibujos del mundo.

Allí encontraréis piezas únicas, como el famoso grabado La liebre de Durero, una colección fabulosa de dibujos de Klimt (también vienés), y una exposición permanente titulada De Monet a Picasso. Y después de disfrutar del arte, podréis hacerlo también de su restaurante, con una gran carta de vinos y una terraza muy apetecible.

Uno de los discípulos de Klimt fue el también austriaco Egon Schiele. Sus obras están en el Museo Leopold de Arte Contemporáneo, donde se expone la colección de Rudolf y Elisabeth Leopold. Y si os gustan las corrientes artísticas más modernas, no os perdáis el MAK (con su magnífico restaurante de aire retro, SalonPlafond), o el Mumok.

¡Ah! Y atentos a Luis Casanova Sorolla, un joven artista peruano-austriaco que tuve la ocasión de conocer y que me cautivó con sus fotografías y pinturas creadas durante una performance especial con bailarines del Ballet Nacional de Viena.

Precisamente, una de las grandes experiencias que pude disfrutar en Viena fue "colarme" en los ensayos del Ballet Nacional en la Ópera. Y si queréis vivir un momento único, no podéis dejar de visitar la Escuela Española de Equitación, la única institución del mundo que mantiene sin cambios y cuida, desde el Renacimiento hasta hoy, el arte ecuestre clásico. Un auténtico espectáculo, de la pirueta a la cabriola, en medio del ambiente barroco del Palacio Imperial.

En torno a una mesa

Pero no solo de belleza se alimenta el espíritu. La restauración ha dado un gran giro en Viena, que se ha convertido en una capital gastro de primer nivel.

Los platos más típicos de la comida tradicional los encontraréis en El deshollinador blanco o Hutch Gastwirtschaft (os recomiendo los raviolis o el wieversnitzchel, el famoso filete empanado); pero si buscáis restaurantes más cool no podéis perderos PalmenHaus (en el jardín del palacio de Hofburg), Motto am Fluss (sobre uno de los canales del Danubio, con una zona dedicada a desayunos y brunch y otra para cenas con encanto), el Negro Camello (Zum Schwarzen Kameel), Pöschl o The Bank Brasserie (el restaurante del Hotel Hyatt, ubicado en un antiguo banco). Para los amantes de la comida orgánica la cita es en O Boufés, cuyos platos tienen una presentación muy artística, o Tian Bristro am Spittelberg (vegetariano).

Y si preferís un aperitivo informal a pie de calle, podréis pedir los típicos trzesniewski (panes untados con diferentes ingredientes, deliciosos para saborear con una cerveza) o elegir el mercado Naschmarkt, con una gran oferta de productos gastro. ¡Ah! Y no puedo dejar de recomendaros una merienda en la cafetería del Hotel Sacher, un clásico de la ciudad, como su deliciosa tarta de chocolate que era la favorita del emperador Francisco José.

Claro que no puedes ir a Viena y no dejarte caer por un café, centro de reunión de los intelectuales desde hace siglos. El Café Schwarzenberg, el Kleines Café o el Braunerhorf (con piano incluido) son tres clásicos indispensables y también mis tres favoritos.

A la hora del shopping, en Viena encontraréis dos zonas diferenciadas: el Barrio 1º, con tiendas clásicas, de marcas reconocidas, y el Barrio 7º, más bohemio, con propuestas de diseñadores jóvenes.
La calle Kohlmarkt, en el Barrio 1º, es quizá la más chic. Allí, además de firmas de lujo, encontraréis la confitería más famosa de Viena, Demel, que aloja un Museo del Mazapán con auténticas obras de arte con este dulce. En esta calle comienza el llamado Barrio Dorado, de reciente construcción, donde se ubican los almacenes de lujo Julius Meinl.

También me encantó la calle Dorothergasse, con multitud de anticuarios, o la calle Corintia, con tiendas muy populares, entre ellas, la de Swarovski, una de las firmas insignia de la moda austriaca.
Lucie, una experta en moda vienesa, me guió por el barrio alternativo, donde se sitúan tiendas como Mühlbauer (con elegantes sombreros), la del diseñador Shakkei o la de Schella Kann.

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lunes, marzo 26

Jugar tapadas (al ajedrez)

(La columna de Edurne Uriarte en la revista Mujer de Hoy del 22 de octubre de 2016)

Sobre las contradicciones de los países occidentales donde creemos tener claros los principios de la igualdad, pero mantenemos inexplicables costumbres.

Me asombra la decisión de la Federación Mundial de Ajedrez de celebrar el próximo Mundial femenino en Irán, un país que obliga a las mujeres a ponerse velo para jugar. Algo así como celebrar allí el próximo Mundial de fútbol, femenino o masculino, en un lugar donde se impide a las mujeres entrar en los estadios de fútbol, lo que nos da una idea de su cruda realidad en cuanto a la igualdad, en el deporte y en todo los demás.

Me alegro de que la campeona de Estados Unidos, Nazi Paikidze, haya levantado la voz contra este desprecio a los derechos de las mujeres con su anuncio de que no acudirá y con su llamada a que se cambie la sede del campeonato. Confío en que tenga éxito porque me cuesta imaginar a las campeonas de ajedrez cediendo a esa discriminatoria imposición.

Una cesión que, por otra parte, ha sido admitida por numerosas políticas y periodistas occidentales, que se han cubierto con el velo en sus visitas a Irán en una equivocada interpretación del respeto a otras supuestas costumbres culturales. Como si tal gesto no tuviera el mensaje ideológico de discriminación en un país donde las leyes no son igualitarias para hombres y mujeres. Y como si tal gesto no perjudicara a las iraníes que desean ser libres de esta imposición.

Pero el debate alrededor de esta polémica decisión de la Federación de Ajedrez me hace pensar también en las contradicciones de los países occidentales donde creemos tener claros los principios de la igualdad, pero mantenemos inexplicables costumbres. Como la existencia misma de un ajedrez femenino separado del masculino.

Si nuestras capacidades intelectuales son las mismas que las de los hombres, ¿cómo entender que asumamos esta sorprendente diferenciación? Si las iraníes deben jugar tapadas, ¿por qué las occidentales deben jugar separadas de los hombres? Porque las diferencias físicas quizá puedan explicar la separación en otras competiciones, pero no lo hacen en el ajedrez.

Explican algunos que tal separación pretende estimular el interés de las niñas y jóvenes por el ajedrez en una competición en la que hay un abrumador dominio masculino. Solo hay una mujer entre los 100 mejores jugadores del mundo, y ello se debe, también sostienen los anteriores, a una cuestión cultural porque las mujeres juegan igual de bien hasta la adolescencia y luego se desinteresan mucho más que ellos. Y entiendo ese punto de vista, pero difícilmente puedo compartirlo cuando reivindicamos nuestra igualdad de capacidades y de derechos.

Si somos iguales, debemos serlo con todas las consecuencias, también las desagradables. Lo otro, esa separación de sexos, parece una medida paternalista tan difícil de justificar como la obligatoria ocultación del cabello femenino en Irán. Si jugara al ajedrez, me sentiría humillada por una y otra cosa.


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domingo, marzo 25

Los riesgos de la anestesia

(Un texto de Marisol Guisasola en la revista Mujer de Hoy del 22 de octubre de 2016)

¿Y si no me despierto? ¿Y si lo hago en medio de la operación? A esos temores se añade ahora el de la pérdida de capacidades mentales tras una intervención con anestesia.

Pocas personas que entran en un quirófano para una cirugía con anestesia general –unas 3,5 millones al año solo en España– se libran del temor a no despertarse jamás o de despertarse en medio de la intervención. Cuando salen de ese coma inducido –que no sueño– no tienen ni idea de lo que ha pasado durante la operación.

