Cuéntame un cuento...

...o una historia, o una anécdota... Simplemente algo que me haga reir, pensar, soñar o todo a la vez, si cabe ..Si quereis mandarme alguna de estas, hacedlo a pues80@hotmail.com..

miércoles, enero 31

Ejercicios para tener los ojos en forma

(Un texto de S. Vivas en la revista Mujer de Hoy del 27 de agosto de 2016)

Con los años, los ojos pierden agilidad y la capacidad de enfocar correctamente. Con estos ejercicios contrarrestarás ese desgaste.

Al despertar
Recorre con la vista los bordes de los objetos que te rodean. A continuación, para contraer los músculos, cierra los ojos con fuerza tres segundos, y para que se estiren, ábrelos todo lo que puedas otros tres segundos. Repite cinco veces.

Durante el día
Sin mover la cabeza ni el cuello, mira hacia arriba durante tres segundos y después hacia abajo. Realiza el mismo movimiento ocular cuatro veces. Después, en la misma postura, mira de derecha a izquierda y después traza un círculo con los ojos en el sentido de las agujas del reloj y, después, en sentido contrario. Este ejercicio es especialmente beneficioso para los miopes e hipermétropes pues trabaja el músculo externo del ojo.

Con el ordenador
Los músculos que mueven los ojos son los más activos del cuerpo y tenerlos ocho horas con la mirada fija es una dura prueba. Para ayudarles, elige un objeto cercano y otro lejano como puntos de referencia y cambia el enfoque del uno al otro cinco veces. Después, cúbrete los ojos cerrados con las palmas de las manos durante un minuto.


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martes, enero 30

Robert Doisneau, el fotógrafo de París

(Un texto de Lourdes Gomez en la revista XLSemanal del 25 de septiembre de 2015)

Robert Doisneau es uno de los fotógrafos que mejor captó la belleza de lo cotidiano. Apostado en las calles de París, retrató todo el siglo XX, pero una foto lo hizo mundialmente famoso: ‘El beso frente al ayuntamiento’, no exenta de polémica. Una exposición homenajea al genio que hizo de la gente corriente algo extraordinario.

En 1950, la revista Life le encargó a Doisneau una serie sobre jóvenes en París. De ahí salió El beso, una foto espontánea… pero no tanto. Doisneau conoció a Françoise Bornet y Jacques Carteaud, entonces estudiantes y novios, en un café y les propuso posar. La foto arrasó como icono de posguerra, pero la verdadera historia no se supo hasta 1993. Una pareja afirmó ser la de la foto y le reclamó dinero.

El fotógrafo ganó el juicio al presentar la serie completa de fotos, pero entonces fue Bornet, la protagonista real, la que reclamó su parte. Otra vez Doisneau ganó al demostrar que le había pagado regalándole una copia de la foto, que vendió por una gran suma años después. Según las hijas de Doisneau, la polémica minó la salud de su padre. Murió un año después, a los 81.

La forma de trabajar de Doisneau era sencilla. Salía temprano a la calle, buscaba un lugar sugerente y pasaba horas allí, atento a lo que pasaba para captar los gestos de la gente. Y eso lo aplicaba tanto a desconocidos como a famosos. Fue un pionero en fotografiar a grandes personajes en sus lugares cotidianos. Así hizo con Sartre, Giacometti, Camus, Picasso… Y siempre encontraba un gesto único.

Doisneau dejó alrededor de 450.000 negativos. La inmensa mayoría de sus fotos son en blanco y negro. Aunque experimentó con el espectro cromático, no publicó ninguna foto en color hasta los años sesenta. Fue su serie en Palm Springs, en Estados Unidos, una sorprendente e irónica producción sobre un universo un tanto irreal y muy alejado del París en el que él siempre vivió.

Grabador y tipógrafo de formación, Doisneau aprendió fotografía por su cuenta. Empezó como fotógrafo industrial, pero duró poco. Prefería las calles, donde coincidía con Cartier Bresson, ambos unidos en la búsqueda del ‘instante decisivo’. «No había plan alguno, sino improvisación día a día», contaba Doisneau, en busca siempre de un ideal. «Mi foto es la del mundo tal como deseo que sea».

«Los gestos corrientes de gente corriente en situaciones corrientes». Así definía sus fotos Doisneau. Al final de su vida insistía: «Hoy, algunos tratan de provocarme mala conciencia llamándome ‘depredador’. Es cierto, lo reconozco, me apoderé de los tesoros que algunos de mis contemporáneos llevaban consigo sin ser conscientes de ello».

Doisneau indagó también sobre la vida nocturna de París. En los clubs de jazz y los locales de starlettes coincidía con intelectuales como Sartre o Cocteau, con los que entabló amistad. Fotografió más de 30 años con una Rolleiflex. Doisneau decía que le venía bien por su timidez. Obligado a encorvarse para regular su visor, la cámara le tranquilizaba: «No es agresiva y permite un gesto de cortesía al tener que agachar la cabeza».


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lunes, enero 29

La otra familia de Felipe IV



(Un texto de Luis Reyes en la revista Tiempo del 15 de octubre de 2013)

Madrid, 1621-1665 · Durante su reinado, Felipe IV engendra entre 30 y 60 bastardos en amoríos de todo nivel.

Son todos los que están, pero no están todos los que son en la fantástica exposición de retratos de la familia de Felipe IV recién inaugurada en el Museo del Prado. Porque el rey Planeta tuvo 13 hijos de sus dos matrimonios, pero engendró el triple de bastardos, y alguno ocupó un lugar protagonista en la Historia de España.

“Amor trompero, cuantas veo tantas quiero”. Este refrán que cita Covarrubias en su Tesoro de la Lengua Castellana parece de molde para Felipe IV, un enamorado irremisible que se encaprichaba de cualquier mujer hermosa que viese, sin que ni siquiera la Grandeza de España o la clausura del convento fuese barrera para sus amores. Las crónicas de Madame D’Aulnoy relatan las aventuras galantes del rey y dan detalles como que pagaba a las prostitutas 20 escudos, cantidad rácana para un soberano que enfadó a alguna meretriz de lujo.

