Cuéntame un cuento...

...o una historia, o una anécdota... Simplemente algo que me haga reir, pensar, soñar o todo a la vez, si cabe ..Si quereis mandarme alguna de estas, hacedlo a pues80@hotmail.com..

domingo, agosto 31

Irena Sendler: una heroína en la sombra

(Lo he leido en la Wikipedia, llegando a través de la bitácora Noticias Interesantes, y creo que merece la pena leerlo)

Irena Sendler nació en Varsovia el 15 de febrero de 1910. Esta mujer fue una enfermera polaca que durante la segunda Guerra Mundial ayudó y salvó a millares de niños judíos con riesgo de su vida, siendo conocida como ,"el ángel del Gueto de Varsovia". Fue candidata al Premio Nobel de la Paz en 2007, aunque finalmente no resultó elegida.

Cuando Alemania invadió el país en 1939, Irena era enfermera en el Departamento de Bienestar Social de Varsovia, que llevaba los comedores comunitarios de la ciudad. Allí trabajó incansablemente para aliviar el sufrimiento de miles de personas tanto judías como católicas. Gracias a ella, estos comedores no sólo proporcionaban comida para huérfanos, ancianos y pobres sino que además entregaban ropa, medicinas y dinero.

En 1942 los nazis crearon un gueto en Varsovia, e Irena, horrorizada por las condiciones en que se vivía allí, se unió al Consejo para la Ayuda de Judíos, Zegota. Ella misma lo cuenta: "Conseguí, para mí y mi compañera Irena Schultz, identificaciones de la oficina sanitaria, una de cuyas tareas era la lucha contra las enfermedades contagiosas. Más tarde tuve éxito en conseguir pases para otras colaboradoras. Como los alemanes invasores tenían miedo de que se desatara una epidemia de tifus, toleraban que los polacos controláramos el recinto."

Cuando Irena caminaba por las calles del Gueto, llevaba un brazalete con la estrella de David, como signo de solidaridad y para no llamar la atención sobre sí misma. Pronto se puso en contacto con familias a las que ofreció llevar a sus hijos fuera del Gueto. Pero no les podía dar garantías de éxito. Lo único seguro era que los niños morirían si permanecían en él.

Muchas madres y abuelas eran reticentes a entregar a sus niños, algo absolutamente comprensible pero que resultó fatal para ellos. Algunas veces, cuando Irena o sus chicas volvían a visitar a las familias para intentar hacerles cambiar de opinión, se encontraban con que todos habían sido llevados al tren que los conduciría a los campos de la muerte.

A lo largo de un año y medio, hasta la evacuación del Gueto en el verano del 42, consiguió rescatar a más de 2.500 niños por distintos caminos: comenzó a sacarlos en ambulancias como víctimas de tifus, pero pronto se valió de todo tipo de subterfugios que sirvieran para esconderlos: sacos, cestos de basura, cajas de herramientas, cargamentos de mercancías, bolsas de patatas, ataúdes... en sus manos cualquier elemento se transformaba en una vía de escape.

Irena quería que un día pudieran recuperar sus verdaderos nombres, su identidad, sus historias personales y sus familias. Entonces ideó un archivo en el que registraba los nombres de los niños y sus nuevas identidades.

Pero los nazis descubrieron sus actividades. El 20 de octubre de 1943, Irena Sendler fue detenida por la Gestapo y llevada a la infame prisión de Pawiak donde fue brutalmente torturada. En un colchón de paja encontró una estampa de Jesús Misericordioso con la leyenda: "Jesus, en vos confio", que conservó consigo hasta el año 1979, momento en que se la obsequió a Juan Pablo II.

Ella era la única que sabía los nombres y las direcciones de las familias que albergaban a los niños judíos. Soportó la tortura y se negó a traicionar a sus colaboradores o a cualquiera de los niños ocultos. Fue sentenciada a muerte. Mientras esperaba la ejecución, un soldado alemán se la llevó para un "interrogatorio adicional". Al salir, le gritó en polaco "¡Corra!". Al día siguiente halló su nombre en la lista de los polacos ejecutados. Los miembros de Zegota habían logrado detener la ejecución sobornando a los alemanes, e Irena continuó trabajando con una identidad falsa.

En 1944, durante el Levantamiento de Varsovia, colocó sus listas en dos frascos de vidrio y los enterró en el jardín de su vecina para asegurarse de que llegarían a las manos indicadas si ella moría. Al finalizar la guerra, Irena misma los desenterró y le entregó las notas al doctor Adolfo Berman, el primer presidente del comité de salvamento de los judíos sobrevivientes. Lamentablemente la mayor parte de las familias de los niños había muerto en los campos de concentracion nazis. En un principio los chicos que no tenían una familia adoptiva fueron cuidados en diferentes orfanatos y poco a poco se los envió a Palestina.

