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martes, noviembre 17

Un poquito de ópera: Matilde de Shabran

(Leído en la sección de ópera de radio Beethoven, www.beethovenfm.cl)

Dos semanas después del estreno de “Mahometto II” en Nápoles, Gioacchino Rossini regresó a Roma, donde había acordado componer una nueva ópera para el Teatro Apollo de esa ciudad, en la época de carnaval.

Rossini ya había compuesto el primer acto de una ópera basada en la obra “Matilde de Morvel” del francés Jean-Marie Boutet, pero poco a poco llegó a manifestarse insatisfecho de la calidad del libreto y la lentitud con que los textos para poner en música le estaban siendo entregados.

Para poder seguir adelante con su compromiso Rossini recurrió en Roma a Jacopo Ferretti (el libretista de “La Cenerentola”), quien le propuso un libreto con el que había estado trabajando en sus ratos libres, el cual era la adaptación de otro libreto de François Benoit Hoffman para la ópera “Eufrosina y Corradino” de Méhul, basada en una obra de Voltaire, y estrenada en París en 1790.

La nueva ópera de Rossini comenzó a ser anunciada como “Matilde”, por lo cual Ferretti tuvo que cambiar los nombres de los personajes de “Eufrosina y Corradino” y la retituló “Matilde Shabran” antes de ofrecer el libreto definitivo al compositor.

Como de costumbre trabajando contra el tiempo, Rossini no tuvo empacho en acelerar la marcha y componer algunos trozos en base a temas de sus propias óperas “Eduardo y Cristina” y “Riccardo y Zoraida” e incluso de la ópera “La juventud de Enrique V” que el compositor Giovanni Pacini había escrito sobre un libreto del propio Ferreti.

Con el nombre de “Matilde de Shabran, o Belleza y El Corazón de Hierro”, la ópera fue estrenada en el Teatro Apollo de Roma el 24 de febrero de 1821 en una jornada que tuvo que dirigir el célebre violinista Niccolo Paganini, reemplazando al director titular de aquel teatro, muerto de apoplejía durante los últimos ensayos.

Tras la premiere, no contento con la recepción que tuvo la ópera y dándose cuenta que en la obra no había ni nuevos ni buenos aportes del compositor, Giovanni Torlonia, empresario del Teatro Apollo, se negó a pagar los honorarios acorados con Rossini. Éste de inmediato retiró las partituras del teatro y escribió una carta de denuncia al Gobernador de Roma, quien logró arreglar las cosas, haciendo que la ópera siguiera representándose. En los meses posteriores al estreno para los trozos con música tomada en autopréstamo Rossini compuso nuevas melodías y cambió con música propia aquella parte proveniente de una ópera de Pacini.

Pronto la obra llegó a Nápoles y otras ciudades italianas. Luego se conoció en más ciudades de Europa y también de los EEUU. En 1892 se representó en Florencia, cayendo en un posterior olvido hasta 1974, cuando “Matilde de Shabran” subió a escena en Genova.

Para facilitar una mejor audición y comprensión de esta ópera, debe señalarse que el rol de Edoardo pertenece a la curiosa y extensa galería de personajes “travestis”, esto es personajes hombres que deben ser cantados por mujeres. Así también hay que tener en cuenta que el poeta Isidoro canta en un curioso dialecto napolitano.

ARGUMENTO

La acción de la ópera se desarrolla en un castillo español, en tiempos de la Edad Media.

Acto primero

Un grupo de campesinos trae su tributo de alimentos al castillo de Corradino, cuya torre vigila el guardia Ginardo. Alipandro, el doctor de Corradino, los escucha y les advierte que su patrón es un hombre tirano y cruel, lo cual queda en absoluta evidencia en los carteles pegados en los muros del castillo, donde se leen duras amenazas. Mientras uno dice “Al que entre sin estar invitado se le romperá el cráneo”, otro cartel señala “El que se atreva a romper la paz de este lugar morirá aquí mismo de hambre y de sed”.

Suena una campana y tomando en cuenta tan duras advertencias de los campesinos se van. Desde los bosques cercanos, aparece Isidoro, un poeta napolitano errante, muy debilitado y hambriento, quejándose de su gran pobreza y contando su largo viaje desde Nápoles hasta este castillo, donde espera que su suerte cambie. Cuando Isidoro ve aquellos letreros, decide escapar, pero demasiado tarde, pues aparece Corradino y lo captura, preguntándole quién es él y quién lo ha enviado hasta allí.La vacilante respuesta del poeta no le satisface y Alipandro tiene que frenar los intentos de Corradino de matarlo.

Isidoro es apresado y Alipandro cuenta a su patrón que Matilde de Shabran, una huérfana que a la muerte de su padre fue confiada al cuidado de Corradino, está pidiendo una audiencia con él.
Corradino detesta a las mujeres y dice que Matilde será bienvenida, pero aclara que él no quiere involucrarse en nada con ella. Mientras, Corradino desea ver a un prisionero, Edoardo, hijo de su enemigo Raimondo, quien se lo pasa llorando al pensar en el sufrimiento de su padre. Matilde cuenta al doctor como ella planea cautivar a Corradino con sus artificios femeninos, a lo que Aliupandro le advierte que Corradino es un hombre problemático, interesado sólo en ser belicoso, aunque en el fondo es una persona débil y miedosa.

Ginardo entonces anuncia que ha llegado la Condesa de Arco, quien tiene interés en conquistar a Corradino y obviamente desea apartar de su camino a Matilde. En la siguiente escena las dos mujeres e enfrentan. Alipandro y Ginardo tratan de calmarlas, a la vez que llega Corradino para ver que está pasando. Matilde rehúsa ser amedrentada por Corradino y el otrora tirano se encuentra a si mismo conquistado por los encantos de la feliz mujer, en medio de los disgustos de la Condesa de Arco.

Cuando las mujeres se han ido, Alipandro diagnostica en Corradino una incurable enfermedad de amor. Éste, creyéndose embrujado, designa a Isidoro como el único hechicero que podrá ayudarlo en ese mal. El poeta aprovecha la oportunidad para ganarse un rico patrón recitando versos que lo glorifican. Matilde regresa y, con ojos lagrimosos y brillantes, comienza a declarar su amor por Corradino, quien pronto se rinde, confiesa su amor y termina siendo desarmado bajo todo sentido por Matilde.

La escena amorosa es interrumpida por Alipandro, anunciando que Raimondo se aproxima con el fin de rescatar a su hijo Edoardo. Todos dejan el castillo para enfrentar al enemigo y Matilde desea éxito a Corrradino en la batalla, pero también despierta sus celos al expresar ciertas simpatías por Edoardo. Matilde quedará al mando del castillo en ausencia de Corradino.

Acto segundo

Raimondo ha sido abandonado por los suyos y todavía busca desesperadamente a su hijo Edoardo. Éste, temiendo que su padre ha muerto, repentinamente oye una voces a la distancia. Corradino, Raimondo y Edoardo se encuentran. Corradino reta a duelo a Raimondo, pero se horroriza al ver libre a Edoardo, gracias a los oficios de Matilde. Corradino entonces se va, celoso e iracundo. De regreso en el castillo, la Condesa se felicita por sus acciones: ha sido ella quien ha burlado al guardia de Edoardo, pero la culpa ha sido puesta sobre Matilde, quien espera ansiosa el regreso de Corradino.

Llega éste, pero de inmediato la acusa de la huida de Eduardo y la condena a muerte, ordenando a Isidoro lanzarla desde lo alto de una colina durante una tormenta. El poeta, Alipandro y Ginardo expresan su horror, mientras Matilde alega su inocencia y la Condesa celebra su triunfo. Solo, Corradino reflexiona sobre las recientes conductas femeninas que ha conocido y despacha a un grupo de mujeres que habían venido a interceder por Matilde.

Isidoro regresa y da su versión de los últimos momentos de Matilde, cuando Edoardo llega proclamando la inocencia de la muchacha y la culpabilidad de la Condesa. Corradino, horrorizado, le dice que es demasiado tarde, pues Matilde ha muerto... aunque Edoardo sabe muy bien que eso no es verdad.

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