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miércoles, enero 30

Muñoz Seca: “Me podéis quitar todo, menos el miedo” II



Los estrenos de Muñoz Seca iban seguidos de fuerte polémica, en la prensa y en las tertulias de café, e incluso con broncas y peleas entre los espectadores. ¿Y los críticos? La mayoría de ellos no se manifestaban contrarios, eran enemigos. Muñoz Seca a los más significados les invitaba a un palco cuando su obra llegaba a las 200 representaciones. Pero lo más grave para algunos era su compromiso político: «¡Un autor monárquico que se ríe de la República, para qué vamos a querer más!». Pues hubo más, porque las astracanadas se fueron afilando a medida que se radicalizaba el régimen republicano. Tras La Oca y Anacleto vinieron otras obras más punzantes, La EME, Jabalí, El ex... y La niña del rizo que era una sátira irónica más que contra la República contra sus gobernantes. La obra se estrenó en el Teatro Poliarama de Barcelona el 17 de julio de 1936. Fue la primera y última vez que vio la luz porque durante su representación ya se había extendido por todo el teatro el rumor de la sublevación del ejército de África.

El periodista Pablo Vila San-Juan de La Vanguardia relata así lo que sucedió aquel día: «La tensión estaba de manifiesto en los rumores y pateos de las localidades altas, a cada frase cáustica, que coincidían con los aplausos entusiastas de la platea. Creo que en aquel momento asistimos al primer chispazo de la Guerra Civil. Terminada la obra, entre un escándalo masivo que a la salida se transformó en disputa, puñetazos e intervenciones de la policía».

La tensión era tanta que los partidarios de Muñoz Seca le aconsejaron abandonar el Teatro por una puerta de servicio. Don Pedro se negó y, acompañado del actor Pepe Moncayo, Enrique Borrás y el periodista Vila San-Juan, atravesó la puerta principal que da a las Ramblas y se dirigió hasta el Hotel Ritz. Allí estaban alojados, además de su mujer, Asunción Atiza Díez de Bulnes, los actores de su compañía Irene López de Heredia y Mariano Asquerino. Juntos asisten al estallido de la revolución los días 18 y 19 de julio en Barcelona. Ante el cariz de los acontecimientos en la Ciudad Condal es Irene López de Heredia quien convence al matrimonio Muñoz Seca para que abandone el hotel, buscándoles refugio en la pensión Claris, propiedad de Adelina Lamata, madre de una actriz, Lina Santamaria, que figuraba en la Compañía de Irene López Heredia y Mariano Asquerino. Allí permanece escondido el matrimonio hasta que el 28 de julio un grupo de milicianos de la FAI (Federación Anarquista Ibérica) comandados por el actor Avelino Nieto (según Pedro Sainz Rodríguez fue quien les delató) les detiene y son trasladados a la Jefatura de Policía de Barcelona. Allí estuvieron presos hasta el 4 de agosto cuando fueron conducidos por la Guardia Civil hasta Valencia.

Si la Iglesia les casó en 1908 (matrimonio del que nacieron 9 hijos, 4 hombres y 5 mujeres, una de ellas Asunción Muñoz-Seca Atiza, se casó con Luís Ussía Gavalda, conde de los Gaitanes, padres ambos del escritor Alfonso Ussía), el Gobierno de la República les esposó definitivamente en una particular cuerda de presos conyugal con origen en Barcelona, parada en Valencia y destino final en los calabozos de la Puerta del Sol. Cuentan que, durante el viaje, acompañados de dos oficiales de la Guardia Civil, el matrimonio Muñoz Seca pagó todos los gastos y fondas del camino. Su mujer fue puesta en libertad al llegar a Madrid. A partir de aquel 7 de agosto de 1936, la acción de este drama tiene un único actor, don Pedro. Y el escenario será la cárcel de San Antón (a donde le trasladan desde la DGS), un antiguo colegio de los Escolapios (escuelas pías de San Antón) que el Gobierno había transformado en Prisión Provincial de Hombres nº 2.

En realidad, esta cárcel era una de las checas legales habilitadas por el Frente Popular ante el overbooking de presos «sediciosos» que poblaban las prisiones madrileñas. «No hay suficiente reja para tanto fascista» era el comentario jocoso de algunos milicianos ante tanto trajín de presos. Y así debía de ser, porque cuando Muñoz Seca ingresa en San Antón es alojado en el departamento 2 de la planta baja, completamente lleno. Durante los primeros días de cautiverio tiene como compañeros de celda a ocho oficiales de la Armada y a los hijos de 15 y 13 años de un oficial del Ejército de Tierra. Con ellos también están confinados José Arizcun, el sacerdote Tomás Ruiz del Rey, el periodista de ABC Julián Cortés Cabanillas y los actores Ricardo Calvo y Guillermo Marín.