“Aunque es una inconsciencia reversible, no está libre de riesgos, por mucho que hayan disminuido enormemente desde la década de 1940, cuando más de la mitad de los fallecimientos por causas quirúrgicas se atribuían a complicaciones debidas a la anestesia”, explica el dr. Julián Álvarez Escudero, Catedrático y Jefe de Servicio de Anestesiología, Reanimación y Tratamiento del Dolor del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela.

“Hoy, la tasa media de mortalidad anestésica es de alrededor de un paciente por cada 200.000 intervenciones quirúrgicas, y ello aunque el envejecimiento de la población hace que se operen cada año más personas de edad, con una salud general más frágil”, añade.

Está claro que el estrés, la pérdida de sangre o la inflamación que genera una intervención quirúrgica puede ser demoledor para un paciente en edades extremas de la vida --bebés y niños pequeños y personas de edad--, o con patologías asociadas severas. Sin embargo, a esa preocupación se añaden otras, cada vez más frecuentes: ¿Perderé el juicio tras la operación? ¿Reducirá la anestesia mis capacidades mentales? ¿Aumentará mi riesgo de demencia?

El caso de Miguel Delibes

El profesor Sergio D. Bergese, director de Investigación de los departamentos de Anestesia y Neurocirugía de la Universidad del Estado de Ohio (EE.UU.) es uno de los científicos que más han investigado los efectos de la anestesia en el cerebro. En un reciente viaje a Madrid nos habló del caso del escritor Miguel Delibes, fallecido en mayo de 1998 en la clínica La Luz de Madrid, en la última de una serie de intervenciones.

“La operación de cáncer me quitó el cáncer, pero también otras cosas importantes: memoria, orden mental, capacidad de concentración, hematíes, dioptrías, oído, etc.”, confesaba Delibes en una entrevista publicada en ABC antes de su fallecimiento. “Han sido más de 10 años nulos, perdidos. Si tú te tiendes en una cama con un 100% de vitalidad y te levantas con 50% has dejado en la mitad tus posibilidades físicas y mentales. Como dirían los castizos, te han dejado hecho una braga”.

“Aunque casos como el de Miguel Delibes no son cotidianos, pueden ocurrir”, nos explica el profesor Bergese. “Hace unos 10 años ya se vio que entre el 30 y el 40% de los pacientes con más de 65 años sufren alteraciones en la función mental después de una intervención con anestesia general. Ese efecto puede ser pasajero, con síntomas como alucinaciones, falta de atención y cambios bruscos de humor y comportamiento. Es lo que se conoce como delirio postoperatorio (DO).

Sin embargo, un 10% de pacientes mayores operados no recuperan sus capacidades mentales normales en seis meses o más e incluso pueden no recuperarlas nunca y desarrollar demencia. Ese síndrome permanente –con problemas de memoria, déficit de concentración y dificultades para razonar con lógica– se conoce como disfunción cognitiva postoperatoria (DCPO) y hoy es objeto de mucha investigación”.

De hecho, se sabe que los efectos la anestesia en el cerebro son más profundos de lo que se pensaba. “Se creía que los fármacos utilizados en anestesia y sedación (como el propofol, benzodiacepinas, opioides y anestésicos halogenados) se eliminaban en cuestión de horas o días y no producían efectos a largo plazo –aclara el profesor Bergese–. Nuevos estudios han visto que pueden generar efectos permanentes”.
¿Qué riesgo supone entonces la anestesia para una persona sana?, nos preguntamos llegadas a este punto. Aún más: ¿Cuánta anestesia puede recibir una persona a lo largo de su vida sin que suponga un riesgo? Y, en lo tocante a los niños: ¿Qué efecto tiene la anestesia en un cerebro en desarrollo?

Retrasarlo en niños

“Nuevos estudios señalan problemas de aprendizaje y de comportamiento en niños expuestos a múltiples anestesias a edades muy tempranas –señala el profesor Bergese–. Por eso, la cirugía pediátrica insiste ahora en retrasar al máximo intervenciones que no sean vitales (por ejemplo, eliminar un sexto dedo) y, en cualquier caso, reducir las dosis y el tiempo de anestesia al mínimo necesario para que el niño no sienta dolor”.

“Por supuesto, es vital monitorizar al paciente segundo a segundo”, puntualiza a a su vez el profesor Álvarez Escudero. “Anestesiar a un paciente supone administrarle continuamente fármacos que tienen efectos en todo el organismo, y especialmente en el cerebro. Por eso, la anestesia debe ser “personalizada”. Por suerte, hoy tenemos anestésicos generales que se eliminan muy rápido. Al darlos en perfusión continua, podemos mantener la profundidad anestésica adecuada. También podemos cuantificar el dolor, lo que nos permite calcular las dosis de opioides que el enfermo necesita”.

¿Tiene menos riesgos la anestesia regional que la general?, es otra pregunta de muchos pacientes. “Aunque hay estudios que indican que la anestesia regional conlleva el mismo riesgo que la general, yo opino que esos estudios tienen parcialidad y que la anestesia regional con sedación mínima siempre que sea posible, permitiría reducirlos”, responde categóricamente Sergio Bergese.

En cuanto a qué tipo de anestésicos conllevan mayor o menor riesgo, los estudios son todavía escasos. “Establecer las diferencias nos permitiría optar por los mejores métodos –aclara el profesor Álvarez Escudero–. Aunque no tengamos toda la información, sabemos por ejemplo que el empleo de lorazepam (una benzodiazepina) puede aumentar el riesgo de delirio y agitación en el postoperatorio”.

Fue lo que le ocurrió a Elena Blanco, administrativa gallega de 62 años, operada de un problema vertebral y que tomó lorazepam para calmar su ansiedad por la intervención. “Se estaba recuperando bien, cuando, de pronto, tuvo una alucinación y se puso a gritar –cuenta su hija Elena–. Creía que su cama estaba al borde de un abismo y que se iba a precipitar montaña abajo. Al día siguiente, había vuelto a la normalidad, pero fue una experiencia aterradora”.

¿Volver a ser el mismo?

“Hay que seguir investigando porque cada vez más pacientes nos preguntan si van a ser los mismos después de una cirugía”, explica el profesor Álvarez Escudero. “Dicho lo dicho, no hay que asustar a la población. La inmensa mayoría de los pacientes intervenidos se recuperan totalmente en poco tiempo”.

”Suelen ser los hijos quienes llaman para decirnos que sus padres o abuelos no son los mismos después de una cirugía”, añade el profesor Bergese. Elisa Delibes, hija del escritor Miguel Delibes, nos cuenta que cuando su padre escribió las líneas que publicó ABC, “sabía que era lo último original que de él se iba a publicar. Es cierto que tenía un cáncer, pero con 78 años sus facultades físicas y mentales eran excelentes. Acababa de concluir El hereje, una novela compleja, y seguía saliendo a cazar todos los fines de semana. Cuando llegó a casa después de la primera intervención (el 21 mayo de 1998) sus respuestas eran más lentas y su mirada era la más triste que he visto en mi vida, aunque seguía siendo él, con facultades mermadas. Seis meses después le volvieron a operar dos veces más, para “arreglarle” la colostomía. Ya no volvió a ser el mismo. Las operaciones duraron tanto como la extirpación del cáncer, alrededor de 7 horas, y la vuelta en sí fue traumática. Lo he pensado muchas veces: a una cierta edad es mejor no intentar solucionar todo con operaciones tan largas. Quizá sea mejor vivir menos tiempo pero en mejor estado. Dicho eso, me alegro mucho del esfuerzo que están haciendo los profesores Bergese y Álvarez Escudero para profundizar en los efectos de la anestesia en el cerebro y prevenir complicaciones no deseadas”.

