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miércoles, mayo 2

El Juncal, historia de un naufragio I

(Un artículo de Jaime Lázaro en el suplemento Crónica de El Mundo del 15 de abril)

Considerado el mayor tesoro hundido de la flota imperial española, el Juncal transportaba desde América oro y plata valorada, a fecha de hoy, en 3.000 millones de euros.

[...] el Juncal tardó en hundirse tres credos. Ante lo inevitable, el almirante de la flota, la más ahíta de tesoros de cuantas habían sido en la carrera de Indias, don Andrés de Aristizábal, se vistió con su hábito de Santiago, que es como se amortajaba a un caballero para la sepultura. Porque a eso sabían ya que iban todos aquel 31 de octubre del año del Señor de 1631. Tres credos, dos minutos y medio escasos bastaron para que la nao viajara en vertical al fondo del Caribe, allá por el banco de Campeche, en el sureste del Golfo de México, frente al Yucatán. Y allí sigue. Sepultura de 361 hombres. De oro como nunca se había visto. De plata. Piedras preciosas y el botín capturado en Extremo Oriente por corsarios españoles a una embajada del legendario reino de Siam (hoy Tailandia).

Al "Nuestra Señora de Juncal", galeón de tres palos y 24 cañones de bronce se lo tragó el mar en lo que se rezan tres credos. Dos años llevaba la nao amarrada en el puerto de San Juan de Ulúa, Veracruz, a la espera del momento propicio para emprender el viaje de vuelta. Cuando zarpó, el 14 de octubre, al Juncal le correspondió cerrar la flota de Nueva España. Era la nave 13. Por delante de todas, la Santa Teresa. Harían escala en La Habana.

No logró salvarse ni un soldado de los 140 que iban a bordo; tampoco las personas de calidad que viajaban, incluídos el propio almirante y el marqués de Salinas. Sólo marineros, artilleros, tres pajes de unos diez años y dos clérigos, a la orden del contramaestre Francisco Granillo, escaparon en la noche del 31 de octubre. En total, 39 vivos, 361 muertos.

En los momentos de confusión se desató la ambición, el deseo descontrolado de apoderarse de los metales preciosos antes de que los engullese el mar. Aparte de algunas sacas pequeñas de oro, los supervivientes cargaron en el batel (la lancha de servicio del navío) 50.000 duros de plata (1.350 Kg.). Pero el riego de zozobrar les obligó a arrojar al agua el botín, no sin haber deliberado antes sobre el dilema de deshacerse de uno de los frailes o, en su lugar, de las monedas acuñadas en la Ciudad de México. La tragedia parecía cernirse sobre ellos hasta que el 1 de noviembre, día de Todos los Santos, el patache de la capitana de la flota rescataba a la diezmada tripulación. Varios días después arribaban al puerto de San Francisco de Campeche.

[...] la obra de un profesor español, Fernando Serrrano Mangas, de la Universidad de Extremadura, recrea los últimos días del Juncal. [...] Los tres credos de don Andrés de Aristizábal es el título de la obra [...]


(Seguirá...)

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