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domingo, agosto 30

Pieza para orquesta, campanario y batería de cañones

(Leído hace mucho tiempo en CPI)

Estamos en el frío otoño ruso, un día 12 de octubre de 1880. Pyotr Ilyich Tchaikovsky (les desafío a que encuentren otro nombre que pueda escribirse de más formas distintas) rezonga, porque le han encargado una obra para conmemorar la victoria de Rusia contra Napoleón, en 1812. Según propias confesiones, no le apetece mucho, pero se pone a la tarea. Y crea una de las obras más gloriosas de la música: la Obertura 1812. El propio autor diría de ella que era "demasiado ruidosa"...

La Obertura 1812 es una pieza de música programática, esto es, de música que o bien está hecha para acompañar un texto o representación (como Pedro y el Lobo, de Prokofiev, en donde la música acompaña al narrador evocando las palabras que va diciendo), o bien narra sonoramente algún pasaje. Por ejemplo, en sus cuatro estaciones, Vivaldi imita el canto de los pájaros, el sonido de la lluvia, el aullar del viento, el rayo y el trueno...

Pues la Obertura 1812 narra el auge y ocaso de Napoleón, visto desde la perspectiva de los rusos. Resumiendo mucho: la obra comienza con una melodía preciosa, a cargo de los cellos, que representa las oraciones del pueblo ruso antes de partir para la batalla. Luego los cornos franceses van relatando pasajes in crescendo que reflejan las victorias francesas a medida que se acercan, y luego toman, a Moscú. La Marsellesa puede oirse unas cuantas veces, en cada victoria francesa. Tras la toma de Moscú, cambian las tornas: el General Invierno, el mejor aliado de
los rusos en toda su historia militar, obliga a Napoleón a retirarse y retroceder. Hay unas cuantas melodías populares rusas en esta parte. Y luego, luego viene lo mejor, cuando se narra la derrota francesa a cargo de los rusos, mientras suena Dios salve al Zar. Esta parte es excepcional porque Tchaikovsky la compuso para orquesta, campanario y destacamento de artillería.

Suenan campanas que celebran la victoria rusa, y suenan cañones durante la última batalla.
Normalmente, cuando esta obra se representa los cañones son sustituidos por un inmenso bombo, y las campanas del campanario por otras más pequeñas, que puedan entrar en la sala de conciertos.

Parece ser que hace unos años, en Segovia, se interpretó esta obra tal y como fue escrita. Las campanas de Pedraza y los cañones de la academia de artillería, comandados por un capitán de artillería que me sacaba dos o tres años y era melómano perdido, estaban listos para utilizarse de un modo que nunca nadie habría previsto: como instrumentos musicales en una orquesta.

Tuvo que ser todo un espectáculo, la verdad.

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