“Además de seguir investigando, tenemos que animar a los pacientes a que nos hablen de sus preocupaciones antes de su operación”, añade Sergio Bergese. “Cuanta más información tengamos, más probabilidades de que se despierten en plenitud de facultades físicas y mentales”.


Medidas que pueden reducir el riesgo de problemas cognitivos:
  • Hablar constantemente con el paciente durante una intervención con anestesia regional, asegurándose de que responde a su nombre (esta práctica mejora la actividad cerebral).
  • Asegurarse de que el paciente llega a la cirugía bien nutrido e hidratado (para asegurar un mejor flujo sanguíneo al cerebro).
  • Animar las visitas de familiares y amigos. El contacto con la familia, hablar, leer el periódico, escuchar la radio… potencian la actividad cerebral.
  • Hacer que el paciente se levante de la cama durante el día, en cuanto sea posible.
  • Evitar el empleo de medicamentos no totalmente necesarios.

Factores que aumentan el riesgo de problemas cognitivos:
  • Tener una edad avanzada; alcoholismo; tabaquismo; sedentarismo.
  • Nivel académico bajo; vivir solo.
  • Sufrir carencias nutricionales.
  • Tener problemas cognitivos previos.
  • Tener otras enfermedades (además de la que ha traído a cirugía).
  • Someterse a cirugías de alta complejidad o de urgencia.
  • Tener infecciones, fiebre u otras complicaciones post operatorias.
  • Necesitar estancias hospitalarias prolongadas.

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sábado, marzo 24

Cómo tener unos piés sanos

(Un texto de Fátima Uribari en el XLSemanal del 23 de octubre de 2016)

Las fascitis, tendinitis y juanetes son epidemia entre la población adulta. Afectan a mujeres que usan tacones, corredores, bailarines, dependientes…

Dime lo que calzas y te diré lo que padeces. Es el sencillo diagnóstico de Isabel Guillén, Jefe de la Unidad del pie y el tobillo de la Clínica Cemtro de Madrid. «Metemos los pies en jaulas preciosas», explica y de ahí proceden la mayoría de las dolencias que padecemos en ellos. Pero no toda la culpa de los ‘Hallux valgus’, el nombre científico de los juanetes; de los dedos en garra; metatarsalgias; neuromas de Morton; fascitis plantares y demás males que son epidemia del hombre calzado se deben al zapato, también hay una predisposición morfológica y genética que juega su papel. hay poquísimos juanetes entre los africanos que viven descalzos, pero alguno hay.

En España, sin embargo cada año se operan cerca de 5000 personas de esta deformación dolorosa que padece un 31 por ciento de la población de más de 30 años de edad. El juanete es el campeón de los problemas del pie, y es muy femenino. Hasta el 80 por ciento de los pacientes en muchas consultas de traumatología del pie son mujeres. Es el precio de la coquetería. Las bonitas jaulas en las que ellas meten los pies son eficaces torturadores de uno de los dos puntos del pie sobre los que apoyamos el peso de nuestro cuerpo. La base y el talón deberían soportar en equipo y al 50 por ciento nuestra envergadura. Cuando el talón sube aupado por los tacones, el peso se descompensa y cae sobre la sufrida base, los dedos resbalan y se apelotonan. Dentro del zapato, los 26 huesos, 33 articulaciones, más de cien tendones, músculos y ligamentos que se alían para cargar con nuestro peso multiplicado por seis con cada paso que damos se adaptan esforzadamente a la jaula zapatil.

Ojo, tampoco es bueno ir totalmente plano. eso perjudica al tendón de aquiles, por ejemplo. Y las chanclas son fatales: animan a los dedos a ponerse en garra para sujetarse, son planas y no amortiguan, con lo cual sufren los metatarsos.

¿Mejor descalzos? Tampoco. el zapato se inventó para proteger al pie de las heridas y del terreno. Qué nos calzamos entonces? Un zapato más anatómico, que adapte el pie al suelo, dicen los médicos. El ideal tiene un poco de tacón (unos dos centímetros), sujeta el arco y amortigua la pisada. No debe ser duro (por las rozaduras), ni estrecho (los pobres dedos se deforman para caber), ni de plástico (por el sudor). En realidad, el zapato ideal es el que se hace a medida para cada pie de cada persona (no son iguales el izquierdo y el derecho). Un lujo al alcance de pocos.

Si le duelen los pies y va al traumatólogo sepa que saldrá de allí con unas plantillas. Es el primer paso habitual con las dolencias del pie. Si no funcionan viene la infiltración de antiinflamatorios y anestésicos. «También se hacen infiltraciones con células madre y sangre, pero no está demostrada su eficacia. El ácido hialurónico no se suele infiltrar en articulaciones pequeñas», explica la doctora Guillén. El último paso es la cirugía. Se procura evitar porque es una experiencia dura para el paciente. «El pie tiene una mecánica perfecta, cada uno de sus 26 huesos tiene su articulación y, al operar, alteras toda esa mecánica», explica Guillén. Tras una intervención de juanetes, por ejemplo, hacen falta de seis meses a un año para estar del todo bien. Una cirugía de juanetes nunca se debe hacer por estética, advierten los traumatólogos.

Ahora también se practica la cirugía percutánea, minimamente invasiva. Funciona bien para los dedos en garra o pequeñas deformidades como ‘el dedo del sastre’, el juanete del quinto dedo (el meñique del pie). Y la radiofrecuencia se utiliza cada vez más para combatir el Neuroma de Morton, la inflamación del nervio interdigital.
Tras las mujeres, otro gran grupo de sufridores de los pies es el de los hombres de entre 45 y 55 años que se han lanzado al mundo runner. Son carne de cañón para la fractura del recluta -provocada por una actividad muscular excesiva- y para el Neuroma de Morton. «Estamos perdiendo el norte con el deporte», alerta Guillén. «Mientras que los deportistas de élite se preparan para competir, el resto de la gente se prepara ya compitiendo», añade.
No es lo mejor pasar de la silla de la oficina a la pista de pádel o al campo de fútbol sin haber entrenado. Es insensato practicar deporte sin las zapatillas adecuadas o ponerse a correr sin saber (muchos lo hacen de puntillas cuando lo adecuado es posar los dos puntos de apoyo del pie). Conviene estudiar antes la pisada. una mala puede provocar sobrecarga lumbar, de cadera, tendinopatías… Cuidado, pues, con los pies. Sus heridas no se curan fácilmente. las estructuras distales (más alejadas del corazón) se infectan más al tener menos riego sanguíneo. Hay que hacerles caso, insisten los médicos. Sobre ellos recae el peso de nuestro bienestar. Los expertos calculan que debemos dar 10.000 pasos diarios. caminar unos 8 kilómetros. No hacemos ni la mitad. Si lo hiciéramos, el beneficio llovería sobre la circulación, el corazón y nuestro estado de ánimo. Y si lo podemos hacer es gracias a los pies, nuestros sacrificados pilares.

 Los principales problemas y sus soluciones

Juanetes
Su nombre científico es Hallux valgus, es el campeón de los problemas en los pies. En esta deformación, normalmente hereditaria, el primer hueso metatarsiano se desplaza hacia el lado interior del pie de tal manera que se produce una luxación en la articulación del primer dedo. La conveniencia de operarse o no depende del grado de desviación, de la situación de la articulación y de la edad del paciente. En los primeros estadios, las plantillas, los ejercicios específicos o la fisioterapia pueden ayudar a ralentizar la evolución de la dolencia. Generalmente si no duele, no se opera.