Las andanzas reales eran conocidas y se comentaban; Quevedo escribía en carta a un amigo “hay, parece, nuevas odaliscas en el serrallo y esto entretiene mucho a Su Majestad”. Más cortesano, Antonio de Zayas, duque de Amalfi, decía en un soneto describiendo al rey: “Oculta el traje que severo luce / de amor y gloria devorante fuego / que de sus noches el placer inquieta”. Y Marañón sostiene que el conde-duque de Olivares le proporcionaba aventuras a Felipe IV para aplacar su “devorante fuego” con otras mujeres y que dejara en paz a la reina cuando estaba encinta, para no perjudicar el embarazo.

Fruto de los ardores del rey fueron gran número de bastardos, entre 30 y 60 según las fuentes, de los que conocemos alrededor de una decena, más o menos reconocidos por Felipe IV. El padre Flórez, famoso historiador del siglo XVIII, cita a ocho con nombres y apellidos. El primero de estos fue fruto del amor de juventud que Felipe, a los 19 años, sintió por la hija del conde de Chirel. Ventajas de su posición, envió al padre de la amada en misión de guerra a Italia y así la sedujo sin obstáculos; en 1626 nació un fruto de estos amores, Francisco Fernando Isidro de Austria, que murió cuando tenía 8 años y al que Felipe IV, que lo quería mucho, reconoció póstumamente y enterró en El Escorial.

Juan de la Tierra.

El siguiente bastardo lo concibió María Inés Calderón, la Calderona, estrella del teatro y objeto de deseo para muchos hombres. La Calderona era mujer de rompe y rasga, como evidencia el retrato suyo que hay en el convento de las Descalzas, y a los 16 años tenía ya un marido irrelevante y un amante Grande de España, el duque de Medina de las Torres, yerno del conde-duque de Olivares.

La entrada de Felipe en la alcoba de la Calderona no hizo salir de ella al noble. La actriz simultaneaba ambos amantes, hasta que un día hubo un desfase y coincidieron los dos. El rey estuvo a punto de matar allí mismo al duque, pero las súplicas de la amante compartida le salvaron la vida. El duque se fue al destierro, y la Calderona, al convento alcarreño de Valfermoso de las Monjas, aunque hizo entrada de gran señora, pues recibió el velo del futuro papa Inocencio X, y llegaría a ser superiora.

La Calderona tuvo al parecer dos hijos con el rey, Luisa de Orozco Calderón, monja de la que se sabe poco, y un niño del que se sabe mucho, pues fue un protagonista de su siglo. Empezó mal el bastardo real, pues en 1629 fue bautizado con el nombre de Juan de la Tierra, que era como se cristianaba a los de padre desconocido –aunque fue su padrino un caballero de Calatrava de la Casa del rey– pero a los 12 años fue legitimado por Felipe IV y mudó ese nombre vergonzante por el de don Juan José de Austria, infante de España con tratamiento de Serenidad (el mismo que los príncipes electores del Sacro Imperio) y fue nombrado superintendente del ejército para la guerra de Portugal.

Don Juan José, guapo, sano y con fuerte carácter, capaz de aplastar la rebelión de Masaniello en Nápoles cuando solo tenía 18 años, y de reconquistar luego Barcelona, fue el hijo que Felipe IV habría querido para heredero, y no el pobre Carlos II. Cuando este, aún niño, subió al trono, el hermano bastardo mantuvo una pugna por la regencia con la madre, Mariana de Austria. La lucha fue larga, pero en 1678 don Juan José tomó el poder y confinó a la reina en Toledo. Se convirtió en el valido de Carlos II y tuvo en sus manos el destino de España, aunque le duró poco, pues murió al año siguiente.

En especial peligro estaban las damas de la reina, varias de ellas convertidas en amantes. Destaca por lo paradójico el caso de doña Casilda Manrique de Luyando, noble viuda que tenía el cargo de guardadamas mayor, es decir, precisamente la responsable de vigilar la moral de las damas jóvenes, que de guardiana se convirtió en presa. Doña Casilda tuvo un niño llamado Carlos Fernando de Austria, que vivió toda su vida en la Corte con la consideración y el apellido de hijo del rey, aunque no fuese prohijado legalmente. Este se casó y tuvo una hija, Mariana Fernández de Austria, aunque cuando enviudó, ya cincuentón, se ordenó sacerdote y fue canónigo de la catedral de Guadix.

Carreras eclesiásticas.

Aunque pagara poco a las prostitutas, Felipe IV sí se preocupaba por las amantes palaciegas. A doña Casilda la mandó una temporada a la Corte imperial austriaca, de donde volvió como guardadamas mayor de la segunda esposa del rey. A doña Constanza de Ribera y Orozco, a la que dejó preñada siendo soltera, la casó con su gentilhombre de cámara, don José Enríquez de Guzmán, de la más alta nobleza de Castilla, que pasaría por padre del bastardo real don Alonso Enríquez de Guzmán, marqués de Quintana y conde de Castronuevo, que al quedarse huérfano fue criado por la familia pseudopaterna, los Enríquez.

Cuando murió el príncipe Baltasar Carlos, heredero de Felipe IV, este quiso reconocer a ese hijo que era su viva imagen, según puede comprobarse en el retrato que le hizo Maíno vestido de dominico, y le invitó a venir a residir a la Corte, donde habría tenido un papel semejante al de don Juan José de Austria. Pero el muchacho, que con 16 años tenía fuerte personalidad, rechazó la propuesta paterna y prefirió ingresar en la orden de Santo Domingo. Fray Alonso, que nunca aceptó la paternidad real pese a la evidencia física, fue una lumbrera como orador, teólogo y filósofo. Fue provincial de los dominicos en Andalucía y obispo de Osma, de Plasencia y de Málaga, sede que ocupó hasta su muerte, además de mecenas que protegió a grandes artistas como el escultor Pedro de Mena o Alonso Cano.

Caso parecido al anterior fue el de Alonso Antonio de San Martín, hijo de doña Mariana Pérez de Cuevas, dama de la reina cuyo pecado fue encubierto por don Juan de San Martín, gentilhombre de Su Majestad; el bastardo real llegaría a ser obispo de Oviedo y de Cuenca. O el de doña Ana Margarita de Austria, nacida en 1641 de María de l’Escala, la más joven de los bastardos reales identificados, que si no fue reconocida de derecho si lo fue de hecho, como prueba su apellido o el tratamiento de Serenidad que le otorgó el rey. Ingresó a los 12 años en el Real Monasterio de la Encarnación, del que sería abadesa, y que guarda un gran cuadro de su ceremonia de profesión de votos hecho por el pintor de la Corte Antonio Pereda, en el que la real bastarda aparece con San Agustín y la Virgen.

