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jueves, agosto 25

¿A quién regaló Van Gogh su oreja?

(Leído en la sección GPS del suplemento dominical del Periódico de Aragón)


El episodio más sangrante de la historia del arte moderno. Apareció en la sección de sucesos del periódico local de Arles (Francia), Le Forum Républicain, el 30 de diciembre de 1888, recogen Nora y Stefan Koldehoff en el libro ¿A quién regalo Van Gogh su oreja?: “El pasado domingo [23 de diciembre] a las 11.30 de la noche, un hombre llamado Vincent van Gogh, pintor de origen holandés, se presentó en la Maison de Tolérance nº 1, preguntó por Raquel y le dio su oreja, diciéndole: ‘Guarde este objeto con cuidado’. Después desapareció. A la mañana siguiente, tras haber sido informada de este hecho, que sólo puede atribuirse a un trastornado, la policía fue a su casa, donde lo encontraron tirado sobre la cama, sin apenas signos de vida. El pobre desgraciado fue llevado inmediatamente al hospital”. Lo confirmaron otras publicaciones: Van Gogh se amputó la oreja, la envolvió en papel y se la llevó a la inquilina de un burdel de la Rue du Bout.


“Según los médicos, esta leyenda resulta bastante inverosímil – añaden los Koldehoff–. El oído externo está irrigado hasta por siete arterias. Si se hubiera amputado la oreja por completo, en poco tiempo habría muerto desangrado”. Según la versión de Johanna Bonger, la prometida de Theo van Gogh, hermano del artista, el corte afectó sólo a “un trozo de oreja”. El desencadenante: Paul Gauguin. Por entonces, compartía con Van Gogh su famosa casa amarilla con contraventanas verdes. Contó en sus memorias (Avant et aprés) que el holandés se abalanzó sobre él en la calle con una navaja abierta en la mano. “Mi mirada debió de tener gran poder, pues se detuvo y, agachando la cabeza, echó a correr en dirección a nuestra casa. Quizá me comporté como un cobarde. Tal vez debí desarmarlo e intentar calmarlo”. Pero Gauguin nunca encontró nada que reprocharse: “El que quiera, que me arroje la primera piedra”.