Cuando la intervención se hace ya necesaria, se puede elegir entre tres métodos. Si la desviación es ligera, basta con realizar un corte en forma de ‘V’ en el metatarsiano, desplazar el fragmento distal y fijarlo en la posición correcta con un tornillo (técnica de Chevron). Habitualmente se suele usar un tornillo de titanio, aunque una alternativa revolucionaria consiste en emplear una pieza de ácido láctico que se ‘suelda’ mediante ultrasonidos y que se disuelve por sí sola en un par de años. Si la desviación es de grado medio, lo que se hace es cortar el hueso en forma de ‘Z’, se coloca en su lugar y se atornilla (técnica de Scarf). Por último, si la desviación es severa, la tendencia es recurrir a la artrodesis de Lapidus, en la que se fija la primera articulación tarsometatarsiana con una placa.

Dedo en martillo: malformación difícil
El dedo en martillo, también llamado Digitus malleus, suele aparecer asociado al juanete. El deformado dedo gordo se mete debajo del segundo dedo y lo empuja hacia arriba, mientras que el tendón tira de la falange distal hacia abajo. De esta manera, el dedo acaba adoptando la típica forma de un martillo, a menudo acompañada por un doloroso ojo de gallo. Si no se trata, puede evolucionar y dar lugar a los llamados ‘dedos en garra’.

Esta malformación es difícil de tratar sin cirugía, que se hace ya imprescindible cuando los dolores se intensifican. La operación consiste en estirar y fijar la articulación media.

Fascitis plantar: invalidante
La inflamación de la fascia, una banda de tejido elástico que absorbe parte del impacto contra el suelo y protege los huesos del pie, es dolorosa, invalidante y latosa de curar. Se prescriben antiinflamatorios, plantillas, ejercicios, masajes e infitraciones. La cirugía es la última opción.

Espolón calcáreo: dolor punzante
Los médicos distinguen entre el dolor dorsal, en la parte posterior del talón, y el dolor plantar, debajo del talón. Este último suele desarrollarse como consecuencia del sobrepeso. En cualquier caso, no es el espolón lo que causa dolores, sino el tejido conjuntivo de debajo, sobrecargado e inflamado. El tratamiento consiste en emplear plantillas, ondas de choque y fármacos. En su variante dorsal, la protuberancia ósea afecta a la unión con el tendón de Aquiles. Se puede operar con cirugía abierta o mínimamente invasiva.

Tobillo: el gran miedo de los deportistas
Las del tobillo son de las lesiones deportivas más frecuentes. En nueve de cada diez casos se dañan los ligamentos externos, normalmente por una torcedura. Se suele aplicar frío y estabilizar la articulación con un vendaje o férula. No es necesario pasar por quirófano.

Lo que sí se operan son las posibles lesiones concomitantes, como la del tendón peroneo o el cartílago del astrágalo, que, de no ser tratadas, pueden derivar en una artrosis. Cuando los ligamentos sobreestirados no consiguen recuperar su firmeza, cabe la posibilidad de recurrir al bisturí para reforzarlos con material extraído del propio cuerpo. En una artrosis severa, los cirujanos pueden fijar la articulación o colocar una prótesis. Si hay fractura de hueso, se fija con placas metálicas.

Tendón de Aquiles: atentos a los síntomas
La mayoría de los problemas en el tendón de Aquiles se debe a una sobreexigencia. Ignorar los síntomas (hinchazón, rojez, calor, dolor) y continuar machacando al tendón suele acabar en rotura. Otra causa es la falta o insuficiencia de estiramientos. Algunos médicos recurren a la técnica del plasma autólogo condicionado (ACP), una forma derivada del tratamiento plasmático cuya eficacia todavía no ha sido contrastada.

PROFESIONALES CON MUCHAS HORAS DE PIE

Bailarinas: acostumbrarse al dolor
«Tengo los huesos salientes del pie encallecidos y se me destrozan las almohadillas de los metatarsos y del dedo gordo. También me quemo los empeines cuando bailo descalza», cuenta Amelia Caravaca, bailarina, coreógrafa y profesora de danza contemporánea. Los bailarines también suelen perder uñas… Cómo protegerse? «Usamos esparadrapo. Nada más. Antes de salir a un escenario con calcetines, me muero», dice. Y al hacer puntas, cuenta, «los dedos se amontonan, trabajan como un puño. Así, el peso no recae solo en el dedo gordo».

Enfermeras: zuecos y medias especiales
«Al acabar el turno, siento pesadez en las piernas, y eso que utilizo zuecos y medias de descanso…», cuenta Margarita Moreno, enfermera de maternidad y neonatología. Lleva 32 años pasando siete horas diarias al pie de incubadoras y atendiendo a mujeres que acaban de parir. «Las patologías típicas de las enfermeras son los juanetes, la fascitis plantar y el neuroma de Morton. Otro gran problema -cuenta Margarita- es la sudoración. los zuecos son de plástico y en nuestro servicio hace calor».

Tres ejercicios preventivos

Gire el talón hacia fuera y la punta del pie hacia dentro. De 2 a 5 minutos por cada pie.

Tense el puente y mueva las articulaciones de los dedos adelante y atrás, como si fuesen pequeñas orugas. De 1 a 3 minutos al día.

Ponga el talón en el suelo, la parte delantera de la planta apoyada en una moneda. Llévesela cuando el pie haga su recorrido de balanceo por el suelo.

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viernes, marzo 23

¿Por qué muchos yihadistas son ingenieros?

(Extraído de un artículo de Carlos Manuel Sánchez en el XLSemanal del 2 de octubre de 2016)

Umar Faruk Abdulmu-tallan intentó hacer saltar por los aires un Airbus con los explosivos que llevaba en su ropa interior. Seifedine Rezgui mató a 38 turistas en una playa de Túnez. Najim Laarchraou detonó una de las bombas en el aeropuerto de Bruselas… Los tres eran ingenieros. Es un retrato robot inesperado. Pero lo más sorprendente es que el 45 por ciento de los terroristas musulmanes con formación superior son ingenieros.

Así lo exponen el sociólogo Diego Gambetta, de Oxford, y el politólogo Steffen Hertog, de la London School of Economics, que han investigado las biografías de unos 4000 yihadistas. «La cantidad de ingenieros es algo que nos intrigó mucho. No es una profesión que uno asocie con un movimiento religioso», explican. Son carreras técnicas, que precisan de una mente analítica.

¿Por qué ingenieros? La respuesta fácil sería sospechar que una organización terrorista necesita gente que sepa distinguir una mecha detonadora de un cordón de zapato. Pero esto no es así. Para fabricar artefactos explosivos no hace falta tener estudios.

La hipótesis es más compleja. Según Gambetta y Hertog, el elevado porcentaje de ingenieros responde al fenómeno de la privación relativa. Este término hace referencia al sentimiento de no recibir aquello a lo que uno cree tener derecho. En los pujantes países árabes de los años cincuenta y sesenta, la profesión de ingeniero gozaba de un estatus elevado. Los ingenieros desempeñaron un papel clave en la modernización de estos países.

Hoy, los ingenieros carecen de posibilidades de realización personal debido a la catástrofe social que afecta a estos países. En ellos se refleja el choque entre la ambición y el fracaso, entre la convicción de tener una tarea por hacer y la imposibilidad de llevarla a cabo. En el mundo islámico, los ingenieros constituyen un grupo que ha visto frustradas sus pretensiones de convertirse en una élite.