Algún hijo se dedicó a las armas, como Fernando Valdés, que el rey había tenido con María de Uribeondo, que fue general de Artillería y gobernador de Novara, pero era más recurrida la carrera eclesiástica, que fue la que siguió Juan Cossío, fraile agustino y predicador muy famoso en Nápoles, que pasaba por hijo de don Francisco Cossío, aunque los napolitanos decían al verlo por la calle en tiempos de Carlos II: “Ahí va el hermano del rey”, tan evidentes eran sus rasgos físicos.

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domingo, enero 28

Miles Davis y Chet Baker: dos vidas paralelas

(Un artículo de Ixone Díaz Landaluce en el XLSemanal del 4 de septiembre de 2016)

Pocos genios de la música han dejado, además de una gran obra, una vida de pleícula. Siempre al borde del abismo, Miles Davis y Chet Baker – tan distintos musicalmente- llevaron vidas muy parecidas. intensas, rotas y marcadas por la droga. Dos filmes indagan en la desenfrenada biografía de estos dos colosales trompetistas.

Apenas se cruzaron unas pocas palabras, pero compartieron músicos y escenario. Aquella noche del 13 de septiembre de 1953, en el club Lighthouse de Los Ángeles, dos genios del jazz dieron lugar a un disco legendario. El único que consiguió juntar a Miles Davis y Chet Baker, dos de los mejores trompetistas de la historia. La realidad, sin embargo, es que nunca llegaron a estar juntos sobre aquel escenario. primero fue el turno de Baker, el trompetista blanco, guaperas y de aire melancólico; más tarde, el de Davis, la leyenda extravagante, que apenas tocó tres temas. Nunca habían tenido una relación fluida. Para Davis, Baker -que había aprendido mucho (y copiado algo) de él- no era un músico serio. Puede que no fueran amigos íntimos, pero tenían muchas más cosas en común de lo que sospechaban. Aparte de su habilidad para arrancarle notas a la trompeta, compartían existencias atormentadas, adicciones varias, una increíble facilidad para meterse en líos y una peligrosa tendencia a la autodestrucción.

Y, ahora, Miles Davis y Chet Baker tienen algo más en común. Hollywood los ha convertido en carne de biopic. En Born to be blue, Ethan Hawke se mete en la piel de Baker; y en Miles ahead, Don Cheadle ‘resucita’ a Miles Davis y hasta podría aspirar al Oscar por su interpretación.
 
El James Dean del jazz. Pese a su merecida reputación de alma rebelde y torturada, Chet Baker (Oklahoma, 1929) comenzó cantando en el coro de una iglesia. Su padre era guitarrista profesional y, aunque su madre trabajaba en una fábrica de perfumes, también era una talentosa pianista. Como el trombón que su padre le intentó enseñar a tocar era demasiado pesado para un niño, cuando cumplió 11 años recibió una trompeta como regalo de cumpleaños. Fue amor a primera vista. Por las tardes se sentaba con su madre en el porche de casa a escuchar la radio para memorizar las canciones y tocarlas después con el instrumento. Abandonó el instituto antes de tiempo y se alistó en el Ejército. Apenas duró seis meses en Alemania.

Después lo destinaron a San Francisco. Pronto empezó a frecuentar más los clubs de jazz de la ciudad que la base militar y dejo el Ejército para convertirse, esta vez sí, en músico profesional. Un par de años más tarde, el gran Charlie Parker lo escuchó durante una audición y lo contrató para acompañarlo en una de sus giras. Con la bendición de Parker, todas las puertas del jazz comenzaron a abrirse para él. Gerry Mulligan lo invitó a unirse a su célebre cuarteto y, de la noche a la mañana, Baker se convirtió en un pequeño fenómeno. era un blanco en un mundo de negros y un guaperas al que apodaron como el «James Dean del jazz» por su pose de tipo rebelde e incomprendido.

Recibió premios (como trompetista, pero también como vocalista), formó un cuarteto con su nombre y tocó junto con todas las glorias vivas del jazz, Davis incluido. Cumplía, además, con los requisitos de las estrellas de la época. le gustaba conducir coches de lujo y seducir a cuantas más mujeres, mejor. Incluso Hollywood se fijó en él, pero después de su debut en la gran pantalla (en la poco memorable Hell’s horizon) rechazó un suculento contrato de un estudio cinematográfico. Prefería ser músico, vivir en la carretera.

Una vida ‘colocado’. Empezó a pincharse heroína a finales de los cincuenta. Y su adicción fue consumiéndolo poco a poco durante la década de los sesenta. entraba y salía de la cárcel por delitos menores, vendía sus instrumentos para financiarse la dosis, fue expulsado de Inglaterra, deportado a Estados Unidos desde Alemania y pasó un año encarcelado en Italia. Llevaba una vida caótica y era incapaz de asumir compromisos musicales a largo plazo o de aceptar las irrechazables ofertas de algunas discográficas. Y sus hábitos cada vez eran más nocivos. acabó consumiendo speedball, una mezcla explosiva de heroína y cocaína. En Let s get lost, el documental que Bruce Weber rodó sobre él y estrenó tras su muerte, la cantante Ruth Young, que compartió diez años con el trompetista, lo definió así. «Era arrogante, un estúpido neurótico, dependiente de cualquier cosa. Y no me refiero solo a la heroína». Estuvo casado tres veces y tuvo cuatro hijos (tres de ellos con la actriz Carol Baker), pero la familia nunca fue una de sus prioridades.

En 1966, Baker recibió una terrible paliza en la que le destrozaron la mandíbula y prácticamente lo dejaron sin dientes. Según su versión, fue un grupo de chicos que intentaron robarle. Aunque el enseñamiento con su boca, su modo de ganarse la vida, indica que podría tratarse más bien de un ajuste de cuentas.