Pasan los días pelando patatas, limpiando lentejas y rezando el rosario. Hablan de Dios y de los hombres, de España y su futuro. También recitan obras de teatro y poesía. Según escribió José Oliver Molina (también preso allí) al periodista de La Vanguardia Fernando Barrago-Solís en 1972: «Muñoz Seca escribió durante su cautiverio una comedia que tituló ARSA, anagrama de Antiguos Reclusos de San Antón y que confió a uno de sus amigos para que la guardara y la diera a conocer después de su muerte, tan convencido estaba de que no saldría de aquella cárcel con vida». Se van a cumplir 75 años de su asesinato y nunca se ha tenido información de la existencia de esta comedia.

Cayetano Luca de Tena (propietario del ABC, entonces expropiado por el Frente Popular) y también preso en San Antón, ha contado que durante su cautiverio solamente encontró llorando una vez a Muñoz Seca. Fue el día que se enteró que sus ocho compañeros de celda de la Armada y los dos hijos del oficial del Ejército de Tierra habían sido asesinados en las primeras sacas de Paracuellos. Se hacen gestiones a todos los niveles para intentar salvarle la vida: Antonio Paso ante Diego Martínez Barrio; su hermano José, en El Puerto de Santa María, ante Vicente Alberti, hermano de Rafael. Nadie se da por enterado.

Lo que sí escribió Muñoz Seca desde la cárcel fueron tres cartas y 41 postales a su mujer. Según ha contado su nieto Alfonso Ussía, «apenas se registran rasgos de humor en sus escritos. El escaso espacio en blanco de las tarjetas le limita a exponer sus necesidades: ropa de abrigo, mudas, medicinas para su úlcera de estómago y latas de conserva... De repente, en una, un golpe de humor. Le pide a su mujer que le envíe una de sus bigoteras. Sus bigotes se desmoronan. "Estoy harto de meter los bigotes en la sopa del rancho". Y le llega la bigotera recuperando la personalidad».

Durante su estancia en prisión, la convivencia y pesares compartidos con sacerdotes, frailes y religiosos de distintas congregaciones le hace renacer su fe. De ello deja constancia en la última carta a su mujer: «No te olvides de mi madre. Procura que Pepe mi hermano me sustituya en los deberes para con ella. Y tú, dile cuando la veas, que su recuerdo ha estado siempre conmigo. Nada tengo que encargarte para los niños. Sé que todos ellos, imitándome, cumplirán con su deber. Siento proporcionarte el discurso de esta separación. Pero si todos debemos sufrir por la salvación de España, ésta es la parte que me ha correspondido. Benditos sean estos sufrimientos». Junto a la despedida añade una posdata y la fecha: «Como comprenderás, voy muy bien preparado y limpio de culpas. 28 de noviembre».

Había sido sentenciado a muerte por un tribunal popular, el 26 de noviembre, «por fascista, monárquico y enemigo de la República». En la madrugada del 28, con una orden firmada por Serrano Poncela (delegado de orden público de la Junta de Defensa de Madrid, subordinado de Santiago Carrillo) es empujado al interior de una camioneta en compañía del padre Llop, prior de los Hermanos de San Juan de Dios, y otros 14 religiosos. Cuentan que antes de ser fusilado un miliciano, El Dinamita, le cortó los bigotes. Ni entonces perdió el sentido del humor, pues dicen que comentó a los asesinos: «Me lo habéis quitado todo, la familia, la libertad; pero hay algo que no me podéis quitar: el miedo». Se agarró de la mano del padre Llop que estaba perdonando a sus asesinos y se despidió: «Hasta el cielo, padre...».

Al parecer su cuerpo quedó enterrado en una fosa debajo de un almendro. Con el paso del tiempo el árbol desapareció. Hoy es uno más de los miles de cuerpos desaparecidos y sin identificar en la fosa común de Paracuellos. Los Hermanos de San Juan de Dios fueron beatificados en 1992. Recientemente la Hermandad de Mártires de Paracuellos ha iniciado los trámites de su proceso de beatificación.