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martes, octubre 16

Benedictine 'Deo Optimo Maximo'

(Un artículo de Juan Barbacil en el suplemento dominical del Heraldo de Aragón)

Alexandre Le Grand, ínventor de este mítico licor, se sintió intrigado por el trabajo, especialmente por la receta de un elixir misterioso y curioso compuesto por veintisiete plantas y especias. Más de un año de trabajo le llevó descifrar el secreto de las proporciones y sus mezclas.

Se trata de otro de los licores clásicos conocido por todo el mundo, de esos que no puede faltar en el mueble bar de los grandes aficionados a los aguardientes de gran calidad. La llegada de elaboraciones más nuevas y actuales lo han relegado a un segundo plano y la 'normalización', el adocenamiento de los gustos,  ha llevado a una situación extraña en la que la calidad parece haberse olvidado. Licores como el Benedictine y el conocimiento de toda su gama, prácticamente desconocida en España, podría devolver el gusto por lo bien hecho.

La historia cuenta que un día de 1863, ordenando papeles muy antiguos de su familia, un comercíante de vinos de Fécamp, una población de la Alta Normandía, de nombre Alexandre Le Grand, se topó con un libro de recetas históricas que había permanecido oculto durante muchos años en la biblioteca familiar.

Al parecer, el documento había caído en manos de su familia después de la Revolución Francesa, en 1789. El último monje de la Abadía de esta población francesa, antes de escapar a causa de la situación controvertida de la Revolución, entregó a un miembro de la familia de Alexandre un lote de libros entre los que se encontraría este recetario. El libro, un manuscrito fechado en 1510, contenía cerca de 200 páginas escritas en letra gótica por un monje de nombre Vincelli. El trabajo se ocupaba principalmente de la alquimia, que buscaba la piedra filosofal, la transmutación de los metales y la panacea.

A pesar de su conocimiento en el arte de la destilación, a Alexandre Le Grand le llevó más de un año descifrar la receta del licor. Finalmente salió este licor de color verdoso oscuro que se elabora actualmente
con aguardiente de numerosas hierbas, plantas, raíces y cortezas. También lleva mirra, azafrán de España, miel de América, vainilla, corteza de limón, clavo, té, cardamomo, tomillo, angélica y otras.

En la actualidad se dice que no más de tres personas conocen la fórmula exacta. Las diferentes sustancias aromáticas mezcladas con alcohol maduran finalmente en roble y su grado alcohólico se rebaja con agua destilada, tal y como se hace con los coñacs. Desde 1938 se elabora un Benedictine menos dulce mezclado con brandy en cuya botella aparecen las letras B & B (Benedictine y Brandy).

En 1884, el escritor JK Huysmans, en su novela 'A Rebours', describe con detalle la botella de Benedictine: «Envueltos en sus túnicas abaciales, firmado con una cruz y las iníciales D. O. M. eclesiásticas, obligado, en sus pergaminos y ligaduras, como una carta auténtica, se encuentra un licor de color azafrán de finura exquisita».

El proceso de fabricación comprende varias destilaciones, las cuales luego son mezcladas. El Benedictine
posee una graduación alcohólica del 40%, mientras que B&B la tiene del 43%. En 1977, la misma empresa productora, compañía fundada por Le Grand, también sacó al mercado un licor de café con un 30% de grado de alcohol llamado Café Benedictine.

Adicionalmente, la empresa produce un Benedictine de única barrica que se vende en una botella negra y solo se puede obtener en el negocio el Palais de la Benedictine en Fécamp, Normandía, Francia.

Sobre las iniciales D. O. M. -que vienen impresas, desde su inicio, en la botella-, algunas personas creen, de forma equivocada, que significa Orden de los Monjes Dominicos, pero, en realidad, significa Deo Optimo Maximo (Para nuestro mejor, gran Dios).

El Reino Unido es el mayor consumidor unitario de licor Benedictine. Los regimientos de Lancashire se hicieron aficionados al sabor del licor durante la primera Guerra Mundial.

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