Los niños sólo conocían a Irena por su nombre clave "Jolanta". Pero años más tarde cuando su foto salió en un periódico luego de ser premiada por sus acciones humanitarias durante la guerra, un hombre la llamó por teléfono y le dijo: "Recuerdo su cara, usted es quien me saco del Gueto". Y así comenzó a recibir muchos llamados y reconocimientos.

A partir de ahi llegaron los reconocimientos, y en 2007 el gobierno de Polonia la presentó como candidata para el premio Nobel de la Paz, siendo considerada uno de los últimos héroes vivos de su generación, demostrando una fuerza, una convicción y un valor extraordinarios frente a un mal de una naturaleza extraordinaria. Aunque no lo consiguió, su papel no quedó en la sombra.

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sábado, agosto 30

Otro pensamiento de amor

(También de Gonzalez Pons)

Soy un tonto de amor enloquecido,
ni te vendo ni quiero ser tu dueño,
ni llego de la sombra ni del sueño
ni compro tu pasado ni te olvido.

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viernes, agosto 29

Pensamiento de amor

(Hoy estoy romántica, ¿qué se le va a hacer?)

Este verso es de Gonzalez Pons, y creo que se lo escribió a su mujer. Debe de ser bonito que alguien te escriba estas cosas...

"En medio de esta noche de invierno, un soplo de viento con textura de primavera me ha arañado un poco el corazón congelado. Casi ha sido como si hubieras pasado tú."

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jueves, agosto 28

Extraña belleza

Eso es lo que yo encuentro en esta frase de Edward Munch:

"De mi cuerpo podrido crecerán flores; yo seré parte de ellas"

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miércoles, agosto 27

Proverbio chino

(Extraido del suplemento dominical de El Mundo)

"Exígete mucho a ti mismo y espera poco de los demás. Así te ahorrarás disgustos."

A mi modo de ver, se parece mucho al dicho ese de "si necesitas una mano que te ayude, búscala al final de tu brazo."

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martes, agosto 26

Escrito en servilletas

"(...) El perfil que dejas al abandonar las sábanas. La huella de tus pies sobre la arena. Las ondas de tu cuerpo al entrar en el agua. La forma que conserva el vestido que te quitas. El eco de tu voz. Tu olor en la flor que acabas de oler. La estela que permanece apenas un segundo cuando te retiras de frente del espejo. Mi enorme museo de recuerdos tuyos que visito a menudo con la imaginación."

Encontré este texto Dios-sabe-donde con una breve nota que decía: 'De "Escrito en servilletas", de Cuatro amigos, de David Trueba'. Busqué, y resultó que En la novela "Cuatro amigos", el protagonista, Solo, escribe una novela titulada "Escrito en servilletas". Es un título sugerente, evocador de lo efímero, cuando menos.

Y buscando, aún encontré alguna perla más:

"El Doctor me dijo: No hay nada malo en el hígado, no hay nada malo en los pulmones, no hay nada malo en los huesos, no hay nada malo en el cerebro, no hay nada malo en el corazón, no hay nada malo en el páncreas, no hay nada malo en el estómago, no hay nada malo en la garganta, no hay nada malo en ningún órgano vital.

Y yo le respondí: Pues estoy jodido Doctor."

Pero lo que me ha dejado con ganas de leer el libro es el primer párrafo de la novela:

“Siempre he sospechado que la amistad está sobrevalorada. Como los estudios universitarios, la muerte o las pollas largas. Los seres humanos elevamos ciertos tópicos a las alturas para esquivar la poca importancia de nuestras vidas. De ahí que la amistad aparezca representada por pactos de sangre, lealtades eternas e incluso mitificada como una variante del amor más profunda que el vulgar afecto de las parejas. No debe de ser tan sólido el vínculo cuando la lista de amigos perdidos es siempre mayor que la de amigos conservados. El padre de Blas solía decirnos que la confianza en los otros era un rasgo del débil, pero claro, cualquier asomo de humanidad era para él poco menos que una mariconada. Coronel en la reserva de consentida inclinación nazi, no concedíamos demasiado valor a sus opiniones. En el fondo sonaba más sabio lo que tirado en una taberna nos gritó un día: “Yo a mis amigos no les cuento mis penas; que los divierta su puta madre.” La amistad siempre me ha parecido una cerilla que es mejor soplar antes de que te queme los dedos y, sin embargo, aquel verano no habría podido concebir los días sin Blas, sin Claudio, sin Raúl. Mis amigos.“

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domingo, agosto 24

Pensieri per gli sposi

(Encontré una lista completa de dedicatorias para novios en una tienda en Milán. La tienda era de regalos y tenía un servicio de listas de boda. Solo me copié las que más me gustaron, claro.)

A voi due che siete l'immagine dell'amore.

Il vostro futuro sia luminoso come questo giorno.

E' bello vedervi iniziare iniziare a caminare insieme.