Las heridas en la boca y su dentadura afectaron gravemente a su embocadura y estuvo varios años sin poder tocar la trompeta y ganándose la vida (y costeando sus adicciones) como empleado en una gasolinera. Y desapareció. Algunos incluso lo dieron por muerto. Pero Baker se empeñó en aprender a tocar la trompeta de nuevo y después de reconstruirse la dentadura y de recibir tratamiento con metadona (aunque nunca dejó del todo las drogas) se instaló en Nueva York y empezó a dar pequeños conciertos y a grabar discos con sellos modestos. Pasó la última década de su vida en Europa, donde grababa discos minoritarios que la crítica recibía apasionadamente. En mayo de 1988, Baker cayó por la ventana de su habitación en un céntrico hotel de Ámsterdam. Estaba ‘colocado’. Consumió cocaína y heroína, una mezcla que consumía con regularidad y que él mismo calificaba de "aterradora", hasta el último día de su vida. Y murió con 58 años.

El genio inimitable. Davis apenas sobrevivió a Baker tres años… Había crecido en una familia acomodada de Saint Louis. su madre era maestra y su padre, un prominente dentista que, cuando Davis cumplió 13 años, le regaló su primera trompeta y consiguió que un músico de jazz local le enseñara a tocar sus primeras notas. Era obvio que tenía un talento natural para el instrumento. Con 16 años empezó a tocar en clubs locales y con 17, cuando la banda de Billy Eckstine llegó a la ciudad (con Charlie Parker al saxofón), Davis logró ocupar la vacante de tercer trompetista. La experiencia le abrió los ojos y decidió mudarse a Nueva York. estudiaba música clásica en la prestigiosa Juilliard por la mañana y tocaba jazz en los clubs de Harlem por la noche. Pronto dejó la escuela y se unió a la banda de Parker de manera permanente. Su talento para arrancarle nuevos sonidos a la trompeta era extraordinario.

«No toques lo que ya existe», solía decir para resumir su filosofía. Le gustaban los retos y le obsesionaba encontrar nuevos estilos y, de paso, redefinir el jazz en el intento. «Cambié el destino de la música cinco o seis veces», llegó a escribir en una ocasión. Nunca fue un tipo modesto. Pero tampoco mentía. Le interesaba cualquier tipo de música y cualquier tipo de fusión. desde el pop (colaboró con Prince) o la música árabe e hindú hasta el flamenco. Y no se casaba con nadie. en la época del black power, contrataba músicos blancos, pero también brasileños, hindúes o árabes.

Pero todo lo que tenía de genio musical lo tenía de tipo conflictivo. Podía ser cruel y brutal, sobre todo con las mujeres… Estuvo casado tres veces. con la bailarina Frances Taylor, quien confesó que había temido varias veces por su vida durante su matrimonio; con la cantante Betty Mabry y con la actriz Cicely Tyson. Y firmó tres divorcios. Sobre el escenario también era arrogante. capaz de darle la espalda al público durante una actuación o de ausentarse en medio de un concierto sin mediar palabra o explicación. Aunque era un tipo culto, a menudo se comportaba como un pequeño gánster. le gustaba pasearse con una pistola en la cintura, chulear al volante de su Ferrari o su Lamborghini y tenía un don especial para meterse en líos, generalmente relacionados con las drogas. Aunque en los años cincuenta logró desengancharse de la heroína, siempre arrastró una personalidad de adicto.

Encierro y ‘acid jazz’. En los setenta, Davis se tomó un respiro del mundo. Y se sumergió en las drogas. Apenas salía de su apartamento en el West Side neoyorquino. Estaba agotado física y creativamente. Siempre había tenido una salud débil. había sufrido pólipos en las cuerdas vocales, diabetes, problemas cardiacos, llegó a romperse las dos caderas… No volvió hasta finales de la década, cuando ya desintoxicado empezó a coquetear con el funk y el acid jazz y a buscar, una vez más, un sonido nuevo mientras pintaba cuadros muy cotizados. Durante años se rumoreó que padecía sida, algo que él siempre negó. Después de ingresar en un hospital de Los Ángeles a causa de una neumonía, Davis sufrió un fallo cardiaco cuando trataba de resistirse a recibir un tratamiento médico. Tras varios días en coma, Miles Davis murió el 28 de septiembre de 1991. Tenía 65 años.

Davis y Baker fueron coetáneos, genios de esa trompeta que les regalaron sus padres por su cumpleaños, personajes volubles y conflictivos que desaparecieron entre sus adicciones y se fueron demasiado pronto. Ahora el cine nos los devuelve.


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sábado, enero 27

¿Cuál ha sido el naufragio más letal?

(Un texto de José Segovia en el XLSemanal del 4 de septiembre de 2016)

No fue el hundimiento del Titanic, ni tampoco el del Lusitania. El triste récord lo ostenta el crucero alemán M. V. Wilhelm Gustloff, que fue torpedeado por un submarino ruso en enero 1945. El naufragio causó la muerte a 9343 personas, incluidos 5000 niños.

En aquellas fechas, Alemania se encontraba al borde del abismo. El avance del Ejército Rojo ponía en peligro la integridad de Prusia Oriental, lo que obligó al almirante Dönitz a ordenar la evacuación de la población germana que vivía en esa región centroeuropea. Unos siete millones de alemanes huyeron a través del corredor polaco de Danzig hacia Alemania.

A pesar del peligro que suponía la presencia de submarinos soviéticos en la zona, miles de refugiados fueron a los puertos para ser evacuados en todo tipo de embarcaciones. Entre los grandes cruceros que acudieron al auxilio de la población civil estaba el Wilhelm Gustloff, que partió el 30 de enero con más de 10.000 personas a bordo. Ateridos de frío, los refugiados apenas podían moverse en las atestadas cubiertas y bodegas del navío.

El capitán situó el Wilhelm Gustloff junto a los dos torpederos que lo iban a escoltar. El buque navegó de noche con las luces apagadas para no delatar su presencia. Hacia las 21 horas, el oficial de guardia las volvió a encender para evitar colisionar con un dragaminas alemán que se encontraba en las inmediaciones, momento en que el barco fue detectado por el submarino soviético S-13, cuyo oficial Aleksandr Marinesko ordenó atacarlo con cuatro torpedos.

A las 21.08 horas, tres de ellos impactaron en el ‘Titanic alemán’, que rápidamente se inclinó a estribor en medio del humo, el ruido de las explosiones y los gritos de desesperación de los refugiados, muchos de los cuales se lanzaron a las gélidas aguas del Báltico para escapar de las llamas. Durante 44 larguísimos minutos, el navío luchó por permanecer a flote. Finalmente se hundió. Los torpederos alemanes acudieron al rescate y salvaron a 1239 personas. Otras 9343 perecieron.

