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martes, agosto 26

Escrito en servilletas

"(...) El perfil que dejas al abandonar las sábanas. La huella de tus pies sobre la arena. Las ondas de tu cuerpo al entrar en el agua. La forma que conserva el vestido que te quitas. El eco de tu voz. Tu olor en la flor que acabas de oler. La estela que permanece apenas un segundo cuando te retiras de frente del espejo. Mi enorme museo de recuerdos tuyos que visito a menudo con la imaginación."

Encontré este texto Dios-sabe-donde con una breve nota que decía: 'De "Escrito en servilletas", de Cuatro amigos, de David Trueba'. Busqué, y resultó que En la novela "Cuatro amigos", el protagonista, Solo, escribe una novela titulada "Escrito en servilletas". Es un título sugerente, evocador de lo efímero, cuando menos.

Y buscando, aún encontré alguna perla más:

"El Doctor me dijo: No hay nada malo en el hígado, no hay nada malo en los pulmones, no hay nada malo en los huesos, no hay nada malo en el cerebro, no hay nada malo en el corazón, no hay nada malo en el páncreas, no hay nada malo en el estómago, no hay nada malo en la garganta, no hay nada malo en ningún órgano vital.

Y yo le respondí: Pues estoy jodido Doctor."

Pero lo que me ha dejado con ganas de leer el libro es el primer párrafo de la novela:

“Siempre he sospechado que la amistad está sobrevalorada. Como los estudios universitarios, la muerte o las pollas largas. Los seres humanos elevamos ciertos tópicos a las alturas para esquivar la poca importancia de nuestras vidas. De ahí que la amistad aparezca representada por pactos de sangre, lealtades eternas e incluso mitificada como una variante del amor más profunda que el vulgar afecto de las parejas. No debe de ser tan sólido el vínculo cuando la lista de amigos perdidos es siempre mayor que la de amigos conservados. El padre de Blas solía decirnos que la confianza en los otros era un rasgo del débil, pero claro, cualquier asomo de humanidad era para él poco menos que una mariconada. Coronel en la reserva de consentida inclinación nazi, no concedíamos demasiado valor a sus opiniones. En el fondo sonaba más sabio lo que tirado en una taberna nos gritó un día: “Yo a mis amigos no les cuento mis penas; que los divierta su puta madre.” La amistad siempre me ha parecido una cerilla que es mejor soplar antes de que te queme los dedos y, sin embargo, aquel verano no habría podido concebir los días sin Blas, sin Claudio, sin Raúl. Mis amigos.“

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