Con l'augurio che il vostro di oggi sia un si alla felicità di tutta una vita in due.

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sábado, agosto 23

Cosas dificiles de encontrar

(Leido en una revista)

"No solo no hay Dios, sino que intenta encontrar a un fontanero en un fin de semana"
Woody Allen

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viernes, agosto 22

Cuestión de credibilidad

(Lo leí en una revista, escrito por un tal Eneko. Y, aunque real, me pareció muy triste)

"Estaba en el lugar de los hechos. Lo veía pero no se lo creía. Así que, asustado, corrió a casa y encendió el televisor. Era cierto."

miércoles, agosto 20

Autobombo

(Lo lei hace poco como una reseña en un artículo sobre los Juegos Olímpicos)

Idi Amin, sátrapa ugandés, se otorgaba los siguientes títulos como tarjeta de presentación:

"Su Excelencia el presidente Vitalicio, Mariscal de Campo Alhadi Doctor Idi Amin, VC, DSO, MC, Señor de todas las bestias de la Tierra y de los peces del mar, y Conquistador del Imperio Británico en Africa en General y Uganda en particular y Rey de Escocia"

Ufff, ¡¡qué empacho de mayúsculas!! ¿Donde iría este hombre sin fanfarronadas?

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lunes, agosto 18

Cuento oriental

(Lo lei en internet y es bueno recordarlo de vez en cuando)

El discípulo miró al maestro en la profundidad de la tarde.

- Maestro, ¿es bueno para el sabio demostrar su inteligencia?
- A veces puede ser bueno y honorable permitir que los hombres te rindan honores.
- ¿Sólo a veces?
- Otras puede acarrearle al sabio multitud de desgracias. Es lo que les sucedió a los tres príncipes de Serendip que utilizaron distraídamente su inteligencia. Habían sido educados por su padre, que era arquitecto del gran Sha de Persia, con los mejores profesores y ahora se encaminaban en un viaje hacia la India para servir al gran mogol, del que habían oído su gran aprecio por el Islam y la sabiduría. Sin embargo, tuvieron un percance en su camino.
- ¿Qué les pasó?
- Una tarde como esta, caminaban rumbo a la ciudad de Kandahar, cuando uno de ellos afirmó al ver unas huellas en el camino: "Por aquí ha pasado un camello tuerto del ojo derecho".
- ¿Cómo pudo adivinar semejante cosa con tanta exactitud?
- Había observado que la hierba de la parte derecha del camino, la que daba al río, y por tanto la más atractiva, estaba intacta mientras la de la parte izquierda, la que daba al monte y estaba más seca, estaba consumida. El camello no veía la hierba del río.
- ¿Y los otros príncipes?
- El segundo, que era más sabio, dijo: "le falta un diente al camello".
- ¿Cómo podía saberlo?
- La hierba arrancada mostraba pequeñas cantidades masticadas y abandonadas.
- ¿Y el tercero'
- Era mucho más joven pero aun más perspicaz y, como es natural, en los hijos pequeños, más radical al estar menos seguro de sí mismo. Dijo: "El camello está cojo de una de las dos patas de atrás. La izquierda, seguro"
- ¿Cómo lo sabía?
- Las huellas eran más débiles en este lado.
- ¿Y ahí acabaron las averiguaciones?
- No. El mayor, picado en esta competencia, afirmó: Por mi puesto de arquitecto mayor del reino que este camello llevaba una carga de mantequilla y miel.
- Pero, eso es imposible de adivinar.
- Se había fijado en que en un borde del camino había un grupo de hormigas que comía en un lado y en el otro se había concentrado un verdadero enjambre de abejas, moscas y avispas.
- Se trata de un difícil reto para los otros dos hermanos.
- El segundo hermano bajó de su montura y avanzó unos pasos. Era el más mujeriego del grupo por lo que no es extraño que afirmara: "En el camello iba montada una mujer". Y se puso rojo de excitación al pensar en el pequeño y grácil cuerpo de la joven, porque hacía días que habían
salido de la ciudad de Djem y no habían visto ninguna mujer aun.
- ¿Cómo pudo saberlo?
- Se había fijado en unas pequeñas huellas de pies sobre el barro del costado del río.
- ¿Por qué había bajado? ¿Tenía sed?
- El tercer hermano, absolutamente herido en su orgullo de adolescente por la inteligencia de los dos mayores, afirmó: "Es una mujer que se encuentra embarazada, hermano. Tendrás que esperar un tiempo para cumplir tus deseos".
- Eso es aun más difícil de saber.
- Se había percatado que en un lado de la pendiente había orinado pero se había tenido que apoyar con sus dos manos porque le pesaba el cuerpo al agacharse.
- Los tres hermanos eran muy listos.
- Sin embargo, su sabiduría les trajo muchas desgracias.
- ¿Por qué?
- Por su soberbia de jóvenes. Al acercarse a la ciudad, contemplaron un mercader que gritaba enloquecido. Había desaparecido uno de sus camellos y una de sus mujeres. Aunque estaba más triste por la pérdida de la carga que llevaba su animal y echaba la culpa a su joven esposa que
también había desaparecido.
- ¿Era tuerto tu camello del ojo derecho?, le dijo el hermano mayor.
- Sí, le dijo el mercader intrigado.
- ¿Le faltaba algún diente?
- Era un poco viejo, dijo rezongando y se había peleado con un camello más joven.
- Estaba cojo de la pata izquierda trasera.
- Creo que sí, se le había clavado la punta de una estaca.
- Llevaba una carga de miel y mantequilla.
- Una preciosa carga, sí.
- Y una mujer.
- Muy descuidada por cierto, mi esposa.
- Qué estaba embarazada.
- Por eso se retrasaba continuamente con sus cosas. Y yo, pobre de mí, la dejé atrás un momento. ¿Dónde los habéis visto?
- No hemos visto jamás a tu camello ni a tu mujer, buen hombre, le dijeron los tres príncipes riéndose alegremente.