El Wilhelm Gustloff se hundió a 44 metros de profundidad. Algunas fuentes señalan que los soviéticos dinamitaron los restos para evitar futuras investigaciones, aunque no debieron de conseguirlo ya que tres grandes secciones del buque fueron filmadas por un equipo submarino en 1995.

Sin perdón

Aleksandr Marinesko, oficial del submarino soviético, afirmó que el Wilhelm Gustloff era un legítimo blanco militar, ya que no llevaba signos externos que lo identificaran como un buque hospital.

Depredador marino

El Alto Mando Naval ruso se negó a otorgar a Marinesko la distinción de Héroe de la Unión Soviética, dada su proverbial afición a la bebida, sus frecuentes líos de faldas y su falta de disciplina.



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viernes, enero 26

Desenterrando a Nerón

(Un texto de Matías Schulz en el XLSemanal del 4 de septiembre de 2016)

Pasó a la historia como un emperador cruel y depravado y sin duda hizo méritos para ello. Sin embargo, algunos historiadores quieren rehabilitar la figura de Nerón. Al mismo tiempo, los restos de su espectacular Palacio Dorado, localizado en Roma, aportan nueva luz sobre el personaje.

Un día de diciembre del año 37, Agripina -una aristócrata romana- trajo al mundo a un bebé que nació de nalgas y que tiempo después, ya como soberano de medio mundo, disfrutaría enseñando el trasero y saltándose uno tras otro todos los tabúes de la época. Cuando tenía que gobernar, cantaba; en lugar de engendrar hijos, se casó con dos hombres y, en lugar de honrar a su madre, hizo que la apuñalaran.

A la edad de 30 años, Nerón cargaba ya con tantos desastres sobre sus espaldas que el Senado decidió aplicarle el castigo denominado damnatio memoriae. su recuerdo fue borrado de los anales y se le obligó a suicidarse.

Los principales responsables de su ‘mala reputación’ son sobre todo sus primeros biógrafos: Tácito, Dion Casio y Suetonio. Ninguno de ellos transmitió nada positivo sobre el soberano. Lo acusaron de infectar Roma, quemar a los primeros cristianos y crucificar a los apóstoles Pablo y Pedro. Según la interpretación cristiana, en la Biblia aparece citado como bestia satánica con la marca 666 en la frente, el código hebreo para el nombre del Anticristo.

La investigación histórica más reciente se está esforzando en construir una imagen diferente. El italiano Massimo Fini habla de «dos mil años de difamaciones». Según él, Nerón fue un «estadista excepcional» que impulsó una «revolución cultural». El nuevo libro del historiador Holger Sonnabend, experto en la Antigüedad clásica, lo alaba como «maestro de la escenificación» del poder político.

Para estos nuevos defensores de Nerón, la historia de que mató a su mujer, embarazada, de una patada en el vientre es un rumor malintencionado. Según ellos, lo más probable es que la pobre mujer falleciera a consecuencia de complicaciones prenatales. Nerón ni siquiera sería culpable de haber iniciado el gran incendio del año 64 después de Cristo, ya que en aquel momento se encontraba fuera de Roma, huyendo del calor del verano en la capital… aunque bueno, eso no le habría impedido haber pagado para que alguien desatara aquel infierno que consumió la ciudad.

La ciudad alemana de Tréveris ha dedicado recientemente tres fascinantes exposiciones a Nerón. Marcus Reuter, director del museo, no está de acuerdo con la acusación de que el emperador estuviese loco. Para probarlo, encargó un peritaje al psiquiatra vienés Harald Aschauer. Según su informe, no se puede constatar la existencia de una enfermedad mental relevante, ni siquiera un «trastorno narcisista de la personalidad».

Un delirio constante

Pero lo cierto es que algunas razones permiten cuestionar esta última afirmación, como por ejemplo la constancia de que Nerón contrataba a cinco mil personas para que lo alabaran sin pausa durante sus actuaciones en el teatro. El emperador vivía en un delirio constante. Y siguen quedando multitud de datos inquietantes como haber eliminado a sangre fría a la mitad de los miembros de su familia; entre ellos, a dos consortes, a su madre, a una tía y a un hermanastro. Su ejercicio del poder fue torpe y atolondrado. Cuando su sucesor, Vespasiano, hizo inventario, descubrió que en las arcas estatales faltaban cuarenta mil millones de sestercios… El mayor despilfarrador del mundo se había dado una vida padre.

En descargo de este libertino se suele decir que durante mucho tiempo fue un instrumento en manos de su perversa y ambiciosa madre, Agripina. La huida de Nerón hacia el mundo del arte habría sido un intento de liberarse de esa manipulación. Ya de niño empezó a tocar la cítara. También escribía poesía, pintaba y esculpía.

Su vida sentimental también quedó marcada por la frialdad afectiva de su madre. Suetonio cuenta que, en sus juegos sexuales, el jovencísimo Nerón se cubría con pieles de animales, olisqueaba los genitales de esclavos atados y luego se sometía entre sonoros gemidos.

Mientras tanto, Agripina se inmiscuía cuanto podía en los asuntos de gobierno, pero el filósofo Séneca y Sexto Afranio Burro -prefecto del pretorio y encargado de la dirección del Estado- pusieron fin a sus maniobras y alejaron a Agripina del palacio imperial.

El apocalipsis estético

Poco después fue el propio Nerón quien, aún adolescente, empezó a darles problemas a los profesionales del gobierno. Se escapaba del palacio y paseaba por los bajos fondos de Roma bajo una peluca o disfrazado de esclavo. Le apasionaban las carreras y aprendió a manejar cuadrigas. Más tarde le dio por beber excrementos de jabalí disueltos en agua, el dopaje al que recurrían los aurigas de la época.

Toda esta sucesión de despropósitos alimentaba el descontento del Senado. Cantar y actuar eran actividades con mala reputación en la Roma de la época. Pero lo cierto es que el timón del Estado fue gobernado de una forma razonable durante cinco años. Mientras Nerón se divertía, Séneca manejaba los hilos desde la sombra.

Entonces ocurrió una atrocidad para la que la psicología todavía no ha terminado de encontrar respuesta. Nerón mandó asesinar a su madre. Lo intentó de varias formas y, una vez consumado el crimen, lo primero que hizo fue subirse por fin a un escenario y ‘consagrarse’ como actor.

