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sábado, junio 9

350 años de la Royal Society III

(Y el final)

Peter Cotgreave, director de relaciones públicas de la RS, afirma que "Trailblazing es una fuente fantástica que permite a la gente consultar los experimentos más interesantes y excéntricos de los últimos años". Los manuscritos que la RS guarda en los sótanos del palacete londinense de Carlton House Terrace abarcan desde las primeras transfusiones sanguíneas hasta la captura de la luz que confirmaba la teoría de la relatividad de Einstein o las primeras vislumbres de los agujeros negros de Stephen Hawking.

Son una historia de la curiosidad humana no sólo apasionante sino también con episodios de hilarante candidez, como el protagonizado en 1769 por el naturalista Daines Barrington, que cruzó media Europa para someter a Mozart, que tenía 8 años, a una batería de pruebas mientras tocaba el clavicordio. Barrington volvió a Londres muy satisfecho con un informe solemne bajo el brazo: "No es un enano, como algunos creen, sino un genio precoz que toca como los ángeles, a pesar de que sus deditos apenas llegan a una quinta parte del teclado y que, travieso, deja la interpretación para montar sobre un bastón como si fuera un caballo".

Como sus colegas de la RS, Barrington era un tipo descreído y excéntrico que no aceptaba más verdad que la que hubiera comprobado. Hoy sus seguidores siguen siendo insaciablemente curiosos y levemente raros. Como su presidente, Lord Martin Rees, un cosmólogo y astrofísico que está convencido de la existencia de alienígenas: "Supongo que existe en el universo una vidainteligente bajo formas que no podemos concebir, como un chimpancé que no puede comprender la teoría cuántica. El problema es que buscamos seres semejantes a nosotros mismos, con la misma tecnología y las mismas matemáticas". Lord Rees ha apostado unas libras a que antes de 10 años habrá al menos un millón de víctimas por un ataque bioterrorista o por un error humano. No le molesta que le llamen provocador si eso sirve para que los científicos no bajen la guardia porque "a medida que encontramos respuesta a las viejas preguntas, otras nuevas nos asaltan".

Para ayudar a responderlas, la RS ha incorporado a las mujeres tras siglos de machismo recalcitrante. Hasta 1945 no pudieron ingresar las dos primeras, Marjorie Stephenson y Kathleen Lonsdale. Sólo entonces perdieron aquellos caballeros descreídos el último prejuicio precientífico.