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domingo, noviembre 9

Por la puerta falsa

(Leído en Historias de la Ciencia hace un par de años -la entrada es del 12 de octubre del 2006-. Otra bitácora que no hay que perderse...)

[...] Os voy a hablar de objetos encontrados en los interiores del cuerpo humano que han sido introducidos a través de sus esfínteres y que al no poder sacárselos, o por las razones que sea, acabaron en el hospital. Antes de que me deis una regañina u os llevéis las manos a la cabeza os diré en defensa propia que todo lo que pondré a continuación está publicado en diferentes y famosas revistas médicas. Por otro lado, es un mensaje a los estudiantes de medicina o enfermería de las cosas que podrán encontrarse por el mundo. Estáis avisados por si no queréis
leerlo. Hecha la advertencia, vamos allá.

Empecemos por los objetos introducidos vía vaginal.

Una mujer de 64 años que se quejaba de incontinencia urinaria y resultó que tenía un tapón de plástico ya calcificado con el paso del tiempo; a otra mujer de 56 años aquejada de hemorragia vaginal fuera del período de menstruación le fue encontrado un trozo de cristal clavado en el
fondo de su vagina (¿de dónde habría salido?); otra de 52 años que en medio de un juego sexual su compañero le había introducido dos bolas chinas habiendo podido sacar sólo una de ellas. Pero hay más objetos dignos de mención como huesos, tampones, bolas de billar, termómetros,
botellas, vasos, lápices, pepinos, etc.

Una mujer de 69 años que tenía una botella que su marido le había introducido hacía 7 años porque no le era posible hacer el coito. Parece ser que se olvidaron y la buena mujer se acordó al poco tiempo de fallecer el esposo. Aunque el más curioso fue el de una mujer de 87 años que murió de forma inexplicable. Al hacerle la autopsia vieron que tenía un brazalete de jade de 6,5 cm de diámetro. Parece que se lo había introducido en los años cuarenta durante la guerra para evitar que se lo robaran. Deberían haberle dicho que acabó hace mucho.

Otra mujer que hacía las heces de color negruzco debido a la presencia de sangre, al hacer las radiografías pertinentes vieron que llevaba en el recto un puñado de monedas, la mayoría de 25 pesetas. No debía ser una gran fortuna.

Y ahora vamos con los objetos introducidos vía rectal que son mucho más variados.

Una publicación en el British Journal of Hospital Medicine nos habla de un hombre de 64 años que ingresó por estreñimiento. Quizás recordando que a los lactantes se les estimula el esfínter anal con la punta del termómetro, se introdujo un hervidor de huevos que funciona en el
microondas. Es un aparato de unos 11 cm de diámetro en su punto más ancho. Claro, el estreñimiento no se le pasó; pero lo curioso es que los médicos no pudieron quitárselo con los dedos. Fueron a la sala de partos para pedir ¡unos fórceps! con los que sacaron el aparato como la cabeza de un bebé.

Un recluso de una penitenciaría federal de EEUU llegó al hospital, esposado de pies y manos, para ser operado. Los cirujanos, a veces, ponen analgésicos en forma de supositorios y al intentar introducir uno en este recluso vio que algo bloqueaba la acción. Eran nada menos que las llaves de las esposas. El doctor Joel Parlow (el médico protagonista) afirmó como conclusión que "la administración de analgésicos por vía rectal en el quirófano puede tener un beneficio añadido como puede ser su utilidad para abortar un plan de fuga".

Los doctores David Busch y James Starling escribieron en una prestigiosa revista de cirugía en 1986 un artículo titulado "Cuerpos extraños en el recto: casos clínicos y revisión extensa de la literatura mundial". Seguro que debe haber más, pero estos, al menos, se divulgaron.

Hay casos en que los autores los comentan uno por uno, tales como quien se introdujo dos fluorescentes, media sierra de joyero, una lata de aceite con un trozo de patata (quién sabe si pretendía freírla), un trozo de madera con un cacahuete, el mango de un paraguas con el tubo de
una lavativa, todas las cabezas de fósforo de una caja de cerillas (¿un pirómano?), 402 piedras, dos pastillas de jabón, incluso uno que con ayuda de su amante se introdujo todo lo que pilló: unas gafas, una llave de maletín, una pitillera y una revista.

En dicho estudio, el número de botellas y tarros de forma diversa asciende a 31 y el de vasos y copas a 12, 7 tipos de bombilla y 6 de tubos. Un individuo se introdujo una botella por el recto con una cuerda atada, pero parece ser que igualmente tuvo que ir a urgencias (¿qué pasaría con
la cuerda?).

Algunos son glotones, pues se introdujeron alimentos como una manzana (alguno hasta dos), dos plátanos, cuatro zanahorias, tres pepinos, dos cebollas, una chirivía, una patata, un salchichón, un nabo y un llantén entre otros. El llantén es una planta medicinal que culmina en forma larga de espiga y tiene propiedades, según dicen, aliviatorias de diarrea y hemorroides; pero hay que especificar que sólo tiene esos efectos cuando se utiliza como infusión para beber. Por otro lado, el paciente lo introdujo con un condón.

Algunos son obreros, pues se describen casos de un mango de hacha, diez palos de escoba o fregona, un cuchillo romo (que no tiene dientes), un picahielo, un afilador de cuchillos, dos manos de mortero, una espátula de plástico y una cuchara.

También hay de otros tipos como un cirio, unas tenacillas de rizar el pelo, una varilla de hierro, un bolígrafo, un destornillador, un cepillo de dientes, un muelle de alambre, globos, preservativos, dos pelotas de béisbol, una de tenis (las de béisbol, haciendo esfuerzos se puede
entender, pero ¿la de tenis con la pelusilla?), un tapón de corcho, un bote de talco, un frasco de champú, una caja de velas, tres cuernos de animales varios, una cadena de oro, dos piedras, el mango de un látigo y hasta (ojo al dato) un rabo de cerdo congelado.

Y eso que el estudio fue sólo hasta 1986. Supongo que desde que están las nuevas tecnologías la variedad habrá ido en aumento. Lo que más me hace reír es que hace poco leía que en meneame que los EEUU no han aceptado a trámite una apelación contra una ley del estado de Texas que prohíbe la posesión de objetos que simulen la apariencia de los órganos sexuales como los vibradores, cuando en el listado de todo lo anterior sólo hubo 23 de estos aparatos. Como esto siga así, creo acabarán ampliando dicha ley."

Alucinante, ¿no?

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