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miércoles, abril 2

Carta abierta a un inversor II

Varios meses después de la primera carta, en diciembre de 2007, Mark Gilbert escribió una continuación, que también se publicó en El confidencial:

Querido inversor:

Aprovecho estas líneas para poner en su conocimiento cuál ha sido el comportamiento reciente de nuestro hedge fund: Short Term Capital Mismanagement LLP.

Sinceramente, preferiríamos no tener que hacerlo. E incluso desaparecer del mapa. No sé dónde hemos leído que Panamá es realmente un sitio precioso para jubilarse. Sin embargo, a nuestro abogado no le ha convencido la idea. En fin.

Sin duda, éste ha sido el momento más turbulento que hemos vivido en nuestros quince minutos de fama como gestores multiestrategia, multiactivos, conductores de Bentleys Continentales.
Fondos monetarios dinámicos y conduits

Nuestro Widows & Orphans Enhanced Money Market Fund (‘fondo monetario dinámico de las viudas y los huérfanos’) está siendo investigado por la Comisión de la Buena Práctica Comercial. Parece que el uso del calificativo “dinámico” es incompatible con “lo sentimos pero nos jugamos los ahorros que nos confiaron en activos titulizados o CDOs que han perdido un uno por ciento de su valor”. O un siete. O un veinte. En aras de la verdad, no se lo podría afirmar con entera seguridad.

Pero no se preocupe. Peor ha sido lo que ha ocurrido con nuestro Vehículo Especial o SIV, que, funcionalmente hablando, podríamos decir que ha… ¿desaparecido? Según nos informan nuestros consultores externos, “parecía diseñado por un adolescente puesto de éxtasis hasta las trancas después de ver uno de esos documentales televisivos sobre la obra de Frank Gehry”. Es verdad. Nuestros activos off-balance habían llegado a su límite de financiación ajena y ahora, cada vez que intentamos valorarlos, descubrimos que realmente hay cosas que, literalmente, no tienen precio. Nuestra única inversión que ha hecho dinero en diciembre ha sido la posición comprada que mantuvimos en entradas para el concierto de Led Zeppelin.

La supervivencia

Pese a ello, podemos afirmar sin rubor que estamos orgullosos, extasiados y, sobre todo, completamente atónitos al poder informarles que, aun así, nuestro fondo continúa pavoneándose por la pista del baile financiero, una pista que cada día parece más un campo de batalla justo después del combate.

Cierto, hemos tenido un tropiezo que amenaza con revelar mucho más sobre nosotros y nuestra capacidad de gestión de lo que nunca habría hecho el dinero. Incluso podría parecer que este aire incierto y nebuloso que nos damos se debe más al séptimo daiquiri de plátano que ha caído hoy que al colapso de los tipos en el interbancario de final de año. Pero estamos vivos y coleando, y podemos oír la música, aunque suene cada vez más como una marcha fúnebre.

Sinceramente. Más de una vez se nos ha pasado por la cabeza dejar un montón de ropa en la orilla de la playa, montarnos en un kayak de bonito color rojo y comenzar a palear durante cinco años. ¿Les he comentado lo bonito que es Panamá para una jubilación tranquila? Es una pena que perdiéramos el remo cuando encaramos la cala de los SIV hace algunos meses.

Reestructuración de plantilla

Dicen que, si pagas cacahuetes, sólo vendrán los monos a trabajar contigo. No se lo crean. Desde la creación del fondo, hemos pagado a nuestros traders como si fueran competentes, sólo para darnos cuenta de que eran monos que consumían un 11,5% del fondo al año ante la ausencia de rendimientos positivos.

Hemos decidido, por tanto, tirar la casa por la ventana y ofrecer plátanos para ver si captamos algún que otro chimpancé. Pero no un chimpancé cualquiera. Chimpancés competentes, de esos que humillan a nuestros escolares en los programas de memoria televisivos. Al menos pueden comprar y vender a la vez que se comen su plátano, mientras que Bob, nuestro recién despedido trader de bonos hipotecarios, apenas era capaz de andar y comer un chicle sin destrozar simultáneamente la cuenta de resultados apostando erróneamente sobre alguna titulización hipotecaria subprime.

Pensamos que, al menos, la capacidad de memoria de los chimpancés les permitirá recordar hechos como la crisis rusa o el colapso del Long Term Capital Management, a los hacen referencia todos los libros de historia financiera. Es imposible que lo hagan peor que aquellos que decidieron apostar por la solvencia de los aseguradores de bonos estadounidenses el pasado mes.

El futuro

Aunque parezca mentira, mantenemos el optimismo respecto al año que está a punto de comenzar. Tal posicionamiento vital se debe a que, mientras que Papá Noel sólo baja por la chimenea una vez al año con su saco lleno de regalos, el helicóptero Bernanke vuela cada seis semanas e inunda el mercado con montañas de liquidez bajo la forma de menores tipos de interés.

Dios salve a las lumbreras monetarias de la Reserva Federal. Como habría cantado, sin duda, de haber conocido nuestra apremiante situación, la nominada a los Grammy Rihanna, “van a bajar los tipos de interés siempre, ahora que llueve más que nunca, y así podremos protegernos bajo el paraguas de Ben, eh, eh, eh”.

No como esos fascistas monetarios del BCE. Sólo porque la inflación está en máximos de seis años y el crecimiento de la masa monetaria en circulación se halla al nivel más alto en las últimas tres décadas, no sólo se niegan a abaratar el precio del dinero sino que lo hacen pese a nuestro sollozante coro de súplicas. ¿Cómo pueden contemplar una subida de tipos de interés en un entorno como el actual?

Despedida

Un aviso final. Esta época del año es, con carácter general, muy complicada de agenda para nosotros. Los brokers con los que trabajamos aprovechan la cercanía de las fiestas para invitarnos a los locales más in de la ciudad y servirnos una copa tras otra como agradecimiento por el negocio del año que concluye y anticipo del que está a punto de comenzar.

Sin embargo, este año, y ya resulta raro, el teléfono apenas ha sonado y no hemos recibido invitaciones de relevancia. Parece que los responsables de nuestra cuenta están demasiado ocupados dorando la píldora a sus nuevos clientes en Dubai, Singapur, Shangai o Abu Dhabi como para preocuparse de sus gestores de hedge funds favoritos.

Bien. Ellos se lo pierden. Luego no vengan lamentándose cuando la combinación de, por una parte, el colapso en sus cotizaciones y, por otra, la devaluación del dólar haga de sus instituciones pasto de la voracidad de unos fondos soberanos alimentados por la gasolina inagotable de los petrodólares.

Atentamente le saluda,

Su gestor de fondos.

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