¿Y en Occidente? El porcentaje de ingenieros entre los yihadistas también es muy alto y esto no se puede explicar en Occidente por la privación relativa, porque un ingeniero, a pesar de la crisis económica, tiene bastantes posibilidades de llevar una vida exitosa.

Gambetta y Hertog no encuentran una razón que explique este hecho, pero afirman que muchas de las cosas que se pueden decir sobre los terroristas islámicos también son aplicables a los terroristas de extrema derecha. Qué comparten? Un fuerte sentimiento de ‘asco’ y de necesidad de orden. Nada une tanto a islamistas y neonazis como el convencimiento de que la pureza cultural de su país o su fe está amenazada. Además, sienten aversión hacia la ambigüedad, de ahí su homofobia. Otra curiosidad del estudio. no hay ingenieros entre los grupos de extrema izquierda, que reclutan en las carreras de letras.

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jueves, marzo 22

En el poder y en la enfermedad

(la columna de Carlos Herrera en el XLSemanal del 2 de octubre de 2016)

David Owen fue, en el último gobierno laborista antes del advenimiento de la señora Thatcher, ministro de Exteriores de Su Graciosa Majestad: también fue rector de la Universidad de Liverpool y ministro de Sanidad. Y, además, es médico. Todas las circunstancias anteriores le han llevado a escribir con cierta autoridad un ensayo magnífico sobre las enfermedades de jefes de Estado y de Gobierno de los últimos cien años y la influencia que estas habrían tenido sobre la toma de decisiones en su ejercicio del poder.

Owen describe con acierto lo que él califica como «síndrome de Hybris», catálogo de síntomas no clasificados por la medicina, pero sí por la política. La Hybris la sufrirían aquellos líderes democráticos o dictatoriales que mostrasen una perversa persistencia en políticas demostradamente inviables y contraproducentes, un manifiesto desprecio por quienes le rodean o advierten de su error, cayendo en el autoengaño, en la embriaguez de poder y orgullo, siendo incapaces de cambiar de dirección y dando muestras, en pocas palabras, de que el éxito se les subió a la cabeza. Advierte el autor que todo aquel que padece una Hybris recibe consecuentemente una Némesis, como era llamada la diosa del castigo, como respuesta a su desmán. Bush y Blair son citados por Owen en este apartado. El secretismo es otro de los aspectos más curiosos en los procesos patológicos que han sufrido grandes líderes: de haberse sabido algún detalle de diversas enfermedades, agudas o crónicas, que sometieron a dirigentes varios quizá hubieran cambiado algunos pasajes de la historia. Para muchos, la salud de un jefe de Estado es una cuestión de seguridad nacional: Mitterrand sufrió durante catorce años un cáncer de próstata y los franceses sólo lo supieron al final. El sah de Persia sufrió un severo linfoma -que, de hecho, acabó con su vida- del que no tenía noticias gobierno alguno: de haberlo sabido, hubieran podido entablar negociaciones para que fuera tratado en Suiza dejando en Teherán un gobierno de transición que, posiblemente, hubiera hecho más difícil la vuelta del loco de Jomeini y todo lo que ha venido después. Franklin Roosevelt, uno de los presidentes norteamericanos más queridos, había padecido polio y, por tanto, era incapaz de caminar. pues los estadounidenses no le vieron en silla de ruedas -tampoco los años cuarenta eran permanentemente televisados como ahora-, ya que siempre aparecía sentado o con algún artilugio que le permitía estar unos minutos casi de pie detrás de un atril.

A otros líderes les atribuimos locura, fundamentalmente por la enormidad de sus crímenes o por su estilo retórico, como Hitler o Stalin o Mao, pero convendría no engañarnos. Hitler, por ejemplo, no estaba loco; es decir, no sufría patología que le incapacitara, antes bien accedió al poder y lo consolidó con una autodisciplina bárbara; sí padecía, evidentemente, un descomunal síndrome de Hybris, amén de rasgos indudables de psicópata de tomo y lomo.

Otros, como Kennedy, padecían tal historial médico que, de saberse en plena campaña electoral, difícilmente hubieran sido elegidos. El protagonista de la Nueva Frontera padecía síndrome de Adison (compromete la energía que proporciona la adrenalina, menguada esta por la insuficiencia corticosuprarrenal), hipotiroidismo, úlceras, alergias (que había que tratar con antihistamínicos que le causaban fases depresivas), infecciones urinarias, inflamación de colon y, por supuesto, osteoporosis, la cual le producía unos pavorosos dolores de espalda que en ocasiones debían ser combatidos con seis o siete inyecciones antes de alguna comparecencia pública. ¿Influyeron estas patologías en su toma de decisiones? Owen sostiene que sí. Hay un Kennedy muy distinto en la invasión de bahía de Cochinos o en la entrevista con Kruschev en Viena del que manejó serena y acertadamente la crisis de los misiles rusos en Cuba. Entre ambas, del arrojo ridículo o la vacilación atontada a la prudencia, seguridad y sentido de la negociación, medió un abismo. La diferencia estuvo en los médicos y los tratamientos. unos, inadecuados; otros, acertados.

La lectura de este libro es recomendable para amantes de la medicina, la política y la historia. Escrito, por cierto, con la elegancia que se le supone a un británico de ese porte.

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miércoles, marzo 21

Vacaciones sin dolor de espalda

(Un texto de Marisol Guisasola en la revista Mujer de Hoy del 6 de agosto de 2016)

Unas lumbares resentidas pueden arruinar tus vacaciones . En cambio, repasar esta lista de consejos te ayudará a ahuyentar esas molestias y disfrutar a tope de tu descanso.

[...]

"Los médicos atendemos cada año a decenas de personas que [...] vuelven de las vacaciones con fuertes dolores de espalda", explica la dra. Montserrat Romera, portavoz de la Sociedad Española de Reumatología. Largas horas de viaje, colchones inadecuados, maletas pesadas, deportes poco recomendables, no hacer los ejercicios recomendados por el médico e, incluso, el propio calor y la humedad pueden afectar a la zona lumbar y cervical y provocar dolor o agravar un problema ya existente. Hemos revisado las causas más frecuentes de este síntoma veraniego y las hemos resumido en esta lista para que tomes precauciones antes de salir de viaje:

Ojo al equipaje

Una maleta ligera y con ruedas que se mueven con facilidad te cambia la vida. Además, al hacer tu maleta, ten en cuenta el peso. Un truco es meter solo prendas de dos o tres gamas de colores que combinen bien entre sí. Y aprende a cargar con ella: evita los movimientos y esfuerzos bruscos. Por ejemplo, si llevas equipaje de cabina, súbelo primero a tu asiento, y, desde ahí, al compartimento. Y no olvides doblar las rodillas y emplear los músculos de las piernas en vez de los de la espalda al hacerlo. Y si, por la razón que sea, tienes que llevar mucho peso, factura. Y si vas sola, divide el peso en varias maletas pequeñas.

A tus pies

Unos zapatos que no sujeten bien el tobillo, produzcan rozaduras o no transpiren no solo dañan tus pies, también pueden hacer daño a tu espalda. Piensa que las caminatas en el aeropuerto pueden ser larguísimas antes de calzarte para tu viaje.

Menos presión

Puedes reducir la presión en la espalda pidiendo un asiento junto a una salida de emergencia o en la primera fila. Otra forma de reducir la carga en los discos vertebrales es hacer el viaje con el asiento inclinado hacia atrás en un ángulo de 35 o 45 grados.

Controla el aire

Mete siempre un chal en el bolso de mano. Un chorro de aire acondicionado dirigido al cuello o a la espalda puede hacer estragos. Si no lo llevas, pide a la azafata una o dos mantas de viaje. La primera te protegerá del frío, y puedes llevar la otra enrollada en la zona lumbar para mejorar la posición de tu espalda.

¡Levántate y anda!

Estar muchas horas sentada puede ser tan malo para la espalda como cavar una zanja. Por eso, pide un asiento de pasillo, para poder levantarte a caminar cada media hora. Mover las piernas y los dedos de los pies o estirarte mientras estás sentada mejora el flujo sanguíneo a la espalda.

Dale tiempo

"Las primeras 24 horas después de un viaje largo son las de mayor riesgo. Hay que dar tiempo a que la espalda se recupere, evitando cargar pesos y no saliendo a hacer deporte nada más llegar. Subir cuestas es especialmente peligroso en ese periodo, porque sobrecarga las vértebras lumbares", advierte la dra. Romera.

En la tumbona

Para evitar dolores de espalda te conviene levantar el respaldo de la tumbona en un ángulo de 35 o 45 grados. Dos toallas enrolladas debajo de las rodillas mejoran aún más la posición. Las toallas también ayudan si te tumbas boca abajo. Dobla la tuya en cuatro y ponla debajo del viente para evitar que las articulaciones lumbares sufran. Y no olvides levantarte e ir a la sombra cada 15 o 20 minutos. "Un ejercicio súper beneficioso es caminar en la arena mojada temprano o al atardecer", puntualiza la especialista.

Nada, pero seguro

Siempre se dice que nadar es bueno para la espalda, pero la zona lumbar y el cuello sufren si no mantienes la cabeza bien alineada con la columna vertebral y los pies. "Nadar con la cabeza en alto y con las caderas y piernas bajas es fatal", aclara la dra.Romera. La mejor posición es la horizontal, con el abdomen y la cabeza en línea recta, evitando forzar el cuello hacia arriba o hacia los lados.

Cuida tu sueño

Si tu colchón de hotel es demasiado duro o blando y te levantas dolorida, pregunta si pueden cambiarlo. Si te dicen que no, pide que te lo coloquen en el suelo, sobre una sábana o manta limpia. Lo mismo vale para la almohada. No te cortes en pedir que te la cambien. Otro problema de muchos hoteles es que las cortinas no cierran del todo y la luz exterior impide dormir bien. Una solución: meter en la maleta pinzas para la ropa para mantener las cortinas bien cerradas.

Presión, humedad, calor y dolor:

Los cambios de presión atmosférica, el calor e incluso la humedad pueden provocar inflamación y acentuar el dolor en algunas personas con problemas de espalda. Estas claves te ayudan a evitarlo:
  • Manténte hidratada. La deshidratación favorece el dolor.
  • Toma té. Un estudio del Smithsonian Institute ha comprobado que una taza de té caliente o templada reduce la temperatura corporal en días cálidos.
  • Come sano. Una dieta mediterránea rica en antioxidantes previene el dolor. En cambio, el tabaco constriñe las arterias y reduce el aporte de oxígeno y nutrientes a las articulaciones. Por su parte, el alcohol aumenta el riesgo de osteoporosis.
  • Aplícate frío o calor. En caso de espasmos, puedes aplicarte compresas calientes. Si notas inflamación, aplica en la zona bolsas con hielo envueltas en un paño limpio.

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martes, marzo 20

¿Mirar te cansa?

(Un texto de S. Vivas en la revista Mujer de Hoy del 19 de noviembre de 2016)

Entre ordenador, televisión, móvil y tableta, cada vez pasamos más tiempo delante de una pantalla. Y eso tiene un precio que pagan tus ojos.

Agotados. No están diseñados para mantener la mirada fija en un punto cercano, pero les obligamos a hacerlo, lo que a corto plazo se traduce en visión borrosa y fatiga visual. "A latgo plazo, usar el ordenador ocho horas al día durante años adelanta el diagnóstico de presbicia. "Estamos tratando a personas de 45-47 años cuando hace 10 años era lo excepcional", explica el Dr. Emilio Juárez, director médico del Instituto Oftalmológico Tres Torres.

20/20/20. Cuando estamos ante una pantalla, nuestros ojos se fatigan porque forzamos al músculo que se encarga de mover el cristalino. Relajarlo es de lo más sencillo: "Basta con mirar a lo lejos (20m), durante cada 20 minutos", concluye el experto.

Lentes con filtro
Seguramente habrás visto gafas y lentillas con un filtro azul que prometen proteger tus ojos frente a las radiaciones que emiten las pantallas. ¿Vale la pena hacerse con un par de ellas? "No, porque la radiación que emiten los aparatos hoy en día no son dañinas", afirma tajante el Dr. Juárez.

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lunes, marzo 19

La Laponia finlandesa

(Un texto de María León en la revista Mujer de Hoy del 19 de noviembre de 2016)

Existe un lugar donde la magia surca senderos de nieve y convierte el paisaje en un regalo para los sentidos… Sí, parece el comienzo de un cuento, pero en realidad es el comienzo de mi viaje a la Laponia finlandesa, dentro del círculo polar ártico, una región poblada por la etnia wami y repartida entre Noruega, Rusia, Suecia y Finlandia, el país donde yo estuve.

Mi viaje comenzó por Rovaniemi, la capital de la región, conocida por su situación geográfica como puerta de Laponia. Se trata de una ciudad peculiar, prácticamente nueva, ya que en la Segunda Guerra Mundial el ejército alemán la devastó casi por completo y tuvo que reconstruirse. En la década de los 60, el arquitecto finlandés Alvar Aalto –uno de los más prestigiosos de todo el siglo XX– fue el encargado de planifi car su nuevo urbanismo. De su obra, genuina por su concepción de los espacios grandes, abiertos al exterior en inmensos ventanales, destacan el Ayuntamiento, la Biblioteca y el Teatro Municipal.

Pero en mi primera noche me hospedé en uno de los pocos edificios antiguos que todavía se conservan en Rovaniemi: se trata del Arctic Light Hotel, que albergó el consistorio en los años 50 y que ahora combina aquellas líneas con un diseño moderno y cosmopolita.

Claro que, si buscáis un alojamiento de ensueño, sin duda debéis internaros en el bosque y probar el Arctic TreeHouse Hotel, donde se puede dormir, literalmente, entre los árboles, en plena naturaleza. ¡Es una experiencia increíble! De hecho, está en el Santa Park Arctic World, también conocido como Joulukka, un lugar mágico donde eres recibido por los elfos que te llevan a conocer a Papá Noel.

Si antes de ir le has escrito y quieres saber si tu carta ha llegado a su destino, debes visitar Santa Claus Village, su ciudad oficial, que atraviesa la línea del círculo polar ártico.

Su historia es curiosa: en los 50, Eleonor Roosevelt quiso visitar Laponia pero, como la zona estaba derruida tras la guerra y apenas había nada que enseñarle, se construyó este parque que ahora es uno de los grandes reclamos turísticos de Finlandia: miles de personas viajan hasta este lugar cada año para comprobar, en la Oficina Postal de Santa Claus, si la suya es una de las más de 500.000 cartas que se reciben cada año y, sobre todo, para conocer en persona a Santa Claus. Yo también pude verle, y fue una experiencia casi tan especial como contemplar las espectaculares auroras boreales que pueden verse casi 200 noches al año.