El discípulo también rió.

- Eran muy sabios.
- Sí, pero el buen mercader estaba muy irritado. Cuando los vecinos del mercado le dijeron que habían visto tres salteadores tras su camello y su mujer, los denunció.
- ¿Pero, ellos tenían razón?
- Los perdió su soberbia juvenil. Habían señalado todas esas características del camello con tanta exactitud que ninguno les creyó cuando afirmaron no haber visto jamás al camello. Y se habían reído del mercader, había muchos testigos. Fueron llevados a la cárcel y condenados a muerte ya que en Kandahar el robo de camellos es el peor delito, más que el rapto de esposas.
- Que triste destino para los sabios.
- La cosa no acabó tan mal. La esposa se había escapado y pudo llegar antes de que los desventaran en la plaza pública como era costumbre para castigar a los ladrones de camellos. El poderoso emir de Kandahar se divirtió bastante con la historia y nombró ministros a los tres príncipes. Por cierto, que el segundo hermano se casó con la muchacha que estaba
bastante harta del mercader.
- La sabiduría tiene su premio.
- La casualidad los salvó y aprendieron a ser mucho más prudentes a la hora de manifestar su inteligencia ante los demás.

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sábado, agosto 16

Pensamientos a la vuelta de vacaciones

(leído en la bitácora finanzas globales)

“Ir sin amor por la vida es como ir al combate sin música, como emprender un viaje sin un libro, como ir por el mar sin estrella que nos oriente.”

Stendhal, seudónimo de Marie Henri Beyle. Escritor y ensayista francés.

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viernes, agosto 15

Sencillamente genial

"La respuesta a los problemas de la vida no está en el fondo de una botella. Está en la tele"
Homer Simpson

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jueves, agosto 14

Narciso y Eco

(Extraído del suplemento Mujer de hoy, del 17 de febrero)

Narciso era un hermoso niño. Según un adivino, viviría mucho tiempo si no llegaba a conocerse y su madre luchó por ello.

Un día, Narciso llegó a la cueva de Eco, una ninfa que sólo podía repetir lo que oía. Eco se sintió cautivada por Narciso. Él quiso hablarle pero ella huyó al bosque.

Narciso la llamó con palabras que Eco repetía, pero al final se cansó, se aburrió y la despreció. Eco se consumió hasta que sólo quedó su voz, que repetía lo que le decían.

Narciso se acercó al lago para beber, y allí, por vez primera, vió su rostro. Quedó tan fascinado por la imagen que murió de hambre, incapaz de apartarse de su reflejo.

Todos somos Narciso o Eco según el momento...Tenemos que aprender a querernos. Narciso murió por amarse demasiado y Eco por convertirse en su reflejo.

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miércoles, agosto 13

Pensamientos para un viaje V

(Leído en la bitácora finanzas globales)

“Viajar es imprescindible y la sed de viaje, un síntoma neto de inteligencia.”
Enrique Jardiel Poncela (1901-1952). Escritor, dramaturgo y novelista español.

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martes, agosto 12

Pensamientos para un viaje IV

(leído en la bitácora finanzas globales)

“Cabalgar, viajar y cambiar de lugar recrean el ánimo.”
Lucio Anneo Séneca -el joven- (Córdoba, España, ~4 a.C. – Roma, ~65 d.C.). Filósofo latino.

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lunes, agosto 11

Pensamientos para un viaje III

(Leído en la bitácora finanzas globales)

“Si no sabes a donde estas yendo, probablemente terminaras en cualquier parte.”
David Campbell Ph D. Escritor motivacional norteamericano.