Pero poco después el joven César empezó a inmiscuirse cada vez más en la política, algo que normalmente no iba en beneficio del Imperio. El responsable de las finanzas romanas fue despedido. Séneca también acabó dejando su cargo, totalmente desquiciado por los caprichos del emperador. El nuevo consejero pasó a ser Cayo Ofonio Tigelino, un mal militar que había comenzado su carrera como criador de caballos de carreras y que se encargaba de ejecutar los asesinatos que su señor le ordenaba.

El Imperio fue cayendo en lo que se podría definir como un apocalipsis estético. Nerón instauró unos festivales en los que competían los mejores cantantes, poetas y aurigas de la época. Mientras Jerusalén hervía y en Armenia estallaban revueltas, el primer ciudadano del Imperio pasaba el día aprendiendo de memoria textos dramáticos, ya fuese el papel del ciego Edipo o el de un Hércules preso de la locura.

Todo esto le revolvía el estómago a la nobleza. La aristocracia se unió en la llamada conjura de Pisón… y fracasó en su tentativa de golpe de Estado.

Esta intentona dejó el camino libre para una última gran locura. Su majestad, el esclavo de las musas, se embarcó en una gira de conciertos por Grecia. Acompañado por una caravana de miles de personas, fue de concurso en concurso durante 15 meses. Finalmente, el césar volvió a Roma en triunfo, subido a su carro y vestido de púrpura en su condición de soberano de la música. Se sacrificaron animales en su honor y se roció el camino con vino especiado.

El espectáculo podría haber seguido así eternamente. Al pueblo llano le gustaba su festivo emperador. Lo malo es que no tardaron en escasear los fondos, sus fieles empezaron a abandonarlo y el Senado acabó declarándolo enemigo público.

Al final, el desgraciado césar terminó solo y arruinado, abandonado en una villa de los alrededores de Roma. Gritó: «¡Qué artista muere conmigo!», y a continuación -condenado a suicidarse- se hundió una daga en la garganta.

AGRIPINA, LA MADRE MALVADA

Agripina, hija del noble Germánico, engendró a Nerón con un aristócrata disoluto. Luego, confabuló contra su hermano, Calígula, pero fracasó y fue desterrada. Al volver, se casó con el siguiente emperador: Claudio. Aunque este ya tenía tres hijos, Agripina logró que Nerón fuera nombrado sucesor al trono. Una vez que selló el arreglo, envenenó a su esposo con un plato de setas.

No tuvo un final feliz. En el año 59, Nerón ordenó hundir el barco en el que viajaba su madre. No funcionó. Se salvó nadando. Antes, ya había intentado matarla con un mecanismo de placas de plomo sobre su cama listas para caer sobre ella. Pero el rebuscado aparato solo la hirió. Así que Nerón tuvo que optar por el procedimiento tradicional. Ordenar su ejecución acusándola de haber intentado matarlo a él.

POPEA, LA ESPOSA INTRIGANTE

Nerón se convirtió en emperador con 16 años y para entonces ya lo habían casado con su hermanastra Claudia Octavia, a la que mandaría ejecutar. Luego se casó con «la mujer más hermosa de su tiempo», Popea, con la que llevaba ya años de relación, mientras era la esposa de un amigo. Popea conspiró mucho y se le atribuye haber intrigado para que Nerón matase a su madre. Pero Popea también acabó mal. En el 65, estando embarazada, Nerón -dicen- la pateó en el vientre, matándola. Para reemplazarla, se casó con un joven, Esporo, que se parecía a su mujer fallecida, al que mandó castrar y al que llamó Sabina, segundo nombre de Popea.  

Domus Aurea, el palacio de sus sueños

La mayor parte del dinero que derrochó Nerón se lo tragó su Domus Aurea, la casa dorada. Durante mucho tiempo, sólo se conocía este palacio por las descripciones en documentos antiguos. Ahora, los arqueólogos han empezado a estudiar el lugar y constatan lo lujosa que fue la Corte de Nerón antes de ser enterrada.

En el año 64 una gran parte de Roma ardió. Según parece, incendiada por Nerón, aunque algunos lo cuestionan. Sea como fuera, tras el incendio, el emperador expropió parcelas y así reunió el terreno necesario para levantar su palacio, que encargó a los arquitectos Severo y Celer.

Nerón ordenó que le hicieran una escultura de bronce de 36 metros. Era más alta que la estatua de la libertad. Suetonio cuenta que, al entrar por primera vez en su Domus Aurea, con sus 300 estancias, Nerón exclamó: "¡Bien! Ahora por fin puedo comenzar a vivir como un humano".

Los salones estaban forrados de oro y tenían incrustaciones de piedras preciosas y marfil. Algunos techos se abrían para arrojar flores y perfumes en las fiestas.

Tras el suicidio del emperador (68 d.C.) el palacio fue saqueado y más tarde cubierto con escombros por orden de Trajano. Donde estaba el lago artificial está ahora el Coliseo. Las estancias permanecieron ocultas hasta el s. XV, cuando un joven cayó accidentalmente por una hendidura. 

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jueves, enero 25

Manatíes, las reales sirenas

(Un artículo de Fernando González Sitges en el XLSemanal del 11 de septiembre de 2014)

Son unos animales tan singulares que dieron lugar a la leyenda de las sirenas. Los manatíes, emparentados con los elefantes, son hoy una especie amenazada, pero hace tiempo eran una especie mitológica. Le contamos el porqué de este singular mito y cómo llegaron a confundir incluso a Cristóbal Colón.

Cristóbal Colón se asomó por la amura de estribor y notó que su pulso se aceleraba.

Llevaba largos meses de travesía y exploración desde su salida en el puerto de Palos. Había conseguido llegar a Oriente cruzando el Atlántico y, aunque no podía imaginar hasta qué punto, el éxito de su empresa estaba asegurado. Pero aquel aviso le hizo olvidarse de su triunfo por un momento. Estaba a punto de encontrarse, cara a cara, con uno de los prodigios mayores del mundo, unas criaturas de las que hablaban los textos clásicos, unos seres dignos del libro de las maravillas de Marco Polo: Las sirenas.

