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sábado, marzo 26

Ladrones de islas

(Un artículo de David Jiménez, publicado en Eureka, suplemento de El Mundo, el 30 de enero. De vez en cuando conviene recordar que no sólo hay un tipo de pirata... o de ladrones)

Grano a grano, cargamento a cargamento, la isla indonesia de Nipah ha ido encogiendo hasta convertirse en un pedazo insignificante de tierra en el estrecho de Malaca. Desde la distancia, en un día de tormenta, es imposible divisarla. Emerge al bajar la marea: un islote del tamaño de una cancha de fútbol defendido por los cañones de una patrullera de la armada indonesia. "Haremos lo que sea necesario para proteger nuestro territorio", dice un portavoz de la comandancia de Marina en la vecina isla de Batam.

Nipah está a punto de dejar de figurar en los mapas después de haber sido víctima de los ladrones de islas. Llegan de noche, extraen toda la arena que pueden y la cargan en grandes buques con destino al mercado negro que nutre los proyectos de reclamación de tierras de todo el mundo. la presencia militar en Nipah es un intento de defender las últimas 0,62 hectáreas de su territorio y evitar que sufra la misma suerte que otras 24 islas de este archipiélago asiático. Su desaparición definitiva.

Basta navegar unos minutos en dirección norte para encontrar el motivo de los problemas de las Islas Riau, situadas entre las costas de Malasia y Borneo y centro mundial del comercio de arena. El paisaje de rascacielos, hoteles de cinco estrelllas y casinos que adorna el horizonte pertenece a Singapur, uno de los 20 estados más pequeños del mundo con apenas 710 Km. cuadrados. La pequeña ciudad-estado nunca se ha conformado con el tamaño de su territorio: lo ha aumentado un 22% desde 1960, reclamando terreno al mar con grandes obras de ingeniería que requieren grandes cantidades de arena.

Singapur quiere seguir creciendo en los próximos años adquiriendo el material necesario en Camboya, Malasia o la propia Indonesia, donde cada año se extraen hasta 300 millones de metros cúbicos de arena. Y así, mientras Nipah y otras islas encogen, grandes centros financieros como Singapur se expanden. Literalmente, a su costa.

Cada kilómetro de terreno ganado al mar requiere de la utilización de 37,5 millones de metros cúbicos de arena, un gasto menor si se tiene en cuenta que el resultado son valores de alto valor inmobiliario junto al mar. El inmenso casino Marina Bay Sands ha sido el último proyecto levantado sobre un terreno artificial en Singapur, como lo fueron anteriormente el aeropuerto de Changi o la isla industrial de Jorong. Megalómanas obras como las Islas Palm en Dubai, que aumentará en unos 520 Km. su superficie, la extensión de la bahía de Hong Kong o los terrenos ganados al mar en Mumbai, Tokio o Bahrain también han alimentado el comercio de arena.

La desaparición de las islas provocó hace tres años una gran revuelta en los portales de internet de Indonesia, donde cientos de personas acusaron al gobierno de estar "vendiendo la patria". El furor alcanzó a los políticos cuando Yakarta se dio cuenta de que la inminente desaparición de Nipah tendría algo más que consecuencias ecológicas: la frontera marítima entre los dos países cambiaría para siempre si su territorio más próximo al país vecino quedaba sumergido.

Pero ni la evidencia del daño medioambiental ni la preocupación por la pérdida de soberanía, que llevó a imponer una moratoria en el comercio, han logrado frenar el problema. Los límites impuestos han multiplicado el precio de la arena -de los cinco euros por metro cúbico a más de 70 euros- y han dado lugar al nacimiento de un floreciente mercado negro en el que funcionarios corruptos, mercaderes ilegales y compradores de países desarrollados trabajan en consonancia.

Los pescadores de la región de Riau aseguran que los piratas de las islas utilizan ahora un mayor número de barcos pero de menor tamaño para no llamar la atención. Atracan en costas no habitadas durante la noche y trabajan en la extracción hasta el amanecer, llevando después la arena al puerto de Singapur, donde intermediarios venden gran parte en el mercado local y trafican con el resto con destino al extranjero. "Se está librando una guerra secreta por los recursos naturales. Los traficantes operan con total impunidad", asegura Nur Hidayati, portavoz de Greenpeace en Indonesia.