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domingo, agosto 10

Respuesta ingeniosa

(La anécdota es simpática, pero lo realmente curioso es la fuente: la carta de 2007 de Warren Buffet a sus inversores)

'The best anecdote I've heard during the current presidential campaign came from Mitt Romney, who asked his wife, Ann, "When we were young, did you ever in your wildest dreams think I might be president?" To which she replied, "Honey, you weren't in my wildest dreams."'

Traduzco, vale...

'La mejor anécdota que he escuchado durante la actual campaña presidencial vino de Mitt Romney, quien preguntó a su mujer, Ann, "Cuando éramos jóvenes, ¿pensaste alguna vez en tu más salvajes sueños que yo sería presidente?" Al lo que ella, replicó "cariño, tú no estabas en mis sueños más salvajes".

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sábado, agosto 9

Pensamientos para un viaje II

(Leído en la bitácora finanzas globales)

“El mundo es un libro y quienes no viajan sólo leen una página.”
San Agustín (Tagaste, 354 - Hipona, 430). Religioso fundador de la orden de los agustinos.

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viernes, agosto 8

Pensamientos para un viaje I

(leído en la bitácora "finanzas globales")

“Un viaje de mil millas comienza con el primer paso.”
Lao-Tse (Honan, 570 aC - 490 aC). Filósofo chino, considerado el fundador del taoísmo.
 

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miércoles, agosto 6

Encuesta de la ONU

(Me llegó por correo electrónico hace ya un tiempo, y confieso que creía haberlo publicado ya)

La O.N.U. acaba de finalizar la encuesta más grande de su historia.

La pregunta fue : "Por favor, responda honestamente, qué opina de la escasez de alimentos en el resto del mundo"
Los resultados no han podido ser más desalentadores y la encuesta ha sido un total fracaso:

1. Los europeos no entendieron qué significaba "escasez".
2. Los africanos no sabían qué eran "alimentos".
3. Los israelíes no entendieron qué quería decir "por favor".
4. Los yanquis preguntaban qué significa "el resto del mundo".
5. Los chinos y cubanos pedían que les explicaran que significaba "qué opina".
6. Y en el congreso argentino, colombiano, chileno, boliviano, peruano, brasileño y venezolano... Hasta hoy se está debatiendo sobre qué quiere decir "honestamente".

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lunes, agosto 4

La crisis del 29 vista por Groucho Marx

Aunque ya sabía que Grouch Marx, el mayor de los hermanos Marx, se arruinó en el crack del 29, ha sido una sorpresa para mí descubrir que escribió sobre esta parte de su vida en el libro "Groucho y yo":

"...Muy pronto un negocio mucho más atractivo que el teatral atrajo mi atención y la del país. Era un asuntillo llamado mercado de valores. Lo conocí por primera vez hacia 1926. Constituyó una sorpresa muy agradable descubrir que era un negociante muy astuto. O por lo menos eso parecía, porque todo lo que compraba aumentaba de valor. No tenía asesor financiero ¿Quién lo necesitaba? Podías cerrar los ojos, apoyar el dedo en cualquier punto del enorme tablero mural y la acción que acababas de comprar empezaba inmediatamente a subir. Nunca obtuve beneficios.
Parecía absurdo vender una acción a treinta cuando se sabía que dentro del año doblaría o triplicaría su valor. Mi sueldo semanal era de unos dos mil, pero esto era calderilla en comparación con la pasta que ganaba teóricamente en Wall Street.

Disfrutaba trabajando en la revista pero el salario me interesaba muy poco. Aceptaba de todo el mundo confidencias sobre el mercado de valores. Ahora cuesta creerlo pero incidentes como el que sigue eran corrientes en aquellos días: Subí a un ascensor del hotel Copley Plaza, en Boston. El ascensorista me reconoció y dijo:

- Hace un ratito han subido dos individuos, señor Marx, ¿sabe? Peces gordos, de verdad. Vestían americanas cruzadas y llevaban claveles en las solapas. Hablaban del mercado de valores y, créame, amigo, tenían aspecto de saber lo que decían. No se han figurado que yo estaba escuchándoles, pero cuando manejo el ascensor siempre tengo el oído atento. ¡No voy a pasarme toda la vida haciendo subir y bajar uno de estos cajones! El caso es que oí que uno de los individuos decía al otro: "Ponga todo el dinero que pueda obtener en United Corporation"-

[…] Le di cinco dólares y corrí hacia la habitación de Harpo. Le informé inmediatamente acerca de esta mina de oro en potencia con que me había tropezado en el ascensor. Harpo acababa de desayunar y todavía iba en batín. -En el vestíbulo de este hotel están las oficinas de un agente de Bolsa -dijo-. Espera a que me vista y correremos a comprar estas acciones antes de que se esparza la noticia.

-Harpo -dije-, ¿estás loco? ¡Si esperamos hasta que te hayas vestido, estas acciones pueden subir diez enteros!

