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martes, enero 31

Crepes Suzette

(Una columna de Marin Ferrand en el XLSemanal del 15 de enero)

Eduardo VII fue coronado rey en el Reino Unido en 1902. Tenía ya 59 años, cuatro menos de los que tiene Carlos, el actual príncipe de Gales. Eduardo, acreditado bon vivant, frecuentaba la Costa Azul y en Montecarlo, en el café de París, según se cuenta, prepararon en su homenaje las famosas crepes Suzette, un postre clásico.

Nota de la wikipedia: La crêpe Suzette es una crêpe dulce, rellena con "beurre Suzette" (mantequilla Suzette), una mezcla de mantequilla, azúcar, zumo exprimido de mandarina o naranja, y triple sec de naranja. Puede ser flambeada con brandy, aunque el flambeado es opcional.

Los estudiosos de la Historia de la Gastronomía no se ponen de acuerdo sobre el origen y el autor de las más grandes de todas las crepes, incluidas las francesas de Bretaña, que son las que pueden verse como antecedente de lo que los viejos castellanos llamaban \'' hojuelas´. Miel sobre hojuelas. Fuera quien fuere el creador de tan singular postre, e hiciéralo donde lo hiciere, es de esos hallazgos felices que marcan el clasicismo culinario. Es una lástima que la modernidad los olvide. Buscar lo nuevo no debe ser olvidar lo acreditado.

Las crepes, «el rey de los postres que se preparan en la sala» –según decía el legendario Cristóbal López, que fue director de Horcher (Alfonso XII, 6, Madrid)–, se hacen «sin prisa y con Grand Marnier». Es una delicia que se mantiene en la carta del citado y clásico restaurante madrileño y que se perfecciona en Piñera (Rosario Pino, 12, Madrid), en donde con la supervisión de Benjamín Urdiaín se ha establecido una casa anclada en la tradición sin fundamentalismo alguno. No debe olvidarse en este homenaje al clasicismo dulce las Suzette que elabora en Vía Veneto (Ganduxer, 10, Barcelona) el gran restaurante ''de sala'' barcelonés en el que un gran maître, Pedro Monge, toma el relevo de su padre y fundador, José Monge. Lo ''de siempre'' también vale.

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