El impacto ecológico va mucho más allá de lo que se ve a simple vista en islas como Nipah, donde toda vegetación ha desaparecido del terreno que todavía aguanta sobre el nivel del mar. Algunas de las islas expoliadas han dejado de cumplir su papel como muros de contención de posibles tsunamis, exponiendo a futuros desastres a islas más grandes y habitadas. La desaparición de unas islas ha acelerado la erosión de otras, aumentando las inundaciones.

El cambio de las corrientes marítimas ha alterado el ecosistema marítimo en algunas de las zonas con mayor biodiversidad del mundo. "La situación es dramática en las islas de Nipah, Karimun y muchas islas pequeñas junto a la costa de Riau que están al borde de la desaparición", dice Hidayati, de Greenpeace. "Especies tropicales y barreras de coral se están muriendo y la biodiversidad de esos lugares está amenazada".

Las obras de extracción contaminan y enturbian el agua, bloquean la luz solar y matan las algas y el coral, alterando el curso normal del fondo del mar. La manipulación de las islas Riau ha golpeado especialmene a los pescadores de la zona, que han visto cómo perdían el 80% de sus ingresos debido al minado ilegal de arena y la contaminación del agua. Bagus, un veterano hombre de mar que ha faenado en la zona durante las últimas tres décadas, asegura que los caciques locales conceden derechos de explotación a cambio de prebendas, arruinando a miles de familias humildes en el camino. "Caladeros que durante años eran garantía de buena pesca han desaparecido", asegura Bagus en la isla de Batam, la mayor de la zona, donde pedazos de costa muestran también las dentelladas del minado de arena. "Islas donde antes podíamos hacer paradas han dejado de existir".

Tras haber doblado su población en los últimos treinta años, hasta alcanzar cerca de cinco millones de habitantes, Singapur tiene planes de expandirse otros 70 Km. cuadrados antes del año 2030. Conseguirlo requiere arena. Mucha arena. 2.625 millones de metros cúbicos de arena, en concreto. Las restricciones impuestas en lugares como Indonesia no son un problema porque siempre hay países lo suficientemente pobres o corruptos dispuestos a vender un trozo de su territorio. Es el caso de Camboya, donde la organización Global Witness denuncia un estado de barra libre para los piratas de la arena.

El informe de expertos medioambientales sobre lo que está ocurriendo en Camboya habla de un desastre irreversible en el que sus costas están siendo devastadas, decenas de especies puestas al borde de la extinción y la vida de los pescadores locales arruinada. Se trata de un daño doble porque los barcos, que operan con toda impunidad, están esquilmando también el agua del fondo de los grandes ríos camboyanos. La supuesta regulación en la exportación de arena, establecida en 2009, es ignorada y la policía no lleva a cabo ninguna detención porque la concesión de derechos es otorgada por algunos de los políticos más poderosos del país, incluídos dos senadores vinculados al todopoderoso primer ministro Hun Sen.

La incapacidad de países como Camboya para frenar el expolio de sus islas ha llevado a las organizaciones ecologistas a responsabilizar a los compradores, que prefieren no hacer preguntas sobre la procedencia de la arena que utilizan. "El fracaso de Singapur en mitigar el impacto social y ecológico de la extracción de arena representa un caso de hipocresía a gran escala", aseguran desde Global Witness, recordando que el lema escogido por las autoridades para promocionarse es "Ciudad sostenible del futuro".

Indonesia está tratando de demostrar que los efectos del expolio no son irreversibles, al menos mientras las islas saqueadas mantengan un palmo de terreno sobre el nivel del mar. El Gobierno ha lanzado una gran operación para tratar de salvar Nipah y cree que no es demasiado tarde. "Estamos tratando de revitalizar la isla con varios proyectos", asegura Arief Havas, director de TRatados Internacionales del Ministerio de Asuntos Exteriores de Indonesia, el departamento encargado de asefgurarse de que la isla sobrevive y las fronteras indonesias permanecen inalterables.

El plan de rescate de Nipah es en sí mismo una gran contradicción. Tras vender durante años su tierra al mejor postor, y ver cómo las sobras eran robadas por piratas nocturnos, la isla se ve obligada ahora a comprar la arena con la que espera recuperar su tamaño original, cercano a las 65 hectáreas con la marea baja. El proyecto incluye levantar una base de abastecimiento para buques, plantar cientos de árboles para devolver la vida al lugar y establecer una pequeña base naval permanente para evitar que Nipah vuelva a caer en manos de los ladrones de islas. ¿El problema? Sólo Indonesia tiene otras 17.000 islas que proteger. Una misión imposible.