De modo que con mis ropas de calle y Harpo con su batín, corrimos hacia el vestíbulo, entramos en el despacho del agente y en un santiamén compramos acciones de United Corporation por valor de ciento sesenta mil dólares, con una garantía del veinticinco por ciento. Para los pocos afortunados que no se arruinaron en 1929 y que no estén familiarizados con Wall Street, permítanme explicar lo que significa esa garantía del veinticinco por ciento. Por ejemplo, si uno compraba ochenta mil dólares de acciones, sólo tenía que pagar en efectivo veinte mil. El resto se le quedaba a deber al agente. Era como robar dinero.

El miércoles por la tarde, en Broadway, Chico encontró a un habitual de Wall Street, quien le dijo en un susurro:

-Chico, ahora vengo de Wall Street y allí no se habla de otra cosa que del Cobre Anaconda. Se vende a ciento treinta y ocho dólares la acción y se rumorea que llegará hasta los quinientos. ¡Cómpralas antes de que sea demasiado tarde! Lo sé de muy buena tinta.

Chico corrió inmediatamente hacia el teatro, con la noticia de esta oportunidad. Era una función de tarde y retrasamos treinta minutos el alzamiento del telón hasta que nuestro agente nos aseguró que habíamos tenido la fortuna de conseguir seiscientas acciones. ¡Estábamos entusiasmados! Chico, Harpo y yo éramos cada uno propietarios de doscientas acciones de estos valores que rezumaban oro.

El agente incluso nos felicitó. Dijo:

- No ocurre a menudo que alguien entre con tan buen pie en una Compañía como la Anaconda.

El mercado siguió subiendo y subiendo. Cuando estábamos de gira, Max Gordon, el productor teatral, solía ponerme una conferencia telefónica cada mañana desde Nueva York, sólo para informarme de la cotización del mercado y de sus predicciones para el día. Dichos augurios nunca
variaban. Siempre eran "arriba, arriba, arriba". Hasta entonces yo no había imaginado que uno pudiera hacerse rico sin trabajar.

Max me llamó una mañana y me aconsejó que comprara unos valores llamados Auburn. Eran de una compañía de automóviles, ahora inexistente.

-Marx -dijo- es una gran oportunidad. Pegará más saltos que un canguro. Cómpralo ahora, antes de que sea demasiado tarde.

Luego añadió: -¿Por qué no abandonas el teatro y olvidas esos miserables dos mil semanales
que ganas? Son calderilla. Tal como manejas tus finanzas, aseguraría que puedes ganar más dinero en una hora, instalado en el despacho de un agente de valores, que los que puedes obtener haciendo ocho representaciones semanales en Broadway.

-Max -contesté-, no hay duda de que tu consejo es sensacional. Pero al fin y al cabo tengo ciertas obligaciones con Kaufman, Ryskind, Irving Berlin y con mi productor Sam Harris.

Lo que por entonces no sabía era que Kaufman, Ruskind, Berlin y Harris también compraban a crédito y que, finalmente, iban a ser aniquilados por sus asesores financieros. Sin embargo, por consejo de Max, llamé inmediatamente a mi agente y le instruí para que me comprara quinientas acciones de la Auburn Motor Company.

Pocas semanas más tarde, me encontraba paseando por los terrenos de un club de campo, con el señor Gordon […] El día anterior, las Auburn habían pegado un salto de treinta y ocho enteros. Me volví hacia mi compañero de golf y dije:

-Max, ¿cuanto tiempo durará esto?-. Max repuso, utilizando una frase de Al Jolson. -Hermano, ¡todavía no has visto nada!

Lo más sorprendente del mercado, en 1929, era que nadie vendía una sola acción. La gente compraba sin cesar. Un día, con cierta timidez, hablé a mi agente acerca de este fenómeno especulativo.

- No sé gran cosa sobre Wall Street - empecé a decir en son de disculpa- pero, ¿qué es lo que hace que esas acciones sigan ascendiendo? ¿No debiera haber alguna relación entre las ganancias de una compañía, sus dividendos y el precio de venta de sus acciones? Por encima de mi cabeza, miró a una nueva víctima que acababa de entrar en su despacho y dijo: - Señor Marx, tiene mucho que aprender acerrca del mercado de valores. Lo que usted no sabe respecto a las acciones serviría para llenar un libro.

- Oiga, buen hombre -repliqué-. He venido aquí en busca de consejo. Si no sabe usted hablar con cortesía, hay otros que tendrán mucho gusto en encargarse de mis asuntos. Y ahora ¿qué estaba usted diciendo?

Adecuadamente castigado y amansado, respondió: - Señor Marx, tal vez no se dé cuenta, pero éste ha cesado de ser un mercado nacional. Ahora somos un mercado mundial. Recibimos órdenes de compra de todos los países de Europa, de América del Sur e incluso de Oriente. Esta mañana hemos recibido de la India un encargo para comprar mil acciones de Tuberías Crane.