Colón ya había podido observar algunas en las costas de Guinea años atrás. Pero aquellas las vio tan lejos que le costaba no atribuirlo a un espejismo producido por largos días de navegación. Ahora, sus hombres le habían avisado de que las sirenas estaban a unos metros de su nave. Con una ilusión infantil, el almirante se asomó allí donde los marineros se congregaban y se encontró con tres sirenas flotando indolentes en las aguas claras del Caribe. El entusiasmo de Colón se apagó de golpe. ¡Eran espantosas! Según nos relata Bartolomé de las Casas, el almirante «dijo que vio tres sirenas que salieron bien alto de la mar, pero no eran tan hermosas como las pintan, que en alguna manera tenían forma de hombre en la cara».

Qué fue lo que vio Colón? Qué o quiénes son los responsables de la leyenda de las sirenas? La respuesta la tienen unos animales tan singulares que se les ha incluido en un orden zoológico denominado ‘Sirénidos’: los manatíes.

UNAS MOLES MUY PACÍFICAS. Los manatíes son unos parientes lejanos de los elefantes que evolucionaron para llevar una vida acuática. Tres especies nadan en las aguas cálidas del Atlántico: el manatí del Caribe y el del Amazonas, en aguas americanas; y el manatí de África Occidental, en las costas desde Senegal hasta Angola y en aguas interiores del río Níger. La forma de descansar en superficie asomando su cabeza y sus hombros y la singular manera de abrazar y cuidar a sus crías pudieron ser el origen de que en repetidas ocasiones y en diferentes partes del mundo se las haya confundido con las sirenas mitológicas. Otro tanto sucede con el otro miembro del grupo de los Sirénidos, los dugongos, que viven en las costas del Indo-Pacífico.

Aun así, viéndolos en detalle, cuesta creer que alguien pudiera confundir sus cuerpos rechonchos, su morro achatado y sus extremidades delanteras, ensanchadas a modo de aletas, con las bellas sirenas que atrapaban a los marineros con sus irresistibles cantos para llevarlos a las profundidades del mar.
Porque estos Sirénidos nada tienen que ver con las legendarias sirenas. Y no solo por su aspecto.

Lejos de la agresividad de las mortíferas sirenas, los manatíes del Caribe son animales pacíficos a los que les gusta llevar una vida tranquila pastando vegetación subacuática en aguas templadas. A pesar de su tamaño y su aspecto, no tienen grandes capas de grasa y necesitan que la temperatura del agua sea alta. Los adultos superan los 3 metros de longitud y pueden llegar a pesar 1600 kilos, pero, a diferencia de la mayor parte de los mamíferos marinos, si la temperatura del agua baja de 20 grados centígrados mueren.

LAS MADRES CARIÑOSAS. El rasgo que más confundió a los antiguos marinos no fueron los cuerpos y cabezas que asomaban sobre la superficie del mar, sino la forma en que los manatíes sujetaban a sus hijos abrazándolos amorosamente. Las hembras no se aparean hasta pasado su quinto año -algunas hasta su décimo- y solo tienen una cría cada dos o tres años. Esta bajísima tasa de reproducción obliga a las madres a ser extremadamente cuidadosas con sus hijos. Los pequeños se alimentan de la leche materna durante dos años y gracias a su rico contenido en proteínas y grasas, superior al de cualquier leche vacuna, consiguen salir adelante. Este constante cuidado y las frecuentes muestras de cariño que la madre ofrece a su cría convirtió a los manatíes en animales totémicos para diferentes culturas de la tierra. Para unos se transformaron en sirenas. Para otros, como los mayas, en espíritus de la maternidad. De una forma involuntaria, los manatíes no pasaron inadvertidos para los distintos grupos humanos que los encontraron. Y esto les supuso graves problemas.

UN AMULETO PARA TODO. Todos los pueblos que se toparon con los manatíes los cazaron, se los comieron y utilizaron, de una u otra forma, diferentes partes de su cuerpo con distintos fines. El halo espiritual o mitológico no salvó a estas sirenas reales. Los waraucos del Orinoco los relacionaban con las estrellas y llamaban a la Vía Láctea «el camino del manatí», pero los mataban para extraerles los huesos del oído interno, al considerarlos un potentísimo amuleto, y moler el resto de los huesos como medicina para la artritis y otras enfermedades. Los sianoas del Amazonas los consideraban un dios vengativo, pero aun así utilizaban su grasa como remedio para el reuma y otros dolores. Otros indígenas amazónicos utilizaban su piel para hacer látigos o, hervida y mezclado el caldo resultante con ron, como remedio contra el asma y cataplasma para cortes y heridas. Los mayas los cazaron igualmente, a pesar de su papel totémico, para deleitarse con su carne. Y los diferentes pueblos de la costa oeste de África los temieron y adoraron como sirenas mientras los cazaban, los comían, utilizaban su pene y testículos como medicina contra la impotencia e incluso los disecaban para vendérselos como sirenas reales a los ignorantes hombres blancos que empezaron a llegar con asiduidad a sus costas.

Como resultado, las tres especies de manatíes están amenazadas y aparecen como vulnerables en la Lista roja de especies amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Y es que nuestra sociedad tampoco los ha tratado mejor. Todos los años, cientos de manatíes mueren ahogados en redes de pesca, atropellados por lanchas de motor, cazados o envenenados por el creciente deterioro de las aguas. Parece que en la historia de las sirenas del mundo real ellos no son, precisamente, los malos y peligrosos de la historia.

Mitología Cómo fabricar una sirena

Allí donde las sirenas -figuras híbridas, medio humanos, medio peces- calaron en la mitología popular empezaron a aparecer los cuerpos de sirenas muertas. Los fabricantes de sirenas o bien unían diferentes animales o disecaban aquellos que la evolución había convertido en mamíferos acuáticos, con rostro humanoide y cuerpo y cola de pez. los manatíes y los dugongos.

DE MANATÍES… Y COSAS PEORES

En las costas donde vivían manatíes y dugongos, algunos pescadores los mataban y disecaban. El cuerpo de estos animales se preparaba uniendo sus aletas delanteras a modo de abultados pechos y adornándolos con elementos religiosos para que las sirenas resultantes participaran en eventos de esa índole.

Pero la mayoría de las falsas sirenas tiene su origen en otros animales de las costas del Indo-Pacífico. Los pescadores locales las fabricaban cosiendo el tronco de algún pequeño mono con el cuerpo de un pez. Las criaturas resultantes se utilizaban para fines religiosos y medicinales y estaban cargadas de espiritualidad y poder.

Con la llegada de los navegantes europeos y su afición por las maravillas y prodigios naturales, los fabricantes de sirenas llegaron a hacerse verdaderos expertos. Las uniones entre monos y peces se perfeccionaron y los navegantes pagaban precios extraordinarios por estas falsificaciones que creían verdaderas.

Los fabricantes multiplicaron su producción intentando mejorar el producto. Los europeos eran cada vez más críticos y exigentes y, para vencer reticencias, los pescadores llegaron a hacer sirenas con cuerpos de niñas a los que se cosía la parte final de un gran pez. Las sirenas se cobraron así las víctimas que la mitología les atribuía.

LA ‘SIRENA DE FIYI’

La sirena falsa más famosa de todos los tiempos apareció en escena en 1842 cuando el doctor J. Griffin avisó de que llegaba a Nueva York y traía el cuerpo de una auténtica sirena. Expuesto en el Museo Americano del Dr. Barnum -un famoso empresario del espectáculo-, la sirena creó gran polémica por su espantoso aspecto y su origen incierto. Tras meses de discusiones se descubrió que todo era una farsa urdida por el empresario. La sirena había sido comprada por un comerciante alemán a un pescador japonés en 1822 por seis mil dólares, una fortuna en la época. El comerciante creía poder rentabilizar su compra exhibiéndola en Londres, pero allí nadie la tomó en serio. La sirena desapareció durante años, hasta que el comerciante murió y el hijo de este la vendió.

Finalmente se dio a conocer al caer en manos de Barnum. Aún hoy se especula si la Sirena de Fiyi se conserva en el Museo Peabody de la Universidad de Harvard, aunque en realidad se quemó en el incendio que arrasó el Museo Kimball, en Boston, donde se exhibía en la década de 1880.

La penúltima sirena

En 2012, Discovery Channel realizó Sirenas. el cuerpo encontrado, un extraordinario falso documental sobre sirenas. Con un realismo asombroso y testimonios de científicos, el documental presentaba evidencias de la existencia real de sirenas. Aunque luego se reconocía la falsedad, las sirenas volvieron a ponerse de moda y decenas de avistamientos, grabaciones y fotografías inundaron Internet. Casi todas eran falsificaciones baratas y fáciles de detectar. Pero entonces aparecieron las fotos de una ‘auténtica’ sirena muerta en una playa de Veracruz, en México. Los detalles de aquella anatomía revolucionaron las redes sociales. ¡Allí había una sirena real! Y en cierto modo lo era.

Aprovechando las magníficas sirenas creadas por Joel Harlow para la cuarta entrega de Piratas del Caribe, sus autores realizaron las fotos y las colgaron en la web. Una forma original y barata de hacer publicidad.

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miércoles, enero 24

¿Por qué la nieve es blanca?

(Un texto de Jose Miguel Viñas publicado en el suplemento “Tercer Milenio” del Heraldo de Aragón del 27 de noviembre de 2012)

La nieve es uno de los elementos más deslumbrantes de la Naturaleza, tanto en sentido literal como metafórico. Su elevado poder reflectante –hasta el 90% de la radiación solar incidente– es un factor clave en el balance radiativo de la Tierra. De no haber grandes extensiones de nieve cubriendo sendos hemisferios, la temperatura media del planeta se elevaría de forma significativa, algo que a escala regional ya se está observando desde hace años en el Ártico, debido a la pérdida creciente de superficie helada.

La blancura inmaculada de la nieve tiene su origen en la porosidad de la misma, al formar sobre el suelo un manto muy esponjoso y uniforme constituido por una superposición de copos, formados a su vez por una amalgama de cristalitos de hielo. El hielo común que forma la nieve, gracias a su estructura cristalina, es un medio transparente a la radiación solar. Los cubitos que empleamos para enfriar las bebidas corroboran este hecho, si bien a veces su apariencia es blanquecina. Esto último ocurre cuando el proceso de congelación del agua líquida fue tan rápido que no la permitió liberar a tiempo el aire que contenía disuelto. Basta con picar hielo para comprobar experimentalmente cómo un hielo en origen transparente se transforma en otro –triturado– de color blanco, que nos recuerda bastante a la propia nieve.

La clave del color blanco reside, por tanto, en el aire atrapado entre los cristalitos de hielo que forman la nieve. En el seno del manto nivoso, dichos cristales, de estructura hexagonal, se disponen de forma un tanto anárquica, de manera que cuando la luz incide sobre ellos es reflejada en todas las direcciones, a través de los intersticios. El resultado de los múltiples rebotes que sufre la radiación solar es una mínima absorción de la misma por parte del hielo. Como consecuencia de ello, la luz blanca apenas se dispersa, siendo reflejada casi en su totalidad.

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martes, enero 23

Pioneros



(Un texto de Juan Barbacil en el suplemento gastronómico del Heraldo de Aragón del 7 de febrero de 2015)

En su libro 'Yantares, de cuando la electricidad acabó con las mulas', Miguel Ángel Almodóvar habla de los primeros restaurantes en Barcelona y en Madrid. En Madrid en 1839 abrió Lhardy, quizá el único establecimiento al que se pudiera llamar restaurante. Puede considerarse uno de los primeros si no el pionero en la capital. En lo que a Barcelona se refiere, el primer restaurante al uso francés que tuvo Barcelona fue el Grand Restaurant de France, más tarde conocido como Justin, el nombre de su propietario, inaugurado en 1861 y ubicado en el número 12 de la Plaza Real. El maître, Antonine, fue pionero en el arte de conducir a la clientela por los vericuetos del maridaje o armonización de platos y vinos, además de maestro en la formación de un nuevo perfil de camarero dotado de las educadas maneras de servir y atender que París había ido perfeccionando durante tanto tiempo.

Elliott Shore, director ejecutivo de la Asociación de Bibliotecas de Investigación en Estados Unidos, explica en 'Comer fuera de casa. Evolución de los restaurantes', incluido en el libro 'Gastronomía, historia del paladar', que el primer restaurante como tal, habría sido el que Mathurin Roze de Chantoiseau abrió en 1766 en París. No era ni posada, ni albergue o casa de comidas en los caminos, sino un establecimiento con el reclamo de servir un caldo de extracto nutritivo de carne y verduras, «restaurador» que fortalecía el cuerpo; de aquí, posiblemente, el nombre de restaurante.

Y en 1830, los hermanos Del Monico abrían en Nueva York el primer verdadero restaurante en EE. UU.

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