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miércoles, octubre 3

Por el Golfo de Nápoles II

Casas de colores encajadas como un tetris en La Corricella. Las pintaban para que los marineros las viesen desde la lejanía y vencieran la nostalgia. Por la mini ínsula conduce Giusseppe. El taxi número 22 es  minúsculo, estrecho, a la medida de los callejones. Los autobuses de Procida parecen prensados. La industria automovilística encoge los vehículos para facilitar la circulación por el laberinto. Inexplicablemente, Giuseppe no raya la chapa durante su carrera de rallies, así como tampoco lo harán los distintos chóferes en Capri, aunque alguna rama arrancada se colará en el interior por una ventanilla. Rozando el acantilado, desmochando árboles.

La hermana de Giuseppe visitó Barcelona y como recuerdo le regaló un taxi negro y amarillo que cuelga del retrovisor como un amuleto profesional. "Nunca he estado en Capri, aunque se encuentra allí al lado". Poco después, el barco literario navega hacia Capri, morada de millonarios, de alguna jet jeta y de ¡Lenin! Pero esa historia comunicapitalista será contada más adelante.

En la parte superior de la montaña, la población de Anacapri, donde reina el Capri Palace Hotel, opulencia, spa y obras de arte, cuadros de Chirico y vitrinas con ropa breve de precio largo. Inquietud metafísica. Y un generador que vibra y fastidia durante la noche insomne. El rustilux isleño aparece en el desayuno y es una Berkel, una máquina de cortar fiambres. Un cocinero maneja ese Bentley rojo de la charcutería. Lonchas de mortadela suntuosas como las mejillas de una giganta.

ISCHIA
El objetivo culto del martes, superada la mortadela, es Ischia, la mayor del archipiélago. En alta mar, el sol de primera hora es bondadoso y el viento, un masaje facial. Un café ristretto a los pies del castillo Aragonés, en Ischia Ponte, limpia las cañerías interiores. La primera parada lectora es en una vivienda en la que respiraron dos premios Nobel y que pertenecía a un ginecólogo, por lo que se deduce que no eran clientes sino amigos: Joseph Brodsky y Eugenio Montale. Por fin algo de lo prometido. "La alquilaba en verano el señor Brodsky. Él y su familia llevaban una vida muy sencilla, muy simple", explica la guardesa, Antonietta, empleada de la famila del ginecólogo Malcovati. Enterrado enVenecia, Brodsky buscó el agua y sus sonoridades. [...]

Al otro lado de Ischia Ponte, Forio, donde habitaron otros cadáveres abrigados con libros. A mediados del siglo XX, el frioleroTruman Capote pasó cuatro meses en la habitación número tres de la pensión Di Lustro.
Gioconda di Lustro tenía apenas 19 años cuando atendió a Capote y su sonrisa blanda y hundida, arcillosa. En la primera planta conservan intacta la estancia para mitómanos espartanos, pues la desnudez es conventual.

La intelligentsía de los 50 se reunía en el cercano y celebrado Bar Intemacional de María. W. H. Auden, chaqueta ligera, corbata arrugada y alpargatas, escribió un poema a aquella María que le preparaba Cinzano con hielo en los veranos de piedra. Pasó unos 10 estíos en la isla, efebos en camiseta y chicharras, y fue uno de sus mayores propagandistas así como Pasolini o Ibsen. Virtuosos y perversos.

[...] Otra vez en el barco [...] de regreso a Capri. Es pronto y apetece un paseo por la localidad arracimada. De Marina Grande a la capital en funicular. Al atardecer, cuando el sol sea un melocotón de viña, otro taxista cobrará los obligados 20 euros por tres minutos en Fiat descapotable con toldillo de tela -el transporte habitual- hasta Anacapri. Glamour de tartana y falso bolso de Gucci.

La Piazzetta es el territorio en el que se mezclan los turistas entrenados con los aprendices de millonario. Gafas aparatosas y chancletas: no distingues a unos de los otros. Callejuelas preciosas que han sido  vulgarizadas con tiendas (plus)marquistas. Los escaparates con bolsos de 6.000 euros dirigen los pasos -vía Federico Serena- hacia los jardines de Augusto. Y, en medio del follaje, ¡un monumento dedicado a Lenin! Diamantes y Lenin; Prada, Brioni y Lenin. ¿Cómo es que en la isla que simboliza el capitalismo hayan plantado una estela al bolchevique? ¿Contricción o contradicción?

Todos los ricos verdaderos o fingidos que atracan en la Marina Grande deberían de postrarse a los pies del camarada y dejarle un ramo de rosas rojas. El industrial alemán Alfred Krupp, cuyos cañones apuntaron a Europa, desguazados y convertidos en cafeteras, regaló el augusto vergel a los insulares. Qué conjunto de antitéticas celebridades.

Pero, ¿cómo llegó el hombre de la gorra y el bigote húmedo, perruno y triste al golfo? En 1908, Máximo
Gorki alojó a Lenin en Villa Pierina. Beber vino blanco, jugar a las cartas o al ajedrez con Gorki: demasiada tranquilidad para un cuerpo revolucionado. Era de prever que estallase como un limón en1917.

Cena en Da Paolino, limonar de Marina Grande. Bajo los proyectiles amarillos y bamboleantes, comida para tapar el boquete dejado porlas exiguas vituallas del mediodía. Carpaccio de pulpo y tagliatelle con frutos de
mar, eufemismo de un-poco-de-todo. Y un guitarrista que va ganando seguidores a medida que se vacían las botellas de limoncello.

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1 Comments:

At 3:35 p. m., Blogger Recomenzar said...

Me gusta mucho como escribes...........................

 

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