Con cierto cansancio pregunté: -¿Cree que es una buena compra?

-No hay otra mejor -me contestó-. Si hay algo que todos hemos de usar son las tuberías. (Se me ocurrieron otras cuantas cosas más, pero no estaba seguro de que apareciesen en las listas de cotizaciones.)

-Eso es ridículo -dije-. Tengo varios amigos pieles rojas en Dakota del Sur y no utilizan las tuberías. -Solté una carcajada para celebrar mi salida, pero él permaneció muy serio, de modo que proseguí-. ¿Dice usted que desde la India le envían órdenes de compra de Tuberías Crane? Si en la lejana India piden tuberías, deben de saber algo sensacional. Apúnteme para doscientas acciones; no, mejor aún, que sean trescientas.

Mientras el mercado seguía ascendiendo hacia el firmamento, empecé a sentirme cada vez más nervioso. El poco juicio que tenía me aconsejaba vender, pero, al igual que todos los demás primos, era avaricioso. Lamentaba desprenderme de cualquier acción, pues estaba seguro de que iba doblar su valor en pocos meses. En los periódicos actuales leo con frecuencia artículos relativos a espectadores que se quejan de haber pagado hasta un centenar de dólares por dos entradas para ver My Fair Lady (Personalmente opino que vale esos dólares.) Bueno, una vez pague treinta y ocho mil por ver a Eddie Cantor en el Palace.

[…] Cantor era vecino mío en Great Neek. Como era viejo amigo suyo cuando terminó la representación fui a verle en su camerino. […] Encanto -dijo Cantor-, ¿qué te ha parecido mi espectáculo? Miré hacia atrás, suponiendo que habría entrado alguna muchacha. Desdichadamente no era así, y comprendí que se dirigía a mí.

-Eddie, cariño - contesté con entusiasmo verdadero-, ¡has estado soberbio! Me disponía a lanzarle unos cuantos piropos más cuando me miró afectuosamente con aquellos ojos grandes y brillantes, apoyó las manos en mis hombros y dijo:

-Precioso, ¿tienes algunas Goldman Sachs? -Dulzura -respondí (a este juego pueden jugar dos)-, no sólo no tengo ninguna, sino que nunca he oído hablar de ellas ¿Qué es Goldman Sachs? ¿Una marca de harinas?

Me cogió por ambas solapas y me atrajo hacia mí. Por un momento pensé que iba a besarme.
-¡No me digas que nunca has oído hablar de las Goldman Sachs! -exclamó incrédulamente-. Es la compañía de inversiones más sensacional de todo el mercado de valores .

Luego consultó su reloj y dijo: -Hoy es demasiado tarde. La Bolsa está ya cerrada. Pero, mañana por la mañana, nene, lo primero que tienes que hacer es coger el sombrero y correr al despacho de tu agente para comprar doscientas acciones de Goldman Sachs. Creo que hoy ha cerrado a
156… ¡y a 156 es un robo!

Luego Eddie me palmoteó una mejilla, yo le palmoteé la suya y nos separamos. ¡Amigo! ¡Qué contento estaba de haber ido a ver a Cantor a su camerino! Figurese, si no llego a ir aquella
tarde al Teatro Palace, no hubiese tenido aquella confidencia.

A la mañana siguiente, antes del desayuno, corrí al despacho del agente en el momento en que se abría la Bolsa. Aflojé el veinticinco por ciento de treinta y ocho mil dólares y me convertí en afortunado propietario de doscientas acciones de la Goldman Sachs, la mejor compañía de
inversiones de América.

Entonces empecé a pasarme las mañanas instalado en el despacho de un agente de Bolsa, contemplando un gran cuadro mural lleno de signos que no entendía. A no ser que llegara temprano, ni siquiera me era posible entrar. Muchas de las agencias de Bolsa tenían más público que la mayoría de los teatros de Broadway. Parecía que casi todos mis conocidos se interesaran por el mercado de valores. La mayoría de las conversaciones se limitaban a la cantidad que tal y tal valor habían subido la semana pasada, o cosas similares. El fontanero, el carnicero, el panadero, el hombre del hielo, todos anhelantes de hacerse ricos, arrojaban sus mezquinos salarios -y en muchos casos sus ahorros de toda la vida- en Wall Street.

Ocasionalmente, el mercado flaqueaba, pero muy pronto se liberaba la resistencia que ofrecían los prudentes y sensatos, y proseguía su continua ascensión. De vez en cuando algún profeta financiero publicaba un artículo sombrío advirtiendo al público que los precios no guardaban
ninguna proporción con los verdaderos valores y recordando que todo lo que sube debe bajar.

Pero apenas si nadie prestaba atención a estos conservadores tontos y a sus palabras idiotas de cautela. Incluso Barney Baruch, el Sócrates de Central Park y mago financiero americano, lanzó una llamada de advertencia. No recuerdo su frase exacta, pero venía a ser así: "Cuando el mercado de valores se convierte en noticia de primera página, ha sonado la hora de retirarse."

Yo no estaba presente cuando la Fiebre del Oro del cuarenta y nueve. Me refiero a 1849. Pero imagino que esa fiebre fue muy parecida a la que ahora infectaba al todo el país.

El presidente Hoover estaba pescando y el resto del gobierno federal parecía completamente ajeno a lo que sucedía. No estoy seguro de que hubiesen conseguido algo aunque lo hubieran intentado, pero en todo caso el mercado se deslizó alegremente hacia su perdición.

Un día concreto, el mercado comenzó a vacilar. Unos cuantos de los clientes más nerviosos fueron presos del pánico y empezaron a descargarse. Eso ocurrió hace casi treinta años y no recuerdo las diversas fases de la catástrofe que caía sobre nosotros, pero así como al principio del auge todo el mundo quería comprar, al empezar el pánico todo el mundo quiso vender. Al principio las ventas se hacían ordenadamente, pero pronto el pánico echó a un lado el buen juicio y todos empezaron a lanzar al ruedo sus valores que por entonces solo tenían el nombre de tales. Luego el pánico alcanzó a los agentes de Bolsa, quienes empezaron a chillar reclamando garantías adicionales.

Esta era una broma pesada, porque la mayor parte de los accionistas se habían quedado sin dinero, y los agentes empezaron a vender acciones a cualquier precio. Yo fui uno de los afectados. Desdichadamente, todavía me quedaba dinero en el Banco. Para evitar que vendieran mi papel empecé a firmar cheques febrilmente para cubrir las garantías que desaparecían rápidamente. Luego, un martes espectacular, Wall Street lanzó la toalla y sencillamente se derrumbó.

Eso de la toalla es una frase adecuada, porque por entonces todo el país estaba llorando. Algunos de mis conocidos perdieron millones. Yo tuve más suerte. Lo único que perdí fueron doscientos cuarenta mil dólares (o ciento veinte semanas de trabajo, a dos mil por semana). Hubiese perdido más pero era todo el dinero que tenía.

El día del hundimiento final, mi amigo, antaño asesor financiero y astuto comerciante, Max Gordon, me telefoneó desde Nueva York. [...] Todo lo que dijo fue: "¡La broma ha terminado!" Antes de que yo pudiese contestar el teléfono se había quedado mudo...se suicidó.

En toda la bazofia escrita por los analistas del mercado, me parece que nadie hizo un resumen de la situación de una manera tan sucinta como mi amigo el señor Gordon. En aquellas palabras lo dijo todo.Desde luego, la broma había terminado.

Creo que el único motivo por el que seguí viviendo fue el convencimiento consolador de que todos mis amigos estaban en la misma situación. Incluso la desdicha financiera, al igual que la de cualquier otra especie, prefiere la compañía. Si mi agente hubiese empezado a vender mis acciones cuando empezaron a tambalearse, hubiese salvado una verdadera fortuna. Pero como no me era posible imaginar que pudiesen bajar más, empecé a pedir prestado dinero del Banco para cubrir las garantías.

Las acciones de Cobre Anaconda se fundieron como las nieves del Kilimanjaro (no creais que no he leído a Hemingway), y finalmente se estabilizaron a 2 7/8. La confidencia del ascensorista de Boston respecto a United Corporation se saldó a 3,50. Las habíamos comprado a 60. La función de Cantor en el Palace fue magnífica ¿Goldman-Sachs a 156 dólares? Cuando la máxima depresión del mercado, podía comprárselas a un dólar por acción. El ir al desahucio financiero no constituyó una pérdida total. A cambio de mis doscientos cuarenta mil dólares obtuve un
insomnio galopante, y en mi círculo social el desvelamiento empezó a sustituir al mercado de valores como principal tema de conversación..."

(He encontrado en enlace en un suplemento económico, pero la fuente está en http://www.rankia.com/blog/familyoffice/2008/04/groucho-y-yo.html, la cual recomiendo)

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sábado, agosto 2

Alicia en el país de las maravillas

“Minino de Cheshire,” -empezó Alicia tímidamente-…, “¿podrías decirme, por favor, qué camino debo seguir para salir de aquí?”

“Esto depende en gran parte del sitio al que quieras llegar,” dijo el Gato.

“No me importa mucho a donde…” dijo Alicia.

“Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes,” dijo el Gato.

“… siempre que llegue a alguna parte,” añadió Alicia como explicación.

“¡Oh, siempre llegarás a alguna parte,” aseguró el Gato, “si caminas lo suficiente!”

Alicia, en el país de las maravillas. Lewis Carroll

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viernes, agosto 1

El vicio de la pereza

"La pereza es la madre de todos los vicios, y como madre hay que respetarla."

Les Luthiers

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