Pero, aunque Santa sea su vecino más famoso, Rovaniemi tiene muchos otros encantos para el viajero. El primero, la cultura. No os podéis perder el museo Artikum, dedicado a mostrar de manera científi ca la vida en el Ártico y la cultura de los lapones (aunque ellos prefieren que les llamen samis); el museo Pilke, con mil y una curiosidades sobre los bosques; o el Museo de Arte Contemporáneo Korundi, que alberga las piezas de arte moderno finlandés donadas por Janny y Antti Wihuri. Este centro se ubica en la Casa de la Cultura, otro de los edificios anteriores a la reconstrucción de Aalto que aún se conservan.

Para el shopping os recomiendo, en primer lugar, el Atelier Kangasniemi, que se encuentra a las afueras de la ciudad y donde Irene y su esposo trabajan de manera artesanal con materiales como la piel, los huesos de reno o la corteza de pino; o Mainoa Design, todo un referente del diseño en Rovaniemi.

Y entre parada y parada, nada mejor que deleitarse con la gastronomía lapona, con dos referentes: el poronkäristy (reno salteado con puré de patatas) y la makkara (una salchicha tradicional, que se toma con patata y mostaza). Estos platos típicos los encontraréis en el restaurante Nili, tradicional tanto en los fogones como en la decoración. Si buscáis algo más eco y contemporáneo, os recomiendo Aitta Deli & Deni, donde los ingredientes son orgánicos. Para un café (o una copa) está muy de moda Café & Bar 21, cerca de la universidad.

A apenas una hora en coche de Rovaniemi está nuestra segunda parada, Luosto: un pequeño pueblecito, que no llega a 1.000 habitantes, en el que disfrutaréis de la belleza natural más pura, ya que se sitúa cerca del Parque Nacional Pyhä- Luosto. Practicar deportes de nieve inmersos en la naturaleza es su principal reclamo, con actividades como el snowmobile de Lapland Safaris Luosto (un safari en medio de la nieve con motos… ¡dificilísimas de manejar!), el snowshoe trecking (una magnífi ca caminata con raquetas de nieve al estilo esquimal) o el esquí de fondo, que más que un deporte es allí una de las más comunes formas de transporte de los vecinos.

Los renos y los perros husky son en Luosto nuestros compañeros de viaje: no os podéis perder la visita a la granja de renos Reindeer Park Kopara, así como la Arctic Husky Farm. Allí descubriréis por qué el trineo con renos es más recomendable cuando sube la temperatura… y cuando digo “subir”, ¡hablo de llegar a 10 grados bajo cero! (porque los renos pueden sacar sus patas de la nieve aunque se hundan en ella porque está blanda), mientras que los huskies son más adecuados para tirar el trineo con más frío, cuando la nieve se transforma en hielo.

Y después de una jornada de nieve, tras haber saciado el hambre en el típico Café Loimu (en el Centro de Naturaleza Naava), nada más reconfortante que una buena taza de té en un iglú de cristal como los del Santa’s Hotel Aurora, un lugar inmejorable para disfrutar de las auroras boreales o, si viajáis en verano, del famoso sol de medianoche.

Si os gusta más la madera, una opción son las cabinas familiares Pyhä-Luosto Travel Ltd., realizadas en madera de kelo. Y colorín colorado… No, este cuento no acaba en el avión de regreso: os aseguro que poner un pie en Laponia es una experiencia que te acompaña durante mucho, mucho tiempo. Es el tipo de viajes que te transportan a momentos lejanos de la infancia y te permiten reencontrarte contigo misma en plena conexión con la naturaleza. Una ilusión que podéis compartir con vuestros hijos. Os lo agradecerán.

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domingo, marzo 18

Los honorarios de Sócrates

Cierto día, un rico ateniense encargó a Sócrates la educación de su hijo. El filósofo le pidió por aquel trabajo quinientos dracmas, pero al hombre le pareció un precio excesivo.

- ¡Por ese dinero puedo comprarme un asno!-, alegó

- Tiene razón. Le aconsejo que lo compre y así tendrá dos.


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sábado, marzo 17

La vuelta al mundo con faldas… y en 72 días


(Un reportaje de Manel Loureiro en El Mundo del 10 de diciembre de 2017)

Cómo 15 años después de que saliera el célebre libro de Julio Verne, dos mujeres partieron de Nueva York dispuestas a batir la marca de Phileas Fogg. Y el sorprendente fin de carrera que el destino tenía guardado para las valientes Nellie Bly y Elizabeth Bisland.

La historia que les voy a contar es digna de una novela -y en cierta medida tiene algo de novelesca, pues arranca con un libro de Julio Verne-, pero además es una historia de superación, tesón y constancia, una historia de romper límites y de negarse a aceptar que ser mujer pudiese convertirse en un impedimento para viajar o hacer trabajos reservados basta entonces a los hombres. Esta es la historia de dos mujeres valientes, Nellie Bly y su rival Elizabeth Bisland, que se atrevieron a lo imposible y cuyas vidas quedaron desde ese momento enlazadas para siempre. Pónganse cómodos, empezamos.

Estamos en 1889. Nellie Bly -que en realidad se llama Elizabeth Jane Cochran- es una periodista que trabaja en el New York World, un periódico propiedad de Joseph Pulitzer (sí, el mismo Pulitzer que más adelante le daría su nombre al famoso galardón), y que no deja de sorprender a su poderoso jefe. En aquel entonces, las pocas mujeres que hacían periodismo se veían relegadas a las llamadas «páginas femeninas», una sección del periódico en la que se hablaba de cocina, cuidado de los hijos, higiene doméstica... y poco más. Las partes serias del periodismo quedaban reservadas a los hombres, pero Nellie Bly iba a demostrar enseguida que eso podía cambiar. Al poco tiempo de entrar en el New York World, hizo una de las primeras investigaciones encubiertas de la historia del periodismo, al fingir que estaba loca para que le encerrasen durante 10 días en un manicomio y comprobar de primera mano cómo era el trato a los internos. Cuando Pulitzer la sacó del encierro, tras los 10 días pactados, Nellie Bly escribió un reportaje estremecedor sobre las horribles condiciones de los asilos mentales de la época. Seca, directa y audaz, la inquieta Nellie no soportaba bien los rígidos corsés morales de la época y por eso le hizo a su jefe una sorprendente proposición.

Apenas 15 años antes, Julio Verne había publicado La vuelta al mundo en 80 días y obtenido de inmediato un éxito mundial. Pues bien, Nellie se proponía intentar emular el viaje de Phileas Fogg en la vida real, para comprobar si era posible hacer la vuelta alrededor del globo en menos de 80 días. Pulitzer, que era un lince para la publicidad, enseguida vio el potencial sensacionalista de la historia. Una mujer, sola y sin compañía, intentando hacer lo que ningún avezado explorador había conseguido antes.

Cuando publicó el desafío de Nellie Bly a toda página en la portada del periódico, las mofas y el escepticismo se sucedían por todas partes: era imposible que una mujer viajase sin un hombre que la protegiera, decían unos. Una mujer tiene que llevar tanto equipaje consigo que será imposible que pueda moverse rápido, replicaban otros. Algunos incluso dudaban que una mente femenina estuviese preparada para los rigores y las dificultades de un viaje tan largo o que los vestidos femeninos le permitiesen viajar con comodidad.

Pero Nellie, que estaba acostumbrada a los desprecios y a la incredulidad, hizo oídos sordos y se preparó para el viaje. [Así se ve] en la foto que se publicó el día de su partida […]: Nellie partiría tan sólo con el vestido que llevaba puesto, un robusto abrigo, un pequeño maletín con varias mudas de ropa interior y su neceser y unas 200 libras -la divisa internacional del momento- en una cartera colgada de su cuello. Nada más. Con eso tendría que apañárselas durante todo el viaje. El entusiasmo que suscitó su desafío fue tal y como Pulitzer había supuesto. El 14 de noviembre de 1889, en medio de una multitud, Nellie Bly embarcó en un buque rumbo a Europa para comenzar un viaje de casi 25.000 millas.

Pero esa misma mañana, un rato antes de que el barco zarpase, John Brixben Walker, editor del Cosmopolitan -un diario rival del New York World de Pulitzer-, casi se atraganta con el desayuno. Al parecer no se había tomado en serio el desafío de Nellie Bly, por lo que cuando vio en la portada de la competencia que la joven estaba a punto de partir se sorprendió. De inmediato decidió que si una periodista de su archiadversario Pulitzer iba a dar la vuelta al mundo, el Cosmopolitan no podría ser menos. Así, cuando llegó a su despacho llamó a Elizabeth Bisland, que trabajaba para él. No podríamos encontrar una mujer más opuesta a la intrépida Nellie. De carácter delicado, inclinada a la literatura y la pintura, Bisland escribía poesía y tenía una profunda formación clásica. Era una mujer más hogareña y ajustada a la mentalidad victoriana, para entendernos. Por eso es cil imaginarse la impresión que tuvo que recibir cuando su jefe la informó de que tenía seis horas para preparar su equipaje y… ¡dar la vuelta al mundo!

Quizás otra se habría arrugado, pero Elizabeth Bisland, aunque era de carácter tímido, no era ninguna cobarde. Esa misma tarde, mientras Nellie partía rodeada de un gentío rumbo a Europa, Elizabeth salía de forma casi anónima en dirección opuesta, pero con el mismo objetivo que su rival: ser la primera persona en dar la vuelta al mundo en menos de 80 días.

La carrera había empezado y la locura se desató. Los periódicos de Estados Unidos y de medio mundo seguían con pasión a las dos mujeres en sus respectivos trayectos. Una de ellas iba en dirección este -Nellie Bly- viajando hacia Europa, mientras Bisland lo hacía al oeste, hacia Asia desde la costa norteamericana. En un principio Nellie ni siquiera era consciente de que estaba en medio de una carrera, hasta que por fin alguien la informó de que Bisland estaba viajando en dirección opuesta... y al parecer iba a una velocidad endemoniada. Por lo visto las apariencias engañaban y aquella redactora del Cosmopolitan de aspecto frágil era una viajera mucho más dura y avezada de lo que podía suponerse. Bly se dio cuenta de que tendría que darse aún más prisa si no quería perder su apuesta.

Cada poco tiempo las aventureras mandaban las crónicas de viaje a sus respectivos periódicos. Los cables submarinos eran una novedad de la época y permitían que las noticias llegasen en cuestión de horas casi desde cualquier punto del globo. Por primera vez en la historia, una noticia tenía dimensión global en sentido puro… y estaba protagonizada por dos mujeres, para pasmo de muchos.

Cuando Bly llegó a Francia, en una de sus primeras etapas, hizo algo sorprendente: se desvió unos cientos de kilómetros del camino más corto para visitar la ciudad de Amiens. ¿Qué extraño motivo podía llevar a esta mujer a semejante distracción, metida ya en plena carrera? Uno muy importante. En Amiens vivía nada menos que Julio Verne y Nellie Bly deseaba conocer al hombre que había hecho germinar en ella la semilla de aquel desafío.

Sin embargo, el encuentro con Verne no fue como Nellie había supuesto. Si esperaba que el autor francés la recibiese con alegría o que la animase en su viaje, no pudo haberse equivocado más. La actitud de Verne con ella fue fría, altiva e incluso distante. El autor galo le dijo: «Señora, si es usted capaz de hacerlo en 79 días, yo mismo la felicitaré personalmente», dejando bien claro que pensaba que las posibilidades de Bly de conseguirlo eran nulas. El visionario Veme no podía estar más errado y aquel desplante no hizo más que enardecer a Nellie. De Francia pasó a Brindisi, de allí al Canal de Suez y pronto, en un largo viaje en barco, llegó a Ceylan. Durante el trayecto tuvo tiempo para escribir preciosas crónicas de viajes, visitar una leprosería e incluso comprarse un mono en Singapur, que le daría numerosos dolores de cabeza durante el resto del viaje.

Mientras tanto, Elizabeth Bisland seguía su camino, inasequible a las dificultades. Tras llegar a China, se cruzó en algún punto de alta mar con Bly, en pleno sudeste asiático, sin que ninguna de las dos tuviese la menor idea de que sus caminos transcurrían a pocos kilómetros en aquel momento. A diferencia de su competidora, Bisland era de carácter más ordenado y discreto (el hecho de que el Cosmopolitan fuese mensual y el New York World tuviese una publicación diaria hacia que mucha menos gente estuviese al tanto de sus crónicas) y si en algún momento se sintió sobrepasada por el viaje no lo hizo traslucir.

Mientras tanto, en Nueva York, Pulitzer y Whlker, los dos editores, estaban con su guerra particular. Ninguno había supuesto que la carrera iba a obtener semejante repercusión pública, así que ambos decidieron que sus periodistas tenían que ganar a toda costa.

El concepto de juego limpio era algo bastante flexible en aquellos tiempos, así que los dos hombres de negocios se dedicaron sin ningún rubor a regar el camino de sus propias reporteras con sobornos para hacer que fuesen más rápido... y el camino de la rival con más sobornos todavía para ralentizar su marcha lo máximo posible. Así, había ferrocarriles que desaparecían misteriosamente del horario, barcos que sufrían inexplicables averías o, por el contrario, aparecían de la nada trenes privados que recorrían en días lo que por medios normales tardarían semanas. Todos estos ardides al final se acababan anulando entre sí, pero hacían el viaje de las dos aventureras aún más impredecible.

Finalmente, el 25 de enero de 1890, a las 15.51, una agotada pero desafiante Nellie Bly llegaba a la redacción del periódico, tan sólo 72 días, seis horas, 11 minutos y 14 segundos después de haber salido de Nueva York. Una mujer sola, había establecido el primer récord alrededor del globo, y había tardado ocho días menos que el personaje de Verne. De una sola tacada había demostrado que la realidad superaba a la ficción, que el mundo ya era un sitio mucho más pequeño y que además las mujeres estaban listas para tomar la iniciativa incluso en las empresas más arriesgadas. El feminismo, que por entonces estaba en sus albores, aplaudió con fervor la gesta de Bly, así como la mayor parte del público americano. Se había convertido en una heroína.

Elizabeth Bisland llegó tres días más tarde, tras haber perdido en el último momento un rápido vapor para cruzar el Atlántico, engañada por una falsa información. Si ésta fue obra de Pulitzer o un simple error propio es algo poco claro. De todas formas, el tamaño de su gesta no era muy diferente al de Bly y para mí, tiene incluso más valor: al fin y al cabo Nellie Bly era una aventurera, llevaba un año preparando su viaje, física y mentalmente, mientras Bisland se vio arrojada a él en cuestión de horas.

Sea como fuere, ambas mujeres pasaron a la historia. A partir de ahí, su destino es curioso. Bisland dejó el mundo del periodismo y se dedicó a la literatura, mientras Nellie Bly fue una de las primeras reporteras de guerra de la historia al cubrir la I Guerra Mundial, se casó con un millonario y luego se arruinó tratando de mejorar las condiciones de sus trabajadores. Pero el destino tenía guardado un último guiño. Nellie murió con 57 años, en 1922, de una neumonía. Sólo siete años después, fallecía con 67 años Elizabeth Bisland, también de neumonía... y ambas están enterradas en el mismo cementerio de Nueva York, a pocos metros una de otra, unidas en el último viaje.

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