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martes, febrero 17

Madame Guillotine

(Copiado de las Crónicas desde Europa de la versión digital de El Mundo, del 28 de enero, concretamente)

¿Cuándo fue empleada por última vez en Francia la guillotina? La cuestión parece entresacada de un concurso televisivo, pero viene a cuento porque un telefilme emitido anoche en la cadena transpirenaica France 2 recordó que el artilugio del doctor Guillotin despojó la testa a un reo en 1977.

No hay error en la fecha ni en la cifra: 1-9-7-7. Es una aberración instrumental que se mantuvo en vigor hasta la abolición de la pena de muerte en 1981, aunque el último verdugo constreñido a manejar la Viuda –así se denomina alternativamente la cuchilla- no estaba obligado a oficiar el ritual con las diez reglas que dejó escritas Charles Henri Sanson en la edad del terror postrrevolucionario.

- El reo viaja en la misma carreta que el verdugo durante el trayecto al patíbulo.

- Se despoja al condenado de la ropa, menos el pantalón y la camisa.

- Se le atan las muñecas a la espalda.

- Se le corta el cabello en el caso de que lo tenga largo.

- Se le despoja del cuello de la camisa para facilitar el trabajo.

- Se le sujeta boca abajo en un banco paralelo al suelo.

- Una vez manipulada la guillotina, se exhibe al público la cabeza del reo sujetándola del cabello.

- En caso de que el condenado sea calvo, el verdugo sujeta la testa por las orejas.

- Finalmente, se introduce la cabeza en una cesta grande.

- El cuerpo del condenado termina enterrado en una fosa común.

Fue Charles Henri Sanson el primero en estrenar la guillotina y el artífice de la decapitación de Luis XVI, aunque el verdugo recurrió a un artículo de prensa para sacudirse la ignominia: "Si los verdugos somos una vergüenza, no deberíamos existir. Y si somos necesarios, que se nos trate con el respeto de tales. Por favor".

Después aparecería el estéril debate sobre la abolición de la pena de muerte, aunque el hallazgo humanitario e industrial de la guillotina —así fue descrita por su inventor— y los juicios sumarios le permitirían acumular una enorme fortuna sobre el cadalso. Cuestión de números y de comisiones: había oficiado Sanson durante su existencia la ejecución de 2.918 personas. De ellas, 370 eran mujeres, como María Antonieta, mientras que 2.548 eran hombres, como Danton y Robespierre.

Charles Sanson, orgulloso de su pasado militar, aprendió el oficio con habilidad en compañía del suegro. Era bastante diestro en la técnica de la decapitación con la espada, pero también había adquirido una singular eficacia en la tarea de administrar las torturas y los suplicios. Sabía arrancarle el labio superior a los blasfemos, quemar a fuego lento a las meretrices, arrancar la lengua a los mentirosos, amputar las manos a los ladrones, fustigar a los pecadores, herrar como ganado a los desertores o flagelar a los menores de edad que habían incurrido en delito grave.

Semejantes medidas disciplinarias solían aplicarse en presencia del público, aunque los ceremoniales más concurridos coincidían con la aplicación exhibicionista de la pena capital en las plazas mayores. Era entonces cuando Charles Sanson adquiría plena consciencia de que el oficio de verdugo equivalía a la mayor degradación humana expresamente consentida por la ley. Hasta 1981.

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