Cuéntame un cuento...

...o una historia, o una anécdota... Simplemente algo que me haga reir, pensar, soñar o todo a la vez, si cabe ..Si quereis mandarme alguna de estas, hacedlo a pues80@hotmail.com..

jueves, septiembre 27

Petición razonada (y poco razonable)

Quiéreme cuando menos lo merezca,
que será cuando más lo necesite...

Etiquetas:

miércoles, septiembre 26

Educando con el ejemplo

(Me llegó por correo electrónico)

Cuentan que un padre de familia fue a un parque de diversiones con sus dos hijos, uno de 3 años de edad y el otro de 6 años. La entrada tenía un costo de 5 dólares para los niños menores de 5 años y de 10 dólares para los niños mayores de 5 años.

Cuando se acercó a la taquilla donde vendían los boletos, el taquillero le preguntó:
- ¿Cuál es la edad de los niños?

El hombre le respondió:
- 3 y 6 años.

El taquillero le replicó:
- ¿Es usted tonto? Me ha podido decir que tienen 3 y 5 años y pagar sólo la tarifa de 5 dólares. Ahora que me dijo la verdadera edad de sus hijos, tendré que cobrarle más. ¿Acaso cree que alguien se hubiera dado cuenta?

El padre le respondió:
- Sí, mis hijos

Etiquetas:

jueves, septiembre 20

Agradecimientos

(Leído en Peluche)

Cierto día, el famoso abogado criminalista y laboralista estadounidense, Clarence Seward Darrow (1875-1938) se topó con una cliente que, agradecida por haberla salvado en un caso importante, le preguntó:

-"¿Cómo podría demostrarle mi agradecimiento, señor Darrow?"-
-"Desde que los fenicios inventaron la moneda" -contestó el letrado, -"esto ya no un problema..."-.

Etiquetas:

lunes, septiembre 10

Cuento para una tarde de septiembre: Buscando la inteligencia artificial

A lo largo de la historia del hombre, éste siempre ha intentado construir máquinas capaces de actuar por si mismas, igual que lo hace el hombre.

Con esta intención se investigó en el cerebro del hombre; se fabricaron máquinas cada vez más inteligentes, que presentaban comportamientos cada vez más complejos. Se lanzaron satélites capaces de distinguir una rana de un sapo, a trescientos kilómetros de altura; se construyeron coches capaces de conducir solos por las carreteras gallegas; se idearon ordenadores capaces de transcribir una conversación en voz alta. Se concibieron mascotas cibernéticas, y después androides, que después se hicieron autónomos, y más tarde inteligentes.

Pero esto no era lo que se buscaba.

Porque durante siglos se cultivó la disciplina llamada Inteligencia Artificial, con la que se pretendía capturar la inteligencia del hombre y traspasarla a las máquinas.

Y, finalmente, consiguieron su objetivo último.

Y cuando al fin lo consiguieron, y vieron el fruto de sus esfuerzos, vieron que no era lo que querían.

Porque el ser que tenían ante sus ojos era perfecto; siempre acertaba, nunca tomaba una decisión equivocada. No estimaba, sino que medía exactamente. Siempre reconocía a gente que llevaba años sin ver.

Pero cuando le plantearon una cuestión filosófica, el ser la desechó con desprecio. Esto no tiene sentido; no vale la pena que gaste mi tiempo en ello. Y entonces, los científicos vieron su error. El ser que habían creado no se comportaba como un humano.

Con un gemido de desesperación tomaron el martillo y destruyeron todo lo que habían hecho.

Pero aquella noche, a uno de los inventores se le ocurrió la solución. Haría máquinas que razonaran como los humanos, que tuvieran confusiones, que olvidaran cosas. A la mañana siguiente creó una nueva disciplina: la Estupidez Artificial.

Etiquetas:

domingo, septiembre 9

Grandes ideas simples

(leído en Peluche)

La idea original de pintar líneas en las carreteras fue de la doctora californiana June A. Carroll de Indio, (EE UU).

En 1912, harta del peligro de vivir en un estrecho trozo de carretera extremadamente peligrosa, decidió por su cuenta pintar una línea en medio del camino para ayudar a los automovilistas a quedarse cada uno en su lado y evitar accidentes.

A la Comisión de Autopistas de California le gustó tanto la idea que pintó las mismas líneas divisorias en todas sus vías.

Etiquetas: ,

miércoles, septiembre 5

Paradoja de Protágoras

Una de esas historias que hay que conocer...

Cuentan que el filósofo griego Protágoras le dio clases de derecho a un estudiante sin recursos de nombre Euatlo. Euatlo no tenía dinero para pagar las enseñanzas, así que ambos acordaron que éste le abonaría los honorarios una vez llegara a ganar su primer pleito. Pero resulta que después de finalizar sus estudios en retórica y derecho, Euatlo decidió abandonar la jurisprudencia para dedicarse de lleno a la política.

Protágoras le pidió a Euatlo que, dado ese caso, procediera a liquidar su deuda y le amenazó con llevarlo ante los tribunales. A lo que Euatlo argumentó:

«Si vamos a juicio y el tribunal falla a mi favor, por mandamiento judicial, entonces no deberé de pagar nada; en cambio, si pierdo el pleito, dado que aún no habré ganado ninguno, y ese era nuestro acuerdo, tampoco deberé de pagar nada.»

El argumento de Protágoras no fue menos racional y contundente:

«Si vamos a juicio y gano yo, por ese mandamiento judicial, entonces deberás pagarme; si pierdo, dado que tu ganarás tu primer pleito, y ese era nuestro acuerdo, también deberás de pagarme.»

Y ahora la parte cultural:

Protágoras de Abdera era un filósofo griego, un sofista, que enseñaba humanidades, especialmente retórica, en la ilustrada Atenas en la segunda mitad del siglo V antes de Cristo. Es conocida su afirmación «el hombre es la medida de todas las cosas», es decir, el valor de las cosas depende de los hombres que las valoran, no hay valores universalmente válidos. Para él, todo tiene dos caras, dos perspectivas; su arte o habilidad retórica conducía en descubrir las dos diferentes lecturas de toda cuestión.

Séneca dijo de él: "Protágoras dice que sobre toda cuestión se puede disputar desde dos puntos de vista y con la misma fuerza, incluso sobre esta cuestión misma de si todo puede ser discutido desde dos puntos de vista